El Árbol Alegre



En un bosque lleno de vida, había un árbol realmente especial llamado Álvaro. Era conocido como el árbol alegre porque siempre estaba lleno de risas y sonrisas. Cada mañana, los animales del bosque se acercaban a él para escuchar sus historias y disfrutar de su sombra fresca. Álvaro tenía una particularidad: su corteza era tan suave como el terciopelo y sus hojas brillaban como esmeraldas bajo el sol.

Un día, un grupo de ardillas decidió hacer una competencia para ver quién podía recolectar más nueces en un día. "Yo puedo recoger más nueces que vos, Juanito" -gritó una ardilla llamada Sofía.

"No, yo soy el mejor recolector de nueces" -replicó Juanito, mientras saltaba de rama en rama.

Álvaro, al ver el alboroto, decidió intervenir. "Chicos, ¿por qué no hacemos un juego en lugar de competir? Podríamos encontrar un lugar donde todos puedan disfrutar juntas las nueces que recojan".

Las ardillas se miraron confundidas. "Pero, Álvaro, ¡la competencia es más divertida!" -dijo una de las ardillas más pequeñas, llamada Lila.

"Entiendo, pero a veces compartir puede ser incluso más divertido. ¿Qué tal si al final del día hacemos una gran fiesta con las nueces que recojan?" -propuso el árbol.

Las ardillas se pensaron la idea y pronto comenzaron a sonreír. "¡Eso suena genial!" -gritó Sofía. Así que, decidieron trabajar juntas y no como rivales. Corrieron por el bosque, recolectando nueces y riendo juntas, mientras contaban historias de sus aventuras.

Al caer la tarde, regresaron al árbol alegre con sus nueces en las patitas. "¡Miren cuántas tenemos!" -exclamó Juanito con los ojos brillantes.

"Ahora, hagamos una gran fiesta y compartamos!" -dijo Álvaro.

Las ardillas comenzaron a preparar todo: hicieron pequeños montones de nueces, organizaron una mesa hecha de hojas y construyeron un espacio cómodo donde todos pudieran sentarse. Invitaron a otros animales del bosque, incluyendo pájaros, ciervos y conejos. La ocasión fue perfecta para celebrar la amistad y la colaboración.

"¡Gracias, Álvaro! Eres el mejor organizador de fiestas" -le dijo Lila mientras ayudaba a distribuir las nueces.

"Sí, gracias por enseñarnos que divertirnos juntos es aún mejor que competir" -añadió Sofía.

Esa noche, el bosque se llenó de risas, canciones y del delicioso aroma de las nueces. Todos los animales se unieron para celebrar no solo la cosecha, sino también la amistad que habían fortalecido. Álvaro se sintió más alegre que nunca, ya que había logrado su objetivo de unir a sus amigos.

Pero al día siguiente, mientras todos disfrutaban de su fiesta diaria, algo inusual sucedió. Un fuerte viento comenzó a soplar y las nubes comenzaron a oscurecer el cielo. Los animales comenzaron a asustarse. "¿Qué vamos a hacer?" -preguntó Juanito con una voz temblorosa.

Álvaro, con su voz tranquila, les dijo: "No se preocupen, amigos. Comprender que los temporales son parte de la vida nos hará más fuertes. Debemos encontrar un lugar seguro para refugiarnos todos juntos mientras pase el viento".

Así que, guiando a sus amigos, Álvaro mostró un claro en el bosque donde podrían resguardarse. "Siempre es mejor estar juntos y cuidarnos unos a otros, incluso en las tormentas. Juntos somos más fuertes".

Las ardillas y todos los demás animales se acurrucaron cerca de Álvaro, quien les tranquilizó con sus sabias historias sobre el bosque. Cuando el viento finalmente calmó, los animales ya no tenían miedo, sino que se sintieron más unidos.

"¡Gracias por ser un árbol tan sabio!" -dijo Lila, con el rostro lleno de gratitud.

Álvaro sonrió y respondió: "La amistad y la unión son lo más importante en toda aventura". Así, con cada nueva experiencia, el árbol alegre enseñó a sus amigos que la risa y la cooperación siempre iluminaban los días,

y que a pesar de las tormentas, unidos podían superar cualquier desafío.

FIN.

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