El Duende y su Tesoro Perdido



Érase una vez en un bosque mágico, un pequeño duende llamado Tito. Tito era muy travieso y siempre tenía una gran sonrisa en su rostro. Un día, decidió que era momento de buscar su tesoro escondido. Su tesoro no era oro ni joyas, sino un montón de sorpresas que había guardado durante años en su pequeña caja favorita.

Tito salió de su acogedora casita hecha de hojas y ramitas, decidido a encontrar su tesoro. Mientras caminaba, se encontró con su amiga la mariposa, Lila.

"¿A dónde vas tan apurado, Tito?" - preguntó Lila.

"¡Voy a buscar mi tesoro perdido!" - respondió Tito con entusiasmo.

"¿Puedo acompañarte?" - preguntó Lila.

"¡Claro! Cuantos más, mejor. ¡Vamos!"

Juntos comenzaron la aventura. Primero llegaron a un arroyo que brillaba bajo el sol. Tito decidió que era un buen lugar para descansar un momento.

"¿Y si hacemos un juego?" - sugirió Lila.

"¡Genial!" - exclamó Tito.

Jugaron a saltar sobre las piedras, pero cuando Tito fue a dar su salto, cayó al agua.

"¡Ay, Lila!" - gritó Tito mientras salía empapado. "No puedo buscar mi tesoro así. Necesito secarme."

Lila, muy compasiva, usó sus alas para hacer viento y secar a su amigo. Luego, siguieron su camino y llegaron a un claro lleno de flores.

"Mirá qué hermoso lugar, Tito. Aquí hay muchas flores. ¿No deberíamos hacer un collar?" - preguntó Lila, emocionada.

"¡Sí! Pero primero, tengo que encontrar mi tesoro." - dijo Tito, un poco distraído.

Mientras buscaban entre las flores, escucharon un ruidito extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Tito, con un poco de miedo.

"No te preocupes, ¡vamos a investigar!" - le dijo Lila, volando hacia el sonido.

Se acercaron y descubrieron a un pequeño ratón que estaba tratando de sacar su colita de un arbusto espinoso.

"¡Hola! Soy Tito, el duende. ¿Necesitás ayuda?" - preguntó Tito.

"¡Sí, por favor! Mi colita quedó atrapada aquí..." - dijo el ratón, muy asustado.

"No te preocupes, vamos a ayudarte. Juntos, podemos sacar tu colita." - dijo Lila, mientras Tito trataba de desenredar al ratón.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, lograron liberar al pequeño ratón.

"¡Gracias, amigos! Son los mejores. ¿Cómo puedo recompensarles?" - dijo el ratón.

"No hace falta, hicimos esto porque es lo correcto." - respondió Tito, con una sonrisa.

"Pero si buscan un tesoro, tal vez yo les puedo ayudar. En el camino hacia el tesoro, vi algo brillando en un arbusto. ¡Podría ser lo que buscan!" - sugirió el ratón.

Tito y Lila se miraron emocionados.

"¡Vamos a ver!" - gritaron al unísono.

Siguieron al ratón hasta el arbusto, y al llegar, encontraron una pequeña caja brillante.

"¡Es mi tesoro!" - gritó Tito, saltando de alegría.

Abrieron la caja y dentro encontraron no solo juguetes y sorpresas, sino también muchos dulces.

"¡Esto vale más que oro!" - exclamó Tito.

"Pero recuerda, Tito, lo más valioso es la amistad que hiciste en el camino." - le recordó Lila, sonriendo.

Tito miró a sus amigos, y se dio cuenta de que el verdadero tesoro eran ellos y las aventuras que habían vivido juntos.

"Gracias, chicos. ¡Nunca voy a olvidar esto!" - dijo Tito, abrazando a Lila y al ratón.

Y así, Tito, Lila y el ratón disfrutaron de una tarde de juegos y dulces, felices por haber encontrado no solo un tesoro, sino también una valiosa amistad que duraría para siempre.

Desde ese día, Tito aprendió que a veces el viaje y las personas que conocemos son el verdadero tesoro.

FIN.

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