El Gran Viaje de Eluney y Yael



En un soleado día en el fondo del mar, Bob Esponja estaba descansando en su casa de piña, cuando decidió que era hora de una aventura. Pero esta no iba a ser una aventura cualquiera; sus amigos, Eluney y Yael, querían unirse, ¡y tenían un mapa antiguo que prometía tesoros en el Bosque Encantado!"¿Un mapa antiguo? ¡Eso suena genial!", exclamó Bob mientras se acomodaba su corbata de una manera cómica.

"Sí, según la leyenda, el tesoro se encuentra en el corazón del bosque, protegido por criaturas mágicas", explicó Eluney, con ojos brillantes de emoción.

"¡Vamos entonces!", añadió Yael con entusiasmo, quien siempre había tenido curiosidad sobre ese bosque misterioso.

Los tres amigos se equiparon con sus mochilas y se dirigieron al Bosque Encantado. Tras navegar un lago lleno de burbujas risas, llegaron a la entrada del bosque, donde los árboles parecían murmurar secretos entre sí.

Una vez dentro del bosque, el grupo se encontró con un camino lleno de obstáculos.

"Miren, un gran tronco caído. ¿Cómo lo cruzamos?", preguntó Bob mientras se rascaba la cabeza.

"Podemos hacer una fila, uno avanza primero y luego el siguiente", sugirió Yael. Así hicieron, y uno a uno, lograron cruzar el tronco. ¡Pero no fue fácil! Bob terminó haciendo un giro extraño y cayó en un arbusto de flores brillantes.

"¡Estás cubierto de polen!", se rió Eluney.

Después de varias risas y pequeñas caídas, llegaron a un claro donde un unicornio estaba tomando un descanso. Eluney, siempre curiosa, se acercó lentamente.

"¡Hola, majestuoso unicornio! Somos Bob, Eluney y Yael. Estamos buscando un tesoro. ¿Sabés dónde podría estar?", preguntó Eluney con una sonrisa amable.

El unicornio, con su reluciente cuerno, los miró con interés.

"El tesoro que buscan no son monedas ni joyas. Es un saber muy valioso. Si quieren encontrarlo, necesitan resolver tres acertijos."

"¡Nos encanta resolver acertijos!", dijo Yael.

El unicornio sonrió y les presentó el primer acertijo:

"Soy ligero como una pluma, pero el hombre más fuerte no puede sostenerme mucho tiempo. ¿Qué soy?"

Bob, pensativo, preguntó:

"¿Es una nube?"

"No, no es eso", dijo Eluney.

Finalmente, Yael exclamó con alegría:

"¡Es el aliento!"

El unicornio asintió y, satisfecho, les presentó el segundo acertijo:

"Tengo raíces que no crecen en el suelo, y un puñado de hojas que nunca se pudren. ¿Qué soy?"

Los tres amigos se miraron, confundidos. Después de unos minutos de deliberación, Bob se iluminó:

"¡Es un libro!"

El unicornio aplaudió suavemente y procedió a darles el último acertijo:

"Cuanto más quitas, más grande se vuelve. ¿Qué soy?"

Tras un momento en silencio, Eluney gritó:

"¡Un agujero!"

"¡Correcto!", dijo el unicornio.

Con los tres acertijos resueltos, el unicornio les mostró un claro donde hay una fuente de agua cristalina.

"Aquí está el tesoro, el conocimiento y la amistad que han compartido en su viaje. Estos son los verdaderos tesoros que siempre los acompañarán".

Bob, Eluney y Yael entendieron que su aventura no solo había sido divertida, sino también un aprendizaje sobre la amistad y la inteligencia. Salieron del bosque con el corazón lleno de alegría y una promesa de seguir explorando juntos.

Y así, los amigos volvieron al fondo del mar, listos para nuevas aventuras, sabiendo que lo más valioso era el tiempo que compartían juntos.

FIN.

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