Cenicienta y el Remedio de la Amistad



En un pequeño y tranquilo pueblo de Argentina, vivía una joven llamada Cenicienta. Era una chica amable y trabajadora que siempre ponía a los demás antes que a sí misma. Su madrastra y sus dos hermanastras, aunque eran un poco malhumoradas, nunca habían comprendido verdaderamente la bondad que había en su corazón. Cenicienta pasaba sus días cuidando de la casa y de las flores del jardín.

Un día, el rey del pueblo decidió organizar un gran baile en el castillo y todos estaban emocionados. Sin embargo, la madrastra de Cenicienta le prohibió asistir. Ella no quiso discutir y se resignó a quedarse en casa.

"No es justo que no pueda ir", se dijo Cenicienta mientras miraba por la ventana, viendo cómo todos sus amigos se preparaban para la gran noche.

Cuando su madrastra y sus hermanas se fueron al baile, Cenicienta se quedó sola en la casa. En ese momento, a su puerta llegó un ratón llamado Ramón, que era conocido por su gran ingenio.

"¿Por qué tan triste, Cenicienta?", le preguntó Ramón.

"No puedo ir al baile, mi madrastra no me deja", respondió ella con un suspiro.

"¡Eso no puede ser! Debes ir. Hay que encontrar la manera de que asistas", dijo Ramón con determinación.

Ramón pensó y pensó, y finalmente hizo una propuesta.

"Voy a ayudarte a ir al baile, pero primero necesito que te unas a mí en una cosa.

"¿Qué es, Ramón?" preguntó Cenicienta.

"¡Vamos a organizar un club de amigos aquí! Pero no un club cualquiera, sino uno donde todos los que se sientan solos o excluidos puedan venir. Si lo hacemos, así podrás demostrarle a tu madrastra que tienes amigos que te valoran."

Cenicienta pensó que era una idea brillante. Así que comenzó a trabajar con Ramón, decorando la casa con flores del jardín y preparando deliciosas galletitas. Con el tiempo, seres del bosque y otros jóvenes del pueblo comenzaron a asistir, compartiendo risas y alegrías en el club de Cenicienta.

Una noche, mientras cenaban galletitas y contaban historias, una de sus nuevas amigas, una pequeña ardilla llamada Tita, le lanzó una idea:

"Cenicienta, ¿y si todos vamos al baile juntos? ¡Podemos hacer que tu madrastra vea lo valiosa que sos!"

Cenicienta asintió, aunque un poco dudosa. Pero sus amigos estaban tan entusiasmados que su propio corazón se llenó de valor.

Cuando llegó la noche del baile, su madrastra y hermanastras estaban ya en el castillo, pero Cenicienta y sus amigos se presentaron en la puerta del baile. Al principio, la madrastra las miró con un gesto de sorpresa y desdén.

"¿Qué hacen ustedes aquí? No tienen nada que hacer en una fiesta de la realeza", dijo, sin creer que eran bienvenidos.

Pero los amigos de Cenicienta se unieron en un coro de risas.

"¡Estamos aquí para mostrar que la amistad es la verdadera belleza!", gritaron desde lo profundo de sus corazones.

El rey, que estaba cerca, escuchó la esencia de sus palabras y se acercó.

"¿De qué se trata esto?"

Y Cenicienta, con la voz firme, empezó a narrar.

"Vine a demostrar que la amistad puede superar todos los obstáculos. No me dejé quedar fuera de un lugar que no me valora. La belleza está en el corazón, y el verdadero valor está en ser un buen amigo."

El rey sonrió, entendiendo el mensaje.

"Cada uno tiene su lugar aquí, y es el amor y la amistad lo que nos junta. Vamos a disfrutar juntos".

La música comenzó a sonar y Cenicienta, junto a sus amigos, bailaron con alegría. Mientras tanto, las hermanastras no podían creer lo que veían. El corazón de su madre comenzó a cambiar, reconociendo cuán equivocada había estado al menospreciar a Cenicienta.

"Quizás necesitamos aprender de tu bondad", admitió una de las hermanastras, con algo de vergüenza.

Y así, la historia de Cenicienta se convirtió en un cuento de aceptación, amistad y transformación.

Cenicienta no solo deslumbró en la fiesta, sino que también cambió el corazón de su familia. Desde aquel día, el hogar se llenó de risas y el club de amigos siguió creciendo, demostrando que la verdadera magia está en la unión y la amistad.

FIN.

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