El Hada y el Bosque Encantado



Había una vez, en un bosque encantado, un hada llamada Lila. Lila era pequeña, con alas brillantes y un corazón gigante. Su misión era cuidar de todos los animales y plantas del bosque, asegurándose de que todo estuviera en equilibrio. Todos los días, Lila volaba por el bosque, pero había un lugar al que nunca se atrevía a ir: la parte más oscura del bosque, donde se decía que habitaba un misterioso dragón llamado Drago.

Un día, mientras volaba cerca del arroyo, Lila escuchó un llanto. Intrigada, decidió investigar.

- ¿Quién está llorando? - preguntó Lila, posándose suavemente sobre una rama.

- Soy yo, la tortuga Lía - respondió una tortuga con lágrimas en los ojos. - He perdido mi concha y no sé cómo volver a casa.

Lila se sintió triste por Lía y supo que necesitaba ayudarla.

- No te preocupes, Lía. ¡Te ayudaré a encontrar tu concha! - dijo Lila con una sonrisa.

Las dos amigas comenzaron a buscar y preguntaron a otros animales del bosque, pero nadie había visto la concha de Lía. Después de horas de búsqueda, Lila tuvo una idea.

- Tal vez deberíamos ir a la parte oscura del bosque. Puede que allí haya pistas - sugirió Lila, a pesar de que el miedo la invadía.

- ¡No! Es peligroso. ¡Dicen que Drago será feroz! - exclamó Lía.

- Pero, ¿y si el dragón no es como cuentan? - replicó Lila. - Tal vez necesita nuestra ayuda también.

Con un profundo suspiro, Lía aceptó la propuesta de Lila. Juntas, se adentraron en el bosque oscuro. Cuanto más avanzaban, más tenebroso se volvía el paisaje, pero Lila se mantenía valiente.

Finalmente, llegaron a la cueva de Drago, donde encontraron montones de tesoros. De repente, un gran rugido resonó.

- ¡¿Quién está ahí? ! - gritó Drago, asomando su imponente figura.

Lila, temblando, pero decidida, respondió:

- ¡Hola, Drago! Somos Lila y Lía. Venimos en busca de la concha de Lía. Creemos que la has visto.

Drago miró a las dos, sorprendido por su valentía.

- No he visto ninguna concha, pero he estado triste y solo. Los otros no vienen a visitarme porque temen mi apariencia – admitió el dragón, su tono ahora más dulce.

Lila, comprensiva, dio un paso adelante.

- Lo siento, Drago. No deberíamos habernos dejado llevar por lo que decían. A veces, las apariencias engañan.

Lía, viendo que Drago no parecía tan malo, sumó:

- ¡Quizás podemos ser amigos! Prometemos visitarte si nos ayudas a encontrar mi concha.

El dragón sonrió, y en ese instante se formó un vínculo inesperado.

- Está bien, les ayudaré. Lo último que vi antes de sentirme solo fue una pequeña concha brillante en el extremo de la montaña - dijo Drago.

Llena de esperanza, Lila exclamó:

- ¡Vamos entonces! ¡Juntas podremos encontrarla!

El dragón guió a las dos amigas hacia la montaña, y para su sorpresa, allí estaba la concha, brillante y radiante como un arcoíris. Lía la recogió con alegría.

- ¡Gracias, Drago! - dijo Lía emocionada.

- ¡No! Gracias a ustedes. Por fin tengo amigos - dijo Drago con una lágrima de felicidad.

Desde aquel día, Lila, Lía y Drago se convirtieron en un trío inseparable. Lila aprendió que no siempre lo que se dice de otros es cierto, y que la valentía puede abrir puertas a nuevas amistades. El bosque encantado fue aún más mágico con amigos de distintas maneras, y cada uno cuidando del otro.

Así, en ese rincón del mundo, la aventura de Lila, la tortuga Lía y el dragón Drago demostró que la amistad y el entendimiento son los mejores tesoros de todos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!