El Mago Skinner y la Torre de las Palabras Perdidas



En un lejano reino de fantasía, existía una torre altísima llamada la Torre de las Palabras Perdidas. Se decía que quien lograra alcanzar la cima, aprendería todos los secretos del lenguaje y podría comunicarse con cualquier ser vivo: desde los pájaros más pequeños hasta los grandes dragones.

Era una mañana soleada cuando el Mago Skinner, un joven mago con una larga barba y un sombrero puntiagudo, decidió que quería aspirar a lo más alto de la torre. Había escuchado historias sobre las maravillas de la comunicación y anhelaba poder hablar con su mascota, un loro llamado Paco.

"-¡Voy a aprender todos los secretos del lenguaje!" - gritó Skinner al viento, mientras hacía volar su sombrero en círculos por el aire.

Aunque todos decían que la torre estaba llena de peligros, Skinner no se dejó intimidar. Con su vara mágica en mano y un corazón lleno de esperanza, se dirigió hacia la torre. Al llegar a las puertas, las piedras comenzaron a moverse y se escuchó una voz profunda desde el interior.

"-¿Quién osa entrar en la Torre de las Palabras Perdidas?" - preguntó la voz.

"-Soy yo, el Mago Skinner. Vengo a aprender los secretos del lenguaje." - respondió Skinner con valentía.

La puerta se abrió lentamente y lo invitó a pasar. Al entrar, quedó maravillado. La torre tenía muchas habitaciones, cada una representando un elemento del lenguaje: el diálogo, la narración, la poesía y más.

Mientras exploraba la habitación dedicada a los diálogos, Skinner se encontró con una criatura muy especial, un pequeño dragón llamado Sonrisas.

"-Hola, Mago Skinner. Soy el guardián de esta habitación. ¿Te gustaría aprender el poder de la conversación?" - dijo Sonrisas, agitando sus alas brillantes.

"-¡Sí, por favor!" - le contestó Skinner, emocionado.

Pero había un problema. Para poder acceder al conocimiento, Skinner debía resolver un acertijo que el dragón le propondría. "-A veces soy corto, a veces soy largo, y al final, siempre soy parte de una historia. ¿Qué soy?"

Skinner se rascó la cabeza y pensó. Un momento después, ¡se le iluminó la cara!"-¡Eres una palabra!" - exclamó entusiasmado.

"-¡Correcto!" - dijo Sonrisas, aplaudiendo con sus alas. Ahora Skinner podía usar el poder de los diálogos.

Siguió subiendo por la torre, deteniéndose en cada habitación para aprender un nuevo secreto. Pero en el camino, se topó con un monstruo de sombras que intentaba robar las palabras de todos los que pasaban. Skinner, asustado pero decidido, pensó: "-Debo ayudar a todos a mantener sus palabras intactas."

Invocando el poder de los diálogos que había aprendido, Skinner se paró frente al monstruo. "-¡Estás haciendo algo malo! Las palabras son importantes para cada uno de nosotros. ¿Por qué no hablas en vez de robar?" - le dijo.

El monstruo de sombras, sorprendido, dejó de moverse. "-Nunca lo había pensado de esa manera. Siempre creí que robar palabras me haría más fuerte, pero ahora me doy cuenta de que en realidad me he quedado solo." - confesó, con una voz melancólica.

Skinner, sabiendo cómo curar el dolor de soledad con palabras, le dijo: "-¿No hay manera de que hablemos todos juntos? Podemos compartir nuestros conocimientos y aprender los unos de los otros. Cada palabra es como un vínculo que une a todos en la comunidad."

El monstruo de sombras, tocado por el sincero ofrecimiento de Skinner, decidió cambiar. Juntos crearon un círculo de diálogo donde todos los seres del reino podían compartir sus propres palabras. De la mano de Skinner y el monstruo renovado, la atmósfera de la torre se llenó de risas y enseñanzas.

Finalmente, después de haber aprendido a valorar el poder de la comunicación, Skinner alcanzó la cima de la Torre de las Palabras Perdidas.

En lo alto, con todos sus nuevos amigos, pudo hablar con Paco, su loro. "-Paco, ¡hemos hecho un viaje increíble!" - exclamó Skinner.

"-¡Sí, Skinner! Gracias por traerme a esta aventura. ¡El lenguaje es magia!" - respondió Paco, volando alrededor de su cabeza.

Y así, Skinner se convirtió no solo en un gran mago, sino en un experto comunicador. Desde aquel día, el reino floreció mientras todos, bajo la guía de Skinner y su nuevo amigo de sombras, aprendieron el valor de las palabras, la importancia de la comunicación y cómo cada voz era única y especial.

FIN.

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