El Gran Festival de las Palabras



En un pequeño pueblo llamado Palabrín, donde todos los habitantes eran expertos en el uso del lenguaje, se celebraba cada año el Gran Festival de las Palabras. Era un evento muy esperado por todos, ya que era la oportunidad de compartir historias, poemas y canciones.

Un día, Clara, una niña curiosa, decidió participar por primera vez. Aunque le encantaba escuchar, no estaba segura de poder hablar frente a tanta gente. "¿Y si no me entienden?" -se preguntaba mientras veía a los otros practicar su discurso.

Al llegar el día del festival, Clara se acercó al escenario. La plaza estaba llena de colores, risas y palabras flotando en el aire. Daniel, su amigo más extrovertido, ya estaba en el escenario. "¡Con mi primera palabra, quiero contarles sobre un viaje al espacio!" -anunció emocionado. La multitud aplaudió.

Luego llegó el turno de Marta, la más creativa de todas. "Voy a recitar un poema sobre la luna y el mar!" -dijo, mientras todos la escuchaban embelesados. Clara sintió que su corazón latía más rápido.

Finalmente, era su turno. Clara respiró hondo. "¡Hola! Soy Clara y... voy a hablar sobre lo que nuestras palabras pueden hacer!" -empezó.

A medida que hablaba, recordó todo lo que había aprendido sobre comunicación, decodificación y codificación. Las palabras eran más que sonidos; eran puentes que unían corazones y mentes. "Las palabras pueden construir amistades, resolver conflictos y hacer volar la imaginación!" -exclamó Clara con confianza.

De repente, un viento fuerte sopló y un grupo de cometas voló sobre el festival. Los niños dejaron de escucharla y comenzaron a correr tras los cometas. Clara, sintiéndose ignorada, pensó en dejar de hablar. Pero recordó las enseñanzas de su profesor sobre la importancia de la interacción. "¡Espera!" -gritó.

Con voz firme, Clara dijo: "¡Miren esas cometas! Cada una tiene una historia... ¿quién quiere inventarlas conmigo?" -La multitud se detuvo y miró hacia Clara. Eran invitados a jugar con las palabras. La emoción llenó el aire mientras los niños comenzaron a levantar la mano y dar ideas.

"Yo veo un dragón volando!" -gritó uno. "¡No! Es una princesa rescatando a su amigo!" -agregó otro. Clara sonrió al ver cómo todos se unieron en una gran historia.

El festival se volvió mágico; cada uno aportaba algo con sus palabras, creando cuentos que giraban y danzaban como las cometas. Clara se sintió feliz, no solo por haber superado su nerviosismo, sino por ver cómo la comunicación unía a todos.

Al finalizar el festival, retrasmitieron la historia que inventaron. Todos aplaudieron y corearon: "¡Las palabras son el mejor puente para conocernos!"

Y así, Clara aprendió que tiene poder en su voz y que las palabras, bien utilizadas, pueden llevarnos a aventuras inimaginables. Al volver a casa, sonrió al pensar en lo que haría el próximo año en el Gran Festival de las Palabras.

FIN.

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