El Gran Desafío del Bosque Mágico



En un tranquilo pueblo donde todos los días lucían radiantes, vivían dos amigos inseparables: Sofía y Lucas. Sofía era una niña llena de energía, siempre corriendo y jugando, mientras que Lucas prefería leer cuentos y disfrutar de su tiempo en casa.

Un día, mientras paseaban por el bosque cerca de su escuela, escucharon un misterioso sonido. Intrigados, siguieron el ruido hasta encontrar un hermoso y brillante árbol que nunca habían visto antes. Al acercarse, un pequeño duende saltó con entusiasmo.

"¡Hola, amigos! Soy Viridiana, el duende del bosque. Estoy aquí para invitarlos a participar en el Gran Desafío del Bosque Mágico", dijo emocionado.

"¿Gran desafío? ¿De qué se trata?" preguntó Lucas, algo duditativo.

"Consiste en completar cinco actividades físicas diferentes en un día. Si lo logran, obtendrán un tesoro mágico que les ayudará a ser más fuertes y darles energía", explicó Viridiana.

Sofía, entusiasmada, exclamó: "¡Quiero hacerlo! Esto suena increíble, Lucas, ¡vamos!"

Lucas, aunque un poco nervioso, sonrió y dijo: "Está bien, lo intentaré."

Viridiana sonrió y sacó un mapa del bosque que indiaba los lugares de cada desafío. El primero era una carrera por el sendero (correr y saltar sobre piedras grandes).

"¡Rápido, Lucas!", gritó Sofía, mientras comenzaba a correr. Lucas la siguió, trotando un poco más despacio. Al llegar al final del tramo, Viridiana los abrazó.

"¡Excelente! Pero aún hay cuatro desafíos más por completar."

El segundo desafío era escalar un pequeño cerro. Sofía, llena de energía, ascendió rápidamente, pero Lucas empezó a cansarse.

"¡Vamos, Lucas! Solo un poco más, ¡vos podés!"

"¡No puedo más, Sofía!" se quejó él.

"¡Cierra los ojos y respira hondo!", le aconsejó Sofía.

"¿De verdad cree que puedo hacerlo?" preguntó Lucas, dudando.

"¡Claro! Si yo pude, vos también. Vamos!"

Motivado por el apoyo de su amiga, Lucas hizo un esfuerzo final y llegó a la cima. Ambos celebraron con alegría.

"¡Lo hicimos!" gritaron juntos.

El tercer desafío era nadar en un estanque cercano. Sofía se lanzaba con entusiasmo, pero Lucas dudaba.

"No sé nadar tan bien, Sofía. Estoy asustado", dijo nervioso.

"¡No te preocupes! Haremos una carrera de estilo libre. Vamos juntos, yo te sostengo si es necesario".

Luego de un rato nadando y riendo, Lucas se sintió más seguro y decidió intentarlo solo.

"¡Mirá! ¡Estoy nadando!" gritó al ver que podía mantenerse a flote.

"¡Sos un campeón, Lucas!" felicitó Sofía.

El cuarto desafío era atravesar un campo de flores haciendo saltos. Con cada salto, Lucas se volvió más alegre y comenzó a disfrutar.

"¡Esto es divertido!", exclamó.

Finalmente, el último desafío era un juego de atrapar la pelota. Sofía tenía mucha más experiencia, pero Lucas no se rindió y empezó a mejorar.

"¡Aunque no atrape la primera, seguiré intentándolo!", dijo decidido.

Finalmente, tras un día lleno de risas, esfuerzo y superación, volvieron donde Viridiana.

"¡Lo hicimos!" gritaron juntos mientras se acercaban al árbol brillante.

"¡Los felicito! han completado todos los desafíos", dijo el duende, entregándoles un pequeño cofre.

Al abrirlo, encontraron pulseras que iluminaban con colores y decían:

"Estas pulseras son un recordatorio de su fuerza y tenacidad. Cada vez que las lleven puestas, recordarán que nunca deben rendirse y que el ejercicio puede ser divertido, ¡así que sigan disfrutando de la aventura!"

Desde aquel día, Sofía y Lucas siempre encontraron tiempo para hacer ejercicio, ya sea saltando, corriendo o jugando, y nunca olvidaron su mágico desafío.

"Gracias, Sofía. Aprendí que hacer ejercicio no solo me hace sentir bien, sino que también puedo divertirme mucho!" dijo Lucas con una sonrisa nueva.

"¡Siempre juntos!" respondió Sofía.

Así, la vida en el pueblo se llenó de energía y diversión. Y mientras Sofía y Lucas jugaban en el parque, el bosque mágico brillaba con historias de amistad y aventura.

FIN.

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