Amor en las Alturas



Había una vez en un tranquilo corral, una gallina llamada Clara. Clara era una gallina como cualquier otra, con plumas suaves y un gran sentido de la curiosidad. A menudo soñaba con ver el mundo más allá del corral, pero nunca se atrevió a hacerlo, hasta que un día, conoció a un águila majestuosa llamada Águila, que volaba libremente por el cielo.

Era un claro día soleado cuando Clara miró hacia arriba y vio a Águila planeando en las nubes. Ella quedó fascinada con su elegante forma y su poder. "¡Qué hermoso es volar!", pensó Clara, mientras sentía una punzada en su corazón. Nunca había visto a nadie tan hermoso, y mucho menos a un águila.

"¿Qué hace una gallina aquí abajo?" preguntó Águila, posándose en la cerca del corral. "Siéntete libre de volar, amiga."

"No puedo, soy solo una gallina", respondió Clara con tristeza. "No tengo alas grandes como las tuyas."

"Pero todos tenemos sueños", dijo Águila con una sonrisa. "No importa qué tan grandes seamos, lo que importa es cómo volamos en nuestros propios corazones."

Esa noche, Clara no pudo dejar de pensar en sus palabras. La idea de volar, de ser libre como Águila, la llenaba de energía. Así que decidió que haría lo que pudiera para alcanzar esos sueños.

Clara comenzó a entrenarse, saltando más alto sobre los pequeños montículos de tierra, intentando usar sus alas para planear, por muy poco que se parecieran a las de Águila. Al principio, se caía una y otra vez, pero no se dio por vencida. El apoyo de sus amigas gallinas le daba fuerzas:

"¡Clara, lo estás haciendo genial!" le gritaban. El trabajo duro siempre tiene sus recompensas.

Mientras tanto, Águila volaba alto y admiraba a Clara desde el cielo. Sorprendido por su perseverancia, decidió visitarla cada día, compartiendo consejos y palabras de aliento.

"Recuerda, Clara, la clave está en la confianza. Cuando creas en ti misma, podrás hacer cosas maravillosas."

Con el tiempo, Clara comenzó a creer en su capacidad de lograr sus sueños. Un día, mientras entrenaba, notó que había empezado a elevarse un poquito más, y eso la llenó de emoción.

"¡Mirá! ¡Hoy estoy saltando más alto!" exclamó Clara.

"¡Eso es solo el comienzo! ¡Sigue así!" animó Águila volando en círculos a su alrededor.

Días se convirtieron en semanas, y Clara continuó su entrenamiento mientras su amor por Águila crecía. Sin embargo, un día se enteró de que Águila tenía que migrar con otras aves hacia tierras más cálidas. Clara sintió un nudo en su corazón al pensar que perdería a su amiga.

"¿Por qué tienes que irte?" preguntó Clara, con una voz temblorosa.

"Es parte de mi viaje, Clara. Pero no te preocupes. Siempre estaré contigo en espíritu."

"Prometeme que nos volveremos a ver", suplicó Clara.

"Siempre. Y cuando vuelvas, estaré aquí para animarte en tu gran vuelo."

Con lágrimas en los ojos, Clara se despidió de Águila. Mientras ella se elevaba hacia el cielo, Clara se sintió triste, pero también inspirada. Sabía que debía seguir adelante, que Águila había cambiado su vida.

Los meses pasaron, y Clara se dedicó aún más a entrenarse. Empezó a animar a otras gallinas a unirse a ella, y juntas formaron un grupo de entrenamientos, todas persiguiendo sus propios sueños.

Finalmente, la vuelta de Águila llegó, y el día que regresó al corral, Clara se preparó para desplugar sus alas y hacer su mejor salto. Cuando Águila la vio, se quedó asombrada.

"¡Mirá a Clara! ¡Estás volando alto!" exclamó Águila mientras Clara se lanzaba a lo alto, alcanzando una pequeña altura que antes creía inalcanzable.

Después de su salto, Clara sonrió y le dijo a Águila:

"¡Gracias por siempre creer en mí! He descubierto que todos podemos volar, incluso desde el suelo."

"Ese es el verdadero poder del amor y la amistad, Clara. Nos impulsan a ser más valientes y a alcanzar las alturas."

Desde ese día, Clara nunca dejó de entrenar. Se convirtió en una fuente de inspiración para todas las gallinas del corral y, aunque no volaba como el águila, siempre recordaría que con esfuerzo y amor, se pueden alcanzar las metas más altas. Y así, la amistad entre Clara y Águila floreció, como nunca antes, uniendo a los que sueñan con alcanzar el cielo, sin importar sus diferencias.

Y colorín colorado, este cuento aún no ha terminado, porque Clara sigue volando en su propio corazón.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!