Coco el Cocodrilo y su Aventura Acuática



En un caluroso día en la selva, un pequeño cocodrilo llamado Coco se encontraba inquieto. A pesar de que llevaba ya 7 años en este mundo, había algo que le inquietaba. Desde siempre había tenido ganas de nadar en el río, pero temía no saber cómo.

Coco, con su piel verde brillante y sus ojos curiosos, decidió que era hora de pedir ayuda. Así que se acercó a su amigo el Zorro.

"Hola, Zorro, ¿me ayudas a aprender a nadar?" - le preguntó Coco con un tono esperanzado.

"Claro, Coco, nadar es muy divertido. Pero, ¿estás seguro de que quieres aprender?" - respondió el Zorro, un poco sorprendido.

"¡Sí, muy seguro!" - exclamó Coco.

El Zorro llevó a Coco a la orilla del río. Cuando vieron el agua cristalina, Coco se sintió un poco nervioso, pero decidió intentarlo. Se adentró un poco en el agua y, de repente, un pez apareció nadando alegremente a su lado.

"¿Qué te pasa, amigo?" - preguntó el pez.

"Quiero aprender a nadar, pero estoy asustado" - confesó Coco.

"No hay nada de qué preocuparse, ¡solo diviértete!" - dijo el pez mientras se alejaba, haciendo piruetas en el agua.

Coco intentó nadar, pero no pudo. Decidió buscar más ayuda. Ahí encontró al Lagarto, que estaba tomando el sol en una roca.

"Lagarto, ¿puedes enseñarme a nadar?" - pidió Coco.

"Claro, pero primero, prueba a flotar. Es la clave" - dijo el Lagarto con una sonrisa.

Coco se tumbó en el agua, pero a los pocos segundos empezó a preocuparse nuevamente. Volvió a la orilla, frustrado.

"Creo que nunca aprenderé" - se quejó Coco.

El Lagarto lo miró con comprensión y le sugirió que hablara con la Vaca, ya que siempre estaba dando consejos.

Coco se acercó a la Vaca que estaba pastando.

"Vaca, ¿me podrías ayudar a nadar?" - preguntó Coco.

"Por supuesto, ¡pero tienes que creer en ti mismo! Solo lánzate al agua y no mires atrás" - aconsejó la Vaca, moviendo su cabeza de un lado a otro.

Inspirado, Coco, decidió seguir el consejo de la Vaca. Sin embargo, al llegar al río de nuevo, fue un pez globos quien nadó junto a él.

"¿Qué te ocurre, Coco? Estás muy callado." - le preguntó el pez.

"Quiero aprender a nadar pero me da miedo fallar" - confesó Coco.

El pez reflexionó y dijo:

"Todos tenemos miedo al principio, pero lo importante es intentarlo. ¡Vamos!" - y se lanzó al agua como si fuera un torbellino.

De pronto, Coco se sintió emocionado e hizo lo mismo. Se lanzó al agua y sintió la frescura alrededor de su cuerpo. Para su sorpresa, comenzó a nadar. ¡Finalmente estaba nadando!

Coco nadó y nadó como nunca antes. Luego, se encontró con la Ballena, que estaba paseando por el río junto a su familia.

"¡Mirá cómo nado, Ballena!" - gritó Coco lleno de alegría.

La Ballena rió y dijo:

"¡Así se hace, Coco! Te felicito, ¡nadar es lo mejor!" - y nadó junto a Coco, dándole más confianza.

Satisfecho y emocionado, Coco se sentó en la orilla, completamente feliz. Había aprendido a nadar y había pedido ayuda a varios amigos. Pero entonces, recordó algo que el Cocodrilo Sabio siempre decía.

Así que se dirigió a buscarlo al fondo del bosque. Al llegar, lo encontró meditando bajo un árbol.

"Cocodrilo Sabio, he tratado de aprender a nadar pidiendo ayuda a mis amigos, ¡y ahora sé nadar!" - exclamó Coco.

"Sabes, Coco, lo más importante es que el verdadero instructor ya estaba dentro de ti. Siempre supiste cómo nadar, solo necesitabas un empujón" - respondió el Cocodrilo Sabio con una sonrisa.

Coco se sintió libre. Comprendió que a veces solo necesitamos un poco de confianza para descubrir nuestras habilidades internas.

Y así, Coco se convirtió en un excelente nadador, no solo divirtiéndose en el agua, sino también ayudando a otros animales que querían aprender a nadar. Desde ese día, cada vez que alguien le pedía ayuda, él estaba siempre dispuesto a dar ese empujón que él también había necesitado.

Y así, los días pasaron en la selva, llenos de risas y chapuzones, mientras Coco ayudaba a otros a aprender a nadar, siempre recordando cuánto había crecido y aprendido a través de su valentía.

FIN.

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