El Lobo da vueltas en la ciudad



Había una vez un lobo curioso llamado Lucho que vivía en las colinas que rodeaban una bulliciosa ciudad. Desde lo alto de su hogar, Lucho podía ver las luces titilantes, los coches que pasaban a toda velocidad y la gente caminando por las calles. Un día, su curiosidad fue más fuerte que su miedo.

"¡Hoy quiero ver la ciudad!" - exclamó Lucho, llenándose de emoción. Se desperezó y emprendió su camino hacia el bullicio y la aventura.

Al llegar a la ciudad, Lucho se quedó fascinado por todo lo que veía. Las vidrieras brillantes, los cafés con deliciosos aromas y los niños que jugaban en el parque. Pero también sintió un poco de miedo al ver a los perros de la ciudad, que, aunque juguetones, lo miraban con desconfianza.

"¡Habría que pedirle a esos perros que no me asusten!" - pensó Lucho. Pero también sabía que no podía hacer eso, ya que venía a aprender, no a causar problemas.

Mientras caminaba, se encontró con un grupo de niños que volaban cometas. Uno de ellos, llamado Tobi, se acercó.

"¡Hola! ¿Eres un lobo de verdad?" - preguntó Tobi, asombrado.

"Sí, soy Lucho. Vine a ver la ciudad.¿Puedo volar tu cometa?" - respondió el lobo entusiasmado.

Tobi sonrió y dijo:

"¡Claro! Pero ten cuidado, es muy frágil y debes ser delicado."

Lucho tomó la cometa en sus patas y pronto descubrió que volársela era un verdadero desafío. Aun así, él intentó y logró hacerla volar más alto. Todos los niños aplaudieron, animándolo.

"¡Eres espectacular, Lucho!" - gritó una de las niñas.

Lucho se sentía feliz, pero al mismo tiempo preocupado. No quería que los demás pensaran que él era un lobo feroz, sino un amigo. Entonces se le ocurrió una idea.

"¿Puedo ayudarles a hacer más cometas?" - preguntó, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Los niños se miraron entre sí, considerando la propuesta. Después de un momento de silencio, Tobi respondió:

"Creo que sí. Sería genial tener un lobo ayudando a hacer cometas."

A partir de ese instante, Lucho se convirtió en el lobo más querido de la ciudad. Todos los días venía a jugar y ayudar a los niños a hacer cometas, y con el tiempo, todos los perros comenzaron a aceptar su presencia.

Un día, mientras estaban en el parque, un viento fuerte comenzó a soplar y voló las cometas de todos.

"¡Oh no!" - gritó Tobi angustiado.

"No se preocupen, yo puedo ayudarles a recuperarlas" - aseguró Lucho, corriendo velozmente.

El lobo, gracias a su agilidad, saltó sobre bancos y vecinos confundidos para alcanzar las cometas que se elevaban como aves en el cielo. Al final, logró traérselas a todos los niños.

"¡Gracias, Lucho! Eres el mejor!" - dijeron los chicos, abrazándolo.

Lucho comprendió que había ganado la confianza de los perros y el cariño de los niños. Desde entonces, se dio cuenta de que no importa qué aspecto tengas, lo que realmente cuenta es tu voluntad de ayudar y ser un buen amigo.

Así, Lucho, el curioso lobo, siguió explorando la ciudad, haciendo nuevos amigos y disfrutando cada día de su nueva vida en la ciudad. Con cada vuelta, se volvía más querido y demostraba que a veces, los miedos pueden ser superados cuando te abres al mundo y muestras tu verdadero yo.

FIN.

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