El jardín de las estrellas



Era una tarde cálida en el pequeño pueblo de Lucerna, donde los atardeceres pintaban el cielo de naranja y violetas pasteles. En una esquina del pueblo, había un jardín que casi nadie visitaba. Era un lugar que parecía haber sido olvidado por el tiempo, cubierto de hierbas altas y flores que, aunque marchitas, seguían respirando un aire mágico. Valentina, una curiosa niña de diez años, decidió un día aventurarse a explorar aquel lugar.

Antes de entrar al jardín, se detuvo un momento y se preguntó: - ¿Estará lleno de secretos ocultos? - Su corazón latía con emoción y un poco de miedo. Al cruzar la puerta de hierro, el mundo exterior perdió su ruido y en su lugar, el canto de los pájaros y el susurro del viento llenaron el aire.

Como si el tiempo se hubiera detenido, Valentina observó cómo en el centro del jardín se alzaba un árbol majestuosamente antiguo, con un tronco tan ancho que tres niños no habrían podido abrazarlo juntos. Sus ramas se extendían como brazos hacia el cielo, y cada hoja parecía brillar con un destello plateado. - ¡Qué hermoso es este lugar! - murmuró la niña, dejando que sus deditos acariciaran la textura rugosa del tronco.

Mientras exploraba, encontró una pequeña puerta en la base del árbol. - ¿Qué será esto? - se preguntó, sentándose en el suelo para mirar más de cerca. La puerta se mecía suavemente como si le invitara a entrar. Con un poco de nervios, Valentina empujó la puerta y se encontró en un mundo completamente diferente.

Los colores eran más vibrantes, el cielo era de un azul intenso, y extrañas criaturas volaban por el aire. Un pequeño duende de alas brillantes se acercó y la miró con curiosidad. - ¡Hola! Soy Lúmini - dijo con una voz que sonaba como campanillas de cristal. Valentina sonrió y respondió: - ¡Hola, Lúmini! Soy Valentina. ¿Dónde estoy?

- Estás en el Jardín de las Estrellas, - explicó Lúmini, haciendo piruetas en el aire. - Aquí las estrellas están vivas y los días nunca tienen final. Pero hay un problema… - .

El duende se posó sobre una flor y su expresión se tornó seria. - Una sombra oscura está tratando de apoderarse del jardín. Si no hacemos algo pronto, este mágico lugar se desvanecerá.

Valentina sintió un escalofrío. - ¿Cómo podemos ayudar? - preguntó, con determinación reflejada en sus ojos. - Necesitamos encontrar a la Flor de Luz, que brilla solamente cuando todos los corazones están unidos. -

- Yo puedo unirme a ti, - dijo Valentina sin dudarlo. Lúmini sonrió y juntos comenzaron una búsqueda por el jardín, enfrentándose a pruebas y desafíos.

Pasaron por un río de caramelo, escalaron montañas de nubes y cruzaron bosques cantores. Cada lugar era único y lleno de maravillas. Con cada paso que daban, Valentina comprendía la importancia de la amistad y del trabajo en equipo.

Finalmente, llegaron a un claro iluminado por una luz cálida, donde la Flor de Luz brillaba en el centro. Valentina se sintió emocionada y un poco asustada al ver que la sombra oscura se acercaba lentamente a la flor. - ¡Debemos unirnos y creer! - dijo Valentina apretando la mano de Lúmini.

Ambos cerraron los ojos y se concentraron en lo que sentían. - Su corazón está lleno de luz - murmuró Lúmini. Y de pronto, un rayo de luz surgió de su unión y recorrió el jardín, iluminando todo a su paso.

La sombra oscura comenzó a desvanecerse, y la Flor de Luz empezó a brillar con más fuerza, liberando un torrente de colores que llenaron el aire. La magia había regresado.

Cuando Valentina abrió los ojos, se encontró de vuelta en el jardín olvidado, con la puesta de sol tiñendo todo de oro. Aunque Lúmini no estaba a su lado, sentía que había aprendido algo increíble.

Desde ese día, Valentina cada vez que pasaba por el jardín, sonreía al recordar su aventura. No solo había salvado a un mundo mágico, sino que también había descubierto el poder de la unidad y el verdadero valor de la amistad. Y el jardín, aunque olvidado por muchos, siempre guardaría el brillo de las estrellas.

Cada persona que visitaba aquel jardín después de Valentina podía sentir, aunque fuera un susurro, la magia que aún flotaba en el aire, recordándoles que en la unión hay fuerza y que los sueños pueden hacerse realidad.

FIN.

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