El Jardín de la Igualdad



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, había un jardín mágico donde crecían flores de todos los colores. El jardín era famoso en la zona, pero no solo por su belleza, sino porque también enseñaba una valiosa lección sobre la igualdad.

Un día, un grupo de niños decidió visitar el jardín. Cuando llegaron, se encontraron con una flor muy especial, una margarita que ansiaba ser escuchada. La flor les dijo:

"Hola, pequeños amigos. Soy Daisy, la flor más antigua de este jardín. Estoy aquí para contarles la historia del lugar y de lo que significa la igualdad."

Los niños se miraron intrigados y se acomodaron a su alrededor para escuchar.

"Hace mucho tiempo, este jardín tenía un gran problema. Las flores no se hablaban entre sí porque cada una creía que era mejor que las demás. Las rosas eran muy vanidosas, las lilas pensaban que eran más bellas, y los girasoles creían que siempre tenían la razón. Cada vez que una flor hablaba, las otras la ignoraban."

"¿Y qué pasó entonces?" preguntó Sofía, una niña con un curioso moño en la cabeza.

"Un día, vino una fuerte tormenta que afectó a todas las flores por igual. Ninguna era más fuerte que otra en medio de la tempestad. Al ver esto, se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, todas necesitaban ayuda. Así que, juntas, formaron un plan para protegerse y regresar a la armonía."

"¿Cómo lo hicieron?" volvió a preguntar Sofía.

"Se unieron. Las rosas ofrecieron sus espinas como defensa, las lilas compartieron su aroma para advertir sobre el peligro y los girasoles, que siempre se giran hacia el sol, guiaron a todas hacia el lugar más seguro. Juntas, aprendieron que cada una tenía un talento único y que, al unirse, eran más fuertes."

Los niños sonrieron; entendieron que la unión hace la fuerza. Sin embargo, Curioso, un niño de lentes grandes, hizo otra pregunta:

"¿Y después de la tormenta, siguieron juntas?"

Daisy suspiró.

"Al principio todo fue maravilloso, pero las flores comenzaron a olvidarse de lo que habían aprendido. Algunas decidieron formar grupos y no jugaron más con las demás. Las golondrinas que pasaban volando se dieron cuenta de esto y decidieron hacer algo. ‘¡Las flores tienen que recordar! ’ dijeron."

Los niños se asombraron al escuchar esto.

"¿Y qué hicieron las golondrinas?" preguntó Tomás.

"Organizaron un gran espectáculo de colores y música. Invitaron a todas las flores y les mostraron lo maravillosas que eran juntas. Al final del espectáculo, les recordaron sus diferencias, pero también que sin ellas, el jardín no sería tan bello. Entonces, todas las flores se abrazaron y prometieron ser amigas para siempre."

Los niños estaban encantados con la historia y varios comenzaron a aplaudir. Amarilla, una niña más pequeña, dijo con emoción:

"¡Qué lindo! Y así, el jardín se volvió un lugar donde todos se querían, ¿cierto?"

"Exactamente," respondió Daisy. "No solo se trataba de vivir en el mismo espacio, sino de compartir, respetarse y aprender juntas. Así, el Jardín de la Igualdad floreció más que nunca."

Los niños decidieron que cada uno aportaría algo al jardín. Sofía traería cuentos, Tomás traería semillas de diferentes colores y Amarilla ofrecería sus dibujos para embellecerlo. Todos se unieron para hacer del jardín un lugar aún más especial.

Daisy sonrió y dijo:

"Recuerden, pequeños, la igualdad no significa ser iguales. Cada uno es especial a su manera y eso es lo que hace este jardín tan hermoso. Nunca olviden lo que aprendieron aquí."

Y así, los niños prometieron volver al jardín de Arcoíris siempre, no solo para jugar y divertirse, sino también para cuidar de la igualdad y de la amistad entre todos.

Al salir, los niños miraron hacia atrás y vieron cómo las flores bailaban al viento, felices por haberse comprendido. Sabían que la verdadera magia estaba en aceptarse mutuamente, sin importar las diferencias. Desde ese día, el Jardín de la Igualdad fue un símbolo de amistad y unión para todo el pueblo.

"Juntos somos más fuertes," murmuraron al unísono, sabiendo que cada uno de ellos contaba en esa historia mágica.

Así, el Jardín de la Igualdad no solo floreció, sino que también se convirtió en un lugar donde la diversidad y la amistad siempre triunfaron.

FIN.

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