Caperucita y el Cumpleaños Sorpresa



Era una mañana hermosa en el bosque. Caperucita Roja decidió que era el momento perfecto para hacerle un cumpleaños sorpresa a su querida abuela. Con una sonrisa amplia, se fue al mercado a comprar ingredientes para un rico pastel y también algunas decoraciones.

- “¡Hoy será un día especial! ” - se decía mientras caminaba alegremente.

Cuando llegó a casa, empezó a pensar en a quién invitar. Con mucha emoción, unió a todos sus amigos del bosque: el Conejo, la Tortuga, el Zorro y hasta el Pájaro Carpintero. Todos estaban emocionados por la sorpresa.

Pero en algún lugar del bosque, el lobo, que siempre estaba buscando alguna oportunidad para hacerse notar, se enteró de los planes de Caperucita.

- “¿Fiesta? ¡Interesante! ” - murmuró el lobo para sí mismo. - “Esto no puede quedar así.”

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la casa de la abuela y tocó la puerta.

- “Hola, abuelita, ¡tengo una noticia para vos! ”

La abuela, sorprendida, le preguntó:

- “¿Qué noticia es esa, querido lobo? ”

- “Caperucita está organizando una fiesta sorpresa para tu cumpleaños. ¡A la noche, serán todos los amigos! ”

La abuela, que ya sabía de la fiesta, decidió hacerse la sorprendida.

- “¡Oh, qué sorpresa! No tenía idea.”

El lobo frunció el ceño.

- “¿No te parece que debería ser la primera en saberlo? ¡Yo podría haber ayudado! ”

- “No, no, está todo bien así. Caperucita lo está organizando con mucho cariño.” - le contestó la abuela con una sonrisa.

El lobo se sintió aún más frustrado. ¿Quién se creía Caperucita para hacer algo sin su ayuda? Sin más, decidió hacer de las suyas e ir a arruinar la fiesta. En la tarde, se acercó a la casa de Caperucita y comenzó a imitar ruidos extraños desde los arbustos.

- “¡Buu! ” - gritó el lobo.

Caperucita y sus amigos saltaron y quedaron muy asustados.

- “¡¿Quién anda ahí? ! ”, - preguntó la Tortuga, temblando.

- “¡Es solo el lobo! ” - respondió Caperucita, tratando de sonar valiente. - “No dejemos que nos arruine la fiesta.”

Pero el lobo no se detuvo ahí. Comenzó a tocar la puerta de la abuela y a hacer ruidos para que todos pensaran que estaba enojado.

- “¡Dejen de hacer la fiesta en mi bosque! ” - gritó el lobo, y, aunque los amigos de Caperucita tenían miedo, ella decidió hablar con él.

- “Lobo, no puedes quitar la alegría de este día. Mi abuela merece ser festejada.”

El lobo, aún enojado, le respondió:

- “Pero me dejaste afuera. ¡Solo quería ser parte de la diversión! ”

Entonces Caperucita tuvo una idea brillante.

- “¡Por supuesto que podés! ¿Por qué no te unes a nosotros y ayudás a hacer la fiesta aún más divertida? ”

El lobo, sorprendido, se quedó callado por un momento.

- “¿De verdad? ”

- “Sí, ven a ayudar con la decoración. Seguramente tenés algunas ideas creativas.” - le dijo Caperucita, con una sonrisa.

El lobo aceptó la oferta. Se unió a ellos, se puso a ayudar a decorar y hasta hizo un truco con sus garras que hizo reír a todos. La fiesta se convirtió en la mejor del bosque, llena de risas, juegos y sorpresas.

Finalmente, cuando la abuela llegó a casa, todos gritaron al unísono:

- “¡Sorpresa! ”

La abuela, sonriendo de oreja a oreja, abrazó a Caperucita y al lobo.

- “¡Este fue el mejor cumpleaños de todos! ” - dijo, emocionada.

El lobo, que se sentía parte de algo especial, se sonrojó.

- “Gracias, Caperucita. Nunca pensé que sería tan divertido.”

Así, el lobo aprendió que la alegría se multiplica cuando uno comparte, y Caperucita vio que, a veces, los que parecen ser enemigos pueden convertirse en amigos. Desde entonces, el lobo fue un habitual en las fiestas del bosque, y todos juntos disfrutaron de muchas más aventuras.

FIN.

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