Dante y sus amigos en la Luna



Era una vez, en un barrio de Buenos Aires, un grupo de amigos inseparables: Dante, Valentina, Mateo y Sofía. Desde chicos, soñaban con convertirse en astronautas y explorar el espacio. Un día, mientras jugaban en el parque, Dante propuso:

"¿Y si hacemos una nave espacial con cosas recicladas y nos vamos a la Luna?"

Los demás se miraron emocionados, y juntos comenzaron a recolectar cajas, botellas y otros materiales para construir su nave. Fue un trabajo en equipo y, tras unas semanas, lograron una fabulosa nave que pintaron de colores brillantes.

"¡Listo, estamos listos para despegar!" - exclamó Mateo, mirando con orgullo su creación.

La aventura comenzó una noche clara. Con linternas en mano, se metieron en la nave y uno de ellos, Valentina, que era muy buena con los números, dibujó un mapa imaginario para llegar a la Luna.

"En tres, dos, uno... ¡Despegamos!" - gritó Sofía, mientras todos hacían sus mejores imitación de un cohete despegando.

A medida que viajaban, comenzaron a ver estrellas brillantes. Pero de repente, el espacio se oscureció y una nube de polvo espacial se interpuso en su camino.

"¡Oh no! ¿Qué hacemos?" - preguntó Mateo, con un poco de preocupación.

Dante, siempre pensativo, respondió:

"Calma. Si podemos encontrar una forma de navegar, podemos salir de este lío. Valentina, ¿qué dicen tus cálculos?"

Valentina se concentró y dijo:

"Debemos movernos a la izquierda y activar el ventilador de nuestra nave... ¡Eso puede despejar el camino!"

Todos se pusieron a trabajar rápidamente, moviendo la nave a la izquierda y poniendo en marcha su ventilador hecho con un viejo ventilador de escritorio. Por suerte, el polvo comenzó a dispersarse y pudieron continuar su viaje.

Finalmente, llegaron a la Luna. Al bajar de su nave, se quedaron maravillados al ver el paisaje lunar. Todo era gris y silencioso, pero muy hermoso. Saltaron por todos lados, disfrutando de la gravedad mínima.

"¡Miren!" - gritó Sofía, emocionada mientras flotaba en el aire.

Mientras exploraban, encontraron un extraño objeto brillante que parecía un cristal. Valentina lo tomó con cuidado y dijo:

"Parece una piedra lunar. ¡Imaginen lo que podemos aprender de ella!"

De repente, un pequeño robot apareció del horizonte. El robot, que se presentó como Luna, era un habitante de ese lugar.

"Hola, amigos terrícolas. Soy Luna. Nunca había visto a niños como ustedes en mi hogar.

"¡Hola, Luna!" - dijeron todos juntos.

Luna les explicó que la piedra que encontraron era especial, ya que contenía información sobre el universo. A través de un proyector, les mostró imágenes de otras galaxias y cómo habían sido formadas.

"Este cristal nos enseña que cada uno de nosotros es parte del mismo universo y que debemos cuidar nuestro planeta" - les dijo Luna con una sonrisa.

Dante y sus amigos escucharon atentamente y decidieron que, al regresar a la Tierra, compartirían lo que aprendieron con todos. Después de un día lleno de aventuras y nuevos conocimientos, los amigos sabían que era momento de regresar.

"Gracias, Luna. Prometemos cuidar nuestro planeta y aprender más sobre el universo" - dijo Mateo.

"Siempre estaré aquí, en la Luna, esperando que regresen" - respondió el robot, mientras los amigos se despedían.

Al volver a su barrio, cada uno de ellos se comprometió a hacer algo por su planeta. Así que, formaron un club llamado ‘Los Guardianes de la Tierra’ y comenzaron a realizar acciones para cuidar el medio ambiente, desde reciclar hasta plantar árboles.

Nadie olvidó su increíble aventura en la Luna. Siempre recordarán que aprender y respetar su hogar era tan importante como soñar en grande. Y cada noche, al mirar al cielo, se prometían que algún día volverían a visitar a su amigo Luna.

Y así, Dante y sus amigos aprendieron que si se trabaja en equipo y se cuida el lugar donde vivimos, no hay límites para donde se puede llegar en el universo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!