Aventura en Aguachica



Era un soleado día en Aguachica. Pedro, de 5 años, y su hermana Luisa, de 4 años, caminaban de la mano junto a su papá por el bullicioso comercio de la ciudad. Entre el ruido de los vendedores gritando para atraer clientes y el aroma de las empanadas recién hechas, los dos hermanos estaban emocionados.

"¡Mirá, Luisa! ¡Ese globo! ! !" - gritó Pedro, soltándose del agarre de su padre.

Sin escuchar las advertencias de su papá, Luisa siguió a su hermano, corriendo hacia el colorido globo que flotaba en el aire. Pero cuando se dieron cuenta, ya estaban lejos.

"Pedro, ¿dónde está papá?" - dijo Luisa, sintiéndose un poco asustada.

"No sé, Luisa. Solo sigamos el globo, seguro que lo encontramos después" - respondió Pedro sin darse cuenta del error que cometían.

Los hermanos siguieron caminando tras el globo, pero, con cada paso, el bullicio del comercio se fue alejando. Después de cuatro horas caminando sin rumbo, se sentaron en una banca del parque, llenos de cansancio y confusión.

"¿Y ahora qué hacemos, Pedro?" - preguntó Luisa, con una lágrima en el ojo.

"No te preocupes, vamos a pensar..." - dijo Pedro, queriendo parecer valiente.

Mientras intentaban recordar el camino de regreso, una amable señora que pasaba por allí los vio.

"Hola, pequeños. ¿Están perdidos?" - preguntó la señora.

"Sí, señora" - respondió Pedro. "No escuchamos a nuestro papá y ahora no sabemos volver a casa".

"No se preocupen, yo los ayudaré. Primero, ¿pueden decirme su nombre?" - les preguntó la señora.

"Yo soy Luisa y él es Pedro" - dijo Luisa, sonriendo a pesar del susto.

La señora sonrió y dijo: "Muy bien, Luisa. ¿Y qué les parece si vamos a buscar a su papá?".

Con la ayuda de la señora, Pedro y Luisa comenzaron a caminar por el parque. Ellos estaban asustados, pero al mismo tiempo emocionados por la aventura que estaban viviendo. Se dieron cuenta de que no estaban solos y que había personas dispuestas a ayudarles.

Mientras caminaban, se encontraron con un grupo de niños jugando.

"¿Pueden ayudarme a encontrar a mi papá?" - les preguntó Pedro, un poco más seguro de sí mismo.

"¡Sí! ¡Vamos a buscarlo juntos!" - respondió uno de ellos.

Así que ahora, varios niños y la señora se unieron en la búsqueda. Pero después de un rato, Pedro se sintió confundido.

"¿Y si nunca encontramos a papá?" - murmuró.

Luisa, con su infalible optimismo, dijo: "¡Seguro que sí! Este es un juego, ¿no?" - y comenzaron a reír.

Pasaron un rato haciendo nuevos amigos y jugando en el parque, pero Pedro, preocupado, repasaba en su mente las palabras que su padre siempre les decía sobre la importancia de la seguridad.

**Finalmente, decidieron preguntar en una tienda cercana.**

"Disculpe, señora, estamos perdidos. ¿Ha visto a nuestro papá?" - preguntó Luisa, ahora más decidida.

La señora, que era dueña de la tienda, sonrió y dijo: "Claro que sí, los vi hace un rato buscando. Vamos a llamarlo juntos".

Cuando la señora llamó a su padre, él llegó a la tienda en un instante, preocupado pero aliviado de ver a sus hijos.

"¡Pedro, Luisa! ¡Estaba tan preocupado! ¿Por qué no me escucharon?" - dijo su papá, abrazándolos fuertemente.

"Lo siento, papá. Solo queríamos jugar un poco" - dijo Pedro con la cabeza baja.

"Lo sé, hijo. Pero es muy importante que siempre estemos juntos en lugares así. La próxima vez, escuchenme, ¿sí?" - dijo el padre, sonriendo con amor.

"Sí, papá. Aprendimos la lección" - contestó Luisa.

Y así, después de una intensa aventura, Pedro y Luisa volvieron a casa con un montón de historias que contar. Aprendieron lo importante que es escuchar y cuidar de uno mismo, pero también que, aunque se sienta perdido, siempre hay personas dispuestas a ayudar.

FIN.

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