El Circo de los Miedos



En un pequeño pueblo de Argentina, había dos chicas muy especiales que se llamaban Fernanda y Francesca. Desde pequeñas, habían soñado con convertirse en payasas y hacer reír a todos. Sin embargo, a pesar de sus intenciones, sus trajes de payaso coloridos y sus grandes zapatos les hacían lucir un tanto aterradoras para los más pequeños del lugar.

Un día, decidieron organizar un espectáculo en la plaza central del pueblo. Eran tres semanas antes de la presentación y decidieron que tenían que practicar mucho para asegurarse de que todo saliera perfecto.

"Francesca, creo que deberíamos añadir algunos chistes divertidos a nuestro número de payasas" - sugirió Fernanda.

"Sí, pero también necesitamos hacer algo que no dé miedo. Recuerda el último niño que se asustó y salió corriendo" - respondió Francesca, recordando la expresión de terror en el rostro del pequeño Juanito.

A medida que pasaban los días, Fernanda y Francesca se esforzaban por encontrar maneras de hacer reír a los niños sin asustarlos. Empezaron a practicar trucos de magia, malabares y, por supuesto, enormes globos de colores.

La noche del espectáculo llegó y la plaza estaba llena de niños y familias. Fernanda y Francesca, nerviosas pero emocionadas, esperaban su turno detrás de unas cortinas.

"¿Estás lista?" - preguntó Francesca.

"Sí, pero dudo que los niños quieran ver a unas payasas que dan miedo" - respondió Fernanda, mordiendo su labio inferior.

"¡No! ¡Hoy va a ser diferente!" - exclamó Francesca, con una gran sonrisa.

Cuando las chicas salieron al escenario, los niños miraban con ojos muy abiertos. Con sus pelucas de colores y caras pintadas, comenzaron a hacer malabares con pelotas y participaron en locas dinámicas que hacían reír.

"¡Miren cómo se caen mis pelotas!" - gritaba Fernanda mientras se dejaba caer de rodillas, y los niños estallaron en carcajadas.

"¡Yo soy la reina de los globos!" - exclamaba Francesca mientras se llenaba de globos de todos los colores.

Pero, de repente, un pequeño entre el público comenzó a llorar. Era Juanito, el mismo niño que antes se había asustado.

"¡No te asustes, Juanito!" - le dijo Fernanda desde el escenario. "Solo somos dos payasas que queremos hacerte reír. ¡Mira, tengo un pez de globos!"

Consecuentemente, Francesca tomó un globo, comenzó a darle forma y, al instante, creó un pez colorido y brillante. Juanito se detuvo y se limpió las lágrimas.

"¿Puedo tener uno?" - preguntó, un poco más aliviado.

"¡Claro!" - respondió Francesca y le entregó el pez de globos.

Con una sola acción, las chicas se dieron cuenta de que todo lo que necesitaban era ser ellas mismas y mostrar lo que realmente había detrás de su disfraz. Desde ese momento, comenzaron a hacer más graciosos y amigables sus sketches. Los niños, que al principio estaban atemorizados, comenzaron a interactuar y a reírse cada vez más.

El espectáculo concluyó con Fernanda y Francesca lanzando globos al público y aplaudiendo a los niños por su valentía. Al final, se despidieron mientras agradecían a todos por haber compartido la tarde con ellas.

"Recuerden, siempre hay un lado divertido incluso en lo que parece aterrador" - dijo Fernanda.

"¡Sí! Y los miedos son solo parte de la aventura!" - agregó Francesca con entusiasmo.

Al día siguiente, en la plaza, Juanito se acercó a ellas.

"¡Hola, payasas! Ya no les tengo miedo. Me encanta su show y quiero ser payaso como ustedes!"

Fernanda y Francesca sonrieron.

"¡Eso es maravilloso! Todos pueden ser payasos. Solo hace falta un poco de alegría y ganas de jugar" - dijo Fernanda.

"Y nunca olviden que los miedos se pueden superar con risa y diversión" - agregó Francesca.

Desde ese día, Fernanda y Francesca no solo dieron espectáculos, sino que también comenzaron a enseñar a otros niños que no había nada que temer, que siempre se podía encontrar la alegría en lo cotidiano. Y así, la plaza se llenó de risas y globos, mientras los miedos se desvanecían juntos con los nuevos amigos que las chicas hacían cada día.

FIN.

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