El Color de los Deseos



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, cada mañana amanecía con sombras grises. Los habitantes habían olvidado lo que era vivir rodeados de colores, ya que habían creído por mucho tiempo que la vida nunca podría ser más brillante. Sin embargo, había un niño llamado Lucho que seguía soñando con un mundo lleno de colores.

Un día, mientras exploraba el bosque, Lucho encontró un pequeño pasadizo detrás de unos arbustos. Curioso, decidió entrar y se encontró con una puerta mágica. En la puerta, había un letrero que decía: "La llave de los colores está en tu corazón". Lucho sonrió, sintiendo una chispa de esperanza, y decidió tocar la puerta.

"¿Quién está ahí?" - preguntó una voz suave desde el otro lado.

"Soy Lucho, un niño del pueblo. Busco colores para mi hogar y mis amigos, que han olvidado cómo son" - respondió él con entusiasmo.

La puerta se abrió lentamente y Lucho entró en un mundo maravilloso, lleno de paisajes vibrantes y creaturas de todos los colores imaginables.

Allí conoció a un duende llamado Picazo, que pintaba el cielo con colores brillantes.

"¡Hola! Soy Picazo, el guardián de los colores. ¿Qué te trae a este lugar mágico?" - grito el duende mientras llenaba el cielo de nubes rosas y lilas.

"Vengo a buscar colores para Arcoíris. Mis amigos y yo estamos cansados de la monotonía grisa de nuestro pueblo" - Lucho contestó con un poco de tristeza.

"Los colores no están perdidos, solo necesitan ser despertados. ¿Estás dispuesto a ayudarlos a volver?" - preguntó Picazo.

"¡Claro! ¿Qué tengo que hacer?" - dijo Lucho emocionado.

Picazo le explicó que para traer los colores de regreso, debía afrontar tres desafíos, uno para cada color: rojo, azul y amarillo.

"El primero es el desafío del rojo: debes encontrar la flor Tomate. Solo florece en la cima de la montaña más alta. La flor te dará fuerza y valor" - anunció Picazo.

"¡Vamos!" - dijo Lucho decidido.

Tras un arduo camino de escaladas y esfuerzos, finalmente llegó a lo alto de la montaña. Allí, descubrió la hermosa flor Tomate.

"Eres valiente, Lucho. Lleva contigo este rojo que simboliza el amor y la valentía" - le dijo la flor, transformándose en un hermoso destello que lo rodeó.

Al regresar con Picazo, el cielo se llenó de nubes rojas que danzaban alegremente. Pero Lucho sabía que aún quedaban dos desafíos.

"Ahora vas al desafío del azul. Debes recuperar la gema Marina, que está custodiada por un dragón en el lago Brillante" - explicó Picazo.

"¿Un dragón? No sé si puedo..." - dudó Lucho.

"Recuerda, todo lo que se necesita está en tu corazón" - lo alentó Picazo.

Lucho viajó hacia el lago y, aunque asustado, se acercó al dragón. Este, sorprendentemente amable, le dijo:

"Me alegro de que tengas valor, niño. La gema Marina representa la tranquilidad, pero solo puedes llevártela si una vez me cuentas un deseo sincero".

"Deseo ver sonrisas en los rostros de mis amigos y que nunca pierdan la esperanza" - contestó Lucho con sinceridad.

El dragón sonrió y le entregó la gema, la cual convirtió todo a su paso en un radiante azul. Con ello, Lucho se sintió más confiado, pero aún faltaba el último desafío.

"Ahora, la prueba final, el desafío del amarillo. Necesitas el rayo de luz del sol, que solo brilla en el momento en que todos los colores se unen" - desafió Picazo.

"¿Cómo puedo hacer que los colores se unan?" - se preguntó Lucho.

Lucho se dio cuenta de que debía invitar a todos los entes mágicos del lugar a un festival. Así lo hizo, y en un hermoso día, se unieron todos. A medida que bailaban y celebraban, los colores empezaron a fundirse en una danza milagrosa.

El sol brilló con toda su fuerza, y un rayo amarillo salió de él, iluminando el bosque y creando una explosión de colores.

"¡Lo lograste, Lucho! Has traído de vuelta los colores a este mundo!" - gritó Picazo mientras el cielo se llenaba de mil colores.

Lucho regresó a su pueblo con el corazón repleto de colores. Desde ese día, Arcoíris nunca volvió a ser gris, y sus habitantes aprendieron a apreciar la belleza de los colores y la importancia de la valentía y la sinceridad.

"Gracias, Lucho. Has renovado nuestra esperanza" - dijeron todos los habitantes, sonriendo.

"No fui solo yo, fue el amor de todos y la fuerza del corazón" - respondió Lucho, lleno de orgullo por haber hecho algo grande.

Y así, el niño se convirtió en el emblemático promotor de la alegría, la amistad y la confianza, enseñando a los demás que la belleza de la vida está a solo un deseo sincero de distancia.

Desde ese día, Arcoíris floreció en un espectáculo de colores, y cada vez que llovía, recordaban a Lucho y cómo los colores pueden cambiar el mundo.

Y así, cada mañana, el pueblo despertaba bajo un esplendoroso arcoíris que cantaba: "Los colores viven en tu corazón".

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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