El Gran Viaje de los Animales



Era un día soleado en el Bosque Verde, donde un grupo de amigos inseparables: Lila la liebre, Toto el tortuga, Ciro el zorro y Mía la ardilla, vivían felices. Sin embargo, un día, mientras jugaban cerca del arroyo, un fuerte viento empezó a soplar y llevó a Lila muy lejos, hasta un lugar desconocido.

- ¡Ayuda! ¡No puedo encontrar el camino de regreso! - gritó Lila, asustada.

Toto, Ciro y Mía se miraron con preocupación.

- No te preocupes, Lila, vamos a buscarte - dijo Mía, decidida.

Los amigos no tardaron en organizarse. Cada uno tomaría una ruta diferente para encontrar a Lila.

Toto decidió ir por el sendero de las piedras, mientras que Ciro optó por el camino del bosque. Mía, con su agilidad, se trepó a los árboles para tener una mejor vista.

Mientras tanto, Lila se daba cuenta de que el hambre comenzaba a apretarla. Buscó un lugar para esconderse y comer, y encontró un árbol con deliciosos frutos.

- ¡Qué suerte! - exclamó Lila, aliviada. Comió hasta saciarse y decidió que debía intentar volver a casa.

Por su parte, Toto se encontró con un grupo de ranas.

- ¡Perdón! ¿Han visto a una liebre perdida? - preguntó.

- Sí, la vimos. Se fue hacia el Gran Lago - respondió una rana.

Toto agradeció a las ranas y se dirigió rápidamente hacia el lago. Mientras tanto, Ciro, en su camino, se topó con una serpiente que lo miraba con curiosidad.

- ¡Hola, Zuri! - saludó Ciro.

- ¡Hola, Ciro! ¿A dónde vas tan apurado? - preguntó la serpiente.

- Busco a Lila, se ha perdido. ¿La has visto? - dijo Ciro, confundido.

- La vi cerca del Gran Lago, ten cuidado por el camino, es un poco peligroso - advirtió Zuri.

- ¡Gracias, Zuri! - respondió Ciro, decidido.

Finalmente, Mía logró ver algo brillante desde lo alto de un árbol. Con velocidad, bajó corriendo y se dio cuenta que era una pista: un pequeño rastro de huellas. - ¡Debo seguirlas! - pensó.

Los cuatro amigos continuaron su camino. Al llegar al Gran Lago, se encontraron todos al mismo tiempo.

- ¡Lila! - gritaron al unísono.

- ¡Chicos! - les respondió Lila, feliz, mientras salía de su escondite.

Pero, de repente, una tormenta empezó a formarse. Las nubes oscuras cubrieron el cielo, y un fuerte viento sopló, empujando a Lila hacia el agua.

- ¡Lila, agárrate de una rama! - gritó Toto.

Lila, en un gesto valiente, logró aferrarse a una rama, pero el agua estaba muy cerca.

- ¡No puedo! ¡No tengo fuerza! - exclamó Lila, cada vez más asustada.

Rápidamente, Mía usó su agilidad para lanzar ramas y hojas al agua.

- ¡Toma, Lila! ¡Agarra esto! - le gritó.

Ciro, viendo que la tormenta se intensificaba, ideó un plan.

- ¡Cierto! Ahora que estamos juntos, podemos hacer una cadena. ¡Toto, ven! - le dijo mientras se unía a su amigo.

- ¡Yo también! - exclamó Mía, saltando hacia Ciro.

Haciendo una cadena de amigos, comenzaron a jalar a Lila hacia la orilla. Después de un esfuerzo conjunto, ¡Lila logró salir!

- ¡Lo hicimos, chicos! - gritaron todos emocionados.

La tormenta pasó, y juntos decidieron regresar a su hogar. Por el camino, se prometieron que siempre se cuidarían mutuamente.

- Nunca más me perderé - dijo Lila, llena de gratitud.

- Y si te pierdes, ya sé que podemos hacerlo - respondió Ciro, sonriendo.

Desde entonces, aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo son más fuertes que cualquier tormenta. Y, al igual que los mejores amigos que siempre están ahí, no importa qué tan lejos estés, siempre puedes volver a casa.

Y así, Lila, Toto, Ciro y Mía vivieron felices, sabiendo que juntos podían superar cualquier desafío.

FIN.

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