El Gran Viaje de ABCD



En un pequeño pueblo llamado Letras, siete amigos inseparables, A, B, C, D, E, F y G, cada uno con una personalidad única, decidieron hacer un viaje en busca de la famosa Montaña de las Letras. Se decía que en su cima había un enorme libro que contenía todas las historias del mundo.

- ¿Cómo llegamos a la Montaña de las Letras? - preguntó A, que siempre había tenido una gran curiosidad por las aventuras.

- Deberíamos seguir el sendero que dibuja el río de los Cuentos - sugirió B, un amigo que siempre tenía buenas ideas.

- Pero, ¿y si nos encontramos con algún obstáculo en el camino? - preguntó C, un poco nervioso y cauteloso.

- No te preocupes, siempre hallamos una solución - dijo D, quien era conocido por su optimismo.

Con una sonrisa en los rostros, decidieron partir. E, que era bastante aventurero, brincó por el sendero, mientras que F, que era muy querido por su sentido del humor, iba contando chistes para hacer reír a todos.

Mientras caminaban, encontraron un árbol gigante que bloqueaba el paso.

- ¡Oh no! ¡No podemos seguir! - dijo C, muy preocupado.

- Esperen -intervino F-. Tal vez podemos construir un puente de ramas para pasar.

- ¡Eso es! ¡Vamos a hacerlo! - exclamó E con energía.

Los amigos trabajaron juntos: A encontró las ramas más fuertes, B ayudó a atarlas con lianas, C se ocupó de encontrar el lugar más seguro para construir el puente, y D animaba a todos a no rendirse. Juntos lograron construir un puente que les permitió cruzar.

Continuaron su camino y llegaron a un río que parecía interminable.

- ¡Ahora qué! - se lamentó C, que cada vez estaba más ansioso.

- Podemos hacer una balsa con hojas grandes y troncos - sugirió A.

- O podemos aprender a nadar todos juntos - propuso B, entusiasta como siempre.

Un nuevo debate comenzó, y finalmente decidieron construir la balsa, ya que todos acordaron que sería más divertido.

Con su trabajo en equipo, construyeron la balsa y lograron cruzar el río.

- ¡Miren! Ya casi estamos en la cima! - gritaron todos, llenos de emoción. Pero antes de llegar, se encontraron con una tormenta que amenazaba con hacer caer relámpagos.

- ¡Debemos refugiarnos! - gritó G, que se había mantenido atenta durante todo el viaje.

- ¡Pero no podemos poner en riesgo nuestro viaje! - contestó C, dudando entre quedarse a resguardarse o continuar.

Con su ingenio, F sugirió buscar una cueva para esperar la tormenta.

- ¡Allí! - señaló D entusiasmado, viendo una cueva brillante a lo lejos.

Corrieron hacia la cueva, y una vez adentro, se encontraron con un hermoso lugar lleno de dibujos y murales de aventuras.

- ¡Miren! Es como un libro viviente - dijo E, maravillado por lo que estaba viendo.

Mientras esperaban a que pasara la tormenta, decidieron contar historias y aprender unos de otros, fortaleciendo su amistad.

Una vez la tormenta cesó, salieron de la cueva y continuaron su ascenso. Cuando finalmente llegaron a la cima de la Montaña de las Letras, se encontraron con un gigantesco libro abierto que brillaba bajo el sol.

- ¡Lo logramos! - gritó D emocionado.

- Sí, ¡aquí están las historias del mundo! - exclamó A.

Cada uno de ellos se acercó al libro y empezó a leer, descubrimiento tras descubrimiento, emocionándose con cada historia.

- Nos hemos vuelto parte de esta historia al hacer el viaje juntos - dijo B.

Y así, al volver a su pueblo, comprendieron que la verdadera aventura no estaba solo en alcanzar la cima, sino en todo lo aprendido y compartido juntos. De esta manera, A, B, C, D, E, F y G nunca olvidaron que el trabajo en equipo y la amistad eran la clave para lograr cualquier meta.

Fin.

FIN.

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