Aventura en Horco Molle



Era un día soleado en Horco Molle, y el tapir alegre, llamado Tino, decidió que era un buen momento para explorar el bosque. Justo al lado estaba Cora, la corzuela, que siempre se mantenía cerca de los arbustos porque era muy temerosa. Mientras tanto, Tico, el tucán charlatán, volaba sobre ellos, haciendo ruido y anunciando:

"¡Hola, amigos! ¿Qué están haciendo hoy? ¡Este es un día perfecto para una aventura!"

Tino, con su gran personalidad, animó a Cora a unirse a la diversión.

"Vamos, Cora. No hay nada de qué tener miedo. Juntos podemos explorar el bosque y encontrar nuevos amigos."

Cora dudó un momento, pero la alegría de Tino era contagiosa.

"Está bien, lo intentaré... pero si veo algo raro, ¡corramos!"

Poco a poco, el grupo se adentró en el bosque. Allí, Tico no paraba de hablar y contarles lo que había visto desde lo alto de los árboles.

"¡Chicos! ¡Esta mañana vi un grupo de monos en el río! Son muy divertidos y no dejan de saltar. Deberíamos ir a conocerlos."

El mono gritón, llamado Momo, estaba escuchando desde una rama. Al escuchar su nombre, se lanzó al suelo de un salto, aterrizando cerca de ellos.

"¡Hola, equipo! ¿Vienen a visitarnos a nosotros, los mejores saltadores del bosque?"

"¡Sí! ¡Eso suena genial!", exclamó Tino, emocionado.

Cora, un poco asustada, observó el movimiento de Momo.

"Solo si no son peligrosos..."

Momo rió con ganas.

"¡Peligrosos! Para nada. Solo somos un grupo de amigos en busca de diversión."

Con eso, los cuatro amigos se unieron para ir al río. Al llegar, se encontraron con un espectáculo impresionante. Había un grupo de monos columpiándose de rama en rama, lanzando hojas y jugando entre ellos.

"¡Miren cómo saltan! Son increíbles", dijo Tino sorprendido.

Cora se sonrió por primera vez, mirando con curiosidad.

"Me gustaría ser tan valiente como ellos..."

Momo la miró y dijo:

"¡Puedes serlo! Solo necesitas un poco de confianza."

Pero en medio de la diversión, algo inesperado ocurrió. Un pequeño mono se cayó de la rama mientras jugaba y comenzó a llorar. Sus amigos, preocupados, empezaron a gritar.

"¡Ayuda, ayuda! ¡Necesitamos ayuda!"

Todos quedaron paralizados, pero Tino se acercó al pequeño mono que se llamaba Chiqui.

"No te preocupes, estoy aquí para ayudarte. ¿Te duele algo?"

"Solo un poco, estoy asustado", respondió Chiqui, tachando con su pequeño dedo el dolor de su patita.

Cora, viendo la situación, se armó de valor.

"¡Yo puedo ayudar! Tengo amigos que son buenos en curar heridas."

"¡Genial! Vamos a buscar a mi amiga la iguana, ella sabe mucho de plantas", añadió Tino.

Así que partieron todos juntos a buscar a la iguana. Por el camino, hicieron muchos nuevos amigos: un jaguar tranquilo, una serpiente sabia y un loro divertido que se unieron al grupo.

Cuando finalmente encontraron a la iguana, ella les mostró cómo hacer un ungüento con hojas y flores.

"Con paciencia y amor, todo se puede curar", le dijo la iguana a Chiqui mientras aplicaba el ungüento.

Todos los animales aplaudieron al ver que Chiqui se sentía mejor.

"¡Gracias! No sabía que podía confiar en mis nuevos amigos", dijo Chiqui sonriendo.

De regreso al río, Tino y Cora se dieron cuenta de que habían aprendido importantes lecciones sobre la amistad y el valor. Con el corazón lleno de alegría, Cora habló con una sonrisa en el rostro.

"Ahora sé que no tengo que tener miedo a conocer nuevos amigos."

Tico, que volaba sobre ellos, exclamó:

"¡Esta aventura ha sido increíble! ¡Vamos a contárselo a todos en el bosque!"

Y así, los cuatro amigos regresaron al corazón de Horco Molle, llenos de historias, nuevos compañeros y, sobre todo, un profundo sentido de unidad y valentía. Horco Molle nunca volvió a ser el mismo gracias a sus maravillosos habitantes.

Desde aquel día, Cora nunca volvió a ser tan temerosa, y siempre estaba encantada de conocer a nuevos amigos. Y cada vez que se encontraban, Momo siempre gritaba:

"¡Aventura! ¡La vida está llena de sorpresas!"

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!