El Encuentro de los dos Mundos



Había una vez un niño llamado Leo que había nacido con una discapacidad. Su vida era algo diferente a la de otros niños, pero eso nunca le impidió soñar y querer vivir aventuras. Leo adoraba el cielo y todos los colores que se reflejaban en él. A menudo se sentaba en su ventana mirando las nubes y preguntándose cómo sería volar entre ellas.

Un día, mientras jugaba en el parque, se encontró con una niña, Sofía, que también tenía una discapacidad. Al principio, Leo se sintió un poco tímido, pero Sofía sonrió y se acercó a él.

"Hola, ¿te gustaría jugar?" - preguntó Sofía con entusiasmo.

Leo no podía creerlo. Alguien que entendía sus sentimientos y su mundo.

"¡Hola! Sí, me encantaría jugar!" - respondió Leo, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

Sofía y Leo comenzaron a jugar juntos. Se inventaron un juego que consistía en que ambos eran pilotos de naves espaciales que viajaban a diferentes planetas. Los dos diseñaron sus naves con colores brillantes y les pusieron nombres divertidos, como "Estrella Fugaz" y "Galaxia Feliz".

Día tras día, se volvieron inseparables. Se ayudaban mutuamente en las actividades del parque y compartían sus sueños y esperanzas. Un día, mientras estaban en un rincón del parque, Sofía miró a Leo con seriedad y dijo:

"Leo, ¿alguna vez te has sentido triste porque no puedes hacer ciertas cosas?" - preguntó Sofía.

Leo pensó un momento antes de responder:

"A veces, pero siempre encuentro alguna manera de ser feliz. Por ejemplo, cuando vuelo con mi nave "Estrella Fugaz" en mi imaginación, me siento libre."

Sofía sonrió y dijo:

"Yo también, y por eso sé que podemos hacerlos juntos. ¡Volar en nuestra imaginación es lo mejor!"

A partir de ese día, los juegos de Leo y Sofía se volvieron aún más especiales. Se inventaban historias acerca de vivir en planetas donde todo era colorido y donde podían correr como instantes felices entre las estrellas. Sin embargo, no todo era siempre un viaje divertido.

Un día, mientras jugaban, Leo escuchó a algunos chicos que se reían y decían cosas hirientes sobre ellos. Esto hizo que Leo se sintiera mal y se distrajo de su juego.

"¿Por qué se ríen de nosotros, Sofía?" - preguntó Leo, con una lágrima en los ojos.

"No lo sé, pero recuerda lo que hacemos en nuestra imaginación. Ellos no saben lo felices que somos en nuestro mundo."

Leo sonrió levemente, pero aún sintió que las palabras de los otros niños lo dolían. Esa noche, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Al día siguiente, cuando se encontró con Sofía, decidió hablar sobre ello.

"Sofía, creo que deberíamos mostrarles a todos lo que podemos hacer. Tal vez ellos solo no entiendan nuestro mundo."

Sofía asintió con entusiasmo:

"¡Sí! Organicemos un día de aventuras y traigamos a todos para que vean lo divertido que es soñar y jugar."

Con su entusiasmo, Leo y Sofía planeaban todo. Hicieron invitaciones coloridas y al día siguiente, en el parque, invitaron a todos los niños a participar en sus juegos creativos.

Los niños, al principio, eran un poco escépticos, pero conforme pasaba el día y veían cómo Leo y Sofía se divertían, comenzaron a unirse. Pronto, todos estaban volando en sus naves imaginarias, girando y riendo juntos.

"Wow, esto es increíble, nunca lo había pensado de esta manera!" - exclamó uno de los niños.

"¡Gracias por mostrarnos lo que es jugar con imaginación!" - dijo otro niño.

Al final del día, Leo y Sofía se sintieron llenos de alegría. No solo habían compartido su mundo con los demás, sino que habían unido a todos en una misma aventura. Desde ese día, el parque se llenó de risas, donde todos, sin importar sus diferencias, podían soñar y jugar juntos.

"Mira, Leo, así es cómo vuela nuestra amistad, como verdadero combustible de sueños" - dijo Sofía mientras se acariciaban el cielo imaginario.

Y así, Leo y Sofía enseñaron a todos que la felicidad no tiene límites y que, aunque a veces la vida te pone obstáculos, si te rodeas de quienes te entienden, siempre puedes encontrar formas de volar más alto.

FIN.

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