El Día de la Gran Exposición



En una pequeña escuela del barrio, vivía una niña llamada Valentina, que siempre fue muy curiosa. Tenía una pasión especial por las estrellas y los planetas. Cada vez que miraba al cielo nocturno, sentía que su corazón se llenaba de preguntas. Por eso, su maestra, la señorita Clara, había decidido que el tema de su exposición sería el sistema solar.

"Esta noche, tengo que prepararme muy bien”, pensó Valentina mientras llevaba su material de estudio a su habitación. Tenía un libro sobre astronomía, colores para hacer un poster y su tablet con videos sobre el espacio. No podía dejar pasar la oportunidad de hacer la mejor exposición de su vida.

Valentina se sentó en su escritorio y comenzó a repasar.

"Las estrellas son gigantes de gas, y hay millones de ellas, son como soles... ¡Y hay planetas que giran a su alrededor!" - murmuró emocionada.

En la mesa de su comedor, su mamá la interrumpió.

"Valentina, ¿tenés todo lo que necesitás para mañana?"

"Sí, mamá. Tengo el libro, el poster y hasta preparé un video corto de las lunas de Júpiter. ¡Nada puede salir mal!"

Pero, de repente, sonó la campana que anunciaba el final del día. Era hora de dormir, pero Valentina aún tenía tanto por hacer.

A la mañana siguiente, Valentina se despertó con la energía de un cohete. Se preparó rápidamente y llevó su material a la escuela, emocionada por presentar su proyecto. Sin embargo, al llegar, notó que había olvidado el poster en casa.

"¡Ay no! , ¿qué voy a hacer ahora?" - dijo angustiada.

"No te preocupes, Valen. ¿Viste que en la sala de arte hay cartulinas y colores?" - le sugirió su amiga, Ana.

"¡Es verdad! Tengo que improvisar. Gracias, Ana."

Valentina fue corriendo a la sala de arte y comenzó a dibujar rápidamente los planetas y las estrellas. Con cada trazo, su confianza aumentaba.

"¡Listo! A pesar de todo, estoy feliz con este poster improvisado" - dijo mientras admiraba su creación.

Finalmente, llegó el momento de su exposición. Todos los compañeros estaban sentados y la señorita Clara sonreía desde el fondo del aula. Valentina respiró hondo y empezó a hablar con entusiasmo.

"Hoy les voy a contar sobre el sistema solar y cómo los planetas giran alrededor del sol, que es una estrella gigante..."

Los compañeros la escuchaban con atención. Cuando llegó al video que había preparado, se dio cuenta de que se había olvidado de llevarlo.

"¡Oh no!" - exclamó Valentina.

Pero en vez de rendirse, decidió hacer algo diferente.

"Voy a contarles sobre Júpiter y sus lunas... como las historias que leí. Imaginemos que somos astronautas y estamos arriba ahora mismo. ¡Miren!" – y alzó las manos como si estuviera flotando en el espacio. Todos rieron y la siguieron.

"¡Por supuesto! En Júpiter, hay lunas como Ío, que tiene volcanes, y Europa, que puede tener agua bajo su superficie... ¡Es como un mundo lleno de sorpresas!"

La espontaneidad y la energía de Valentina cautivó a sus compañeros. Al finalizar, recibió un aplauso fuerte y sincero.

"¡Valentina, hiciste un excelente trabajo!" - la felicitó la señorita Clara. "A veces, los mejores momentos vienen de la improvisación y la creatividad. Estoy muy orgullosa de ti."

Valentina se sintió radiante. Había aprendido que no siempre se necesita tener todo planeado para brillar. A veces, la pasión y un poco de improvisación son las herramientas más poderosas.

Cuando volvió a casa, su mamá la esperó en la puerta.

"¿Cómo salió tu exposición?"

"La mejor, mamá. Olvidé algunas cosas, pero improvisé y usé todo lo que tenía a mano. ¡Fue genial!"

"Me alegra mucho, Valentina. Recuerda: ¡el universo está lleno de estrellas, y tú también eres una!"

Esa noche, mientras miraba las estrellas por la ventana, Valentina sonrió. Sabía que su pasión por las estrellas apenas empezaba. El cielo era el límite, y siempre había algo nuevo por descubrir.

FIN.

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