El Gran Parpadeo



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivían cuatro amigos inseparables: Nico, Lila, Ben y Tobi. Cada día se encontraban en su lugar favorito, un viejo árbol bajo el cual compartían historias y aventuras.

Un día, mientras jugaban, una extraña nube apareció en el cielo, oscura y alargada, como un enorme sombrero. Esto hizo que los cuatro amigos se miraran con preocupación.

"¿Viste eso?" - dijo Lila, señalando la nube con su dedo.

"Sí, pero no creo que sea para tanto. Puede ser solo una tormenta," - respondió Ben.

"O una nube mágica que nos llevará a otro mundo!" - exclamó Tobi emocionado.

Mientras discutían sobre la nube, de repente, ocurrió algo inusual. Al cerrar los ojos para parpadear, todos sintieron un cambio profundo en el aire, casi como si el tiempo hubiera parado.

Cuando abrieron los ojos, todo había cambiado. El color del cielo era distinto, los árboles ya no eran verdes y el paisaje parecía desolado.

"¿Qué pasó?" - preguntó Nico con un nudo en la garganta.

"Esto... esto no se ve normal," - afirmó Lila, observando a su alrededor.

Los chicos decidieron que debían averiguar qué había sucedido, así que caminaron hacia el centro del pueblo, que ahora parecía un lugar desconocido. Las calles estaban vacías, y las casas, teñidas de gris, se veían tristes.

"Tal vez debamos hablar con la anciana Margarita. Ella siempre sabe cosas raras," - sugirió Ben.

"Buena idea, vamos!" - dijeron todos al unísono.

Al llegar a la casa de Margarita, la encontraron tejiendo una manta completamente blanca.

"Hola, niños. He estado esperándolos," - dijo con una sonrisa.

"¿Esperándonos? ¿Qué significa esto?" - preguntó Tobi, confundido.

"El Gran Parpadeo ha llegado. El mundo se ha cambiado en un parpadeo y cada uno de nosotros tiene una parte en esta historia," - explicó la anciana.

Margarita les contó que, cuando cerraron los ojos, el mundo se había oscurecido porque habían olvidado cuidar de él.

"¿Olvidar de cuidar el mundo?" - repitió Lila, asombrada.

"Sí, han estado más preocupados por jugar y menos por observar lo que los rodea. Ahora, todo depende de ustedes para traer de vuelta el color a este lugar," - dijo la anciana.

Los amigos miraron a su alrededor y, al principio, se sintieron abrumados, pero pronto comenzaron a pensar en lo que podrían hacer.

"Podemos plantar flores y ayudar a que crezcan los árboles," - sugirió Nico.

"¡Sí! Y debemos limpiar la basura que encontramos," - añadió Ben.

"Cada acción cuenta, y si trabajamos juntos, el mundo renacerá!" - gritó Tobi emocionado.

Así que, con entusiasmo, los cuatro amigos se pusieron manos a la obra. Comenzaron a plantar semillas, recoger la basura, y poco a poco, el pueblo empezó a florecer. Las flores brotaban de la tierra, los árboles recuperaban su color, y el cielo se volvía cada vez más azul.

"Miren, ya están volviendo los pájaros!" - exclamó Lila con alegría.

"Esto está funcionando!" - dijo Nico, observando cómo el pueblo recobraba su vida.

Pero aún quedaba una tarea. Debían recordar compartir lo aprendido con los demás.

"Debemos contarle a todo el mundo lo importante que es cuidar de nuestra casa," - dijo Ben.

Así que decidieron hacer una gran fiesta para celebrar el regreso del color y compartir su experiencia.

"Traeremos un mensaje para todos: cuidar el mundo comienza en nosotros!" - informó Tobi.

Cuando llegó la fiesta, el pueblo estaba lleno de vida. Los habitantes se unieron para celebrar, y los cuatro amigos aprovecharon para contarles sobre el Gran Parpadeo y la importancia de cuidar el planeta. La gente escuchó, aprendió, y se comprometió a hacer cambios en sus vidas.

"Cada pequeño paso cuenta, cada flor que plantemos, cada pedazo de basura que recojamos," - concluyó Lila, mientras todos aplaudían.

Y así, gracias a la valentía y el trabajo en equipo de Nico, Lila, Ben y Tobi, el pueblo no solo recuperó el color, sino que también aprendió a cuidarlo. Desde entonces, siempre recordaron la lección del Gran Parpadeo y continuaron protegiendo su hogar, un día a la vez.

Mientras el sol se ponía, los amigos se miraron con sonrisas de satisfacción, porque sabían que siempre podrían hacer una diferencia, así como lo hicieron aquel día en el que el mundo cambió en un parpadeo.

FIN.

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