El Marciano y su Amigo Canino



Había una vez un pequeño pueblo en Argentina, rodeado de verdes montañas y cielos azules, donde vivía un perro llamado Rocky. Rocky era un perro curioso y juguetón que pasaba la mayor parte de su tiempo explorando los alrededores del pueblo y haciendo nuevos amigos.

Un día, mientras jugaba en el parque, Rocky vio algo brillante caer del cielo. Intrigado, corrió hacia el lugar donde había caído. ¡Era una nave espacial! La puerta se abrió lentamente, y de ella salió un pequeño marciano de piel verde y ojos grandes. Se llamaba Zuzu.

"¡Hola, amigo! Soy Zuzu, el marciano. He venido desde Marte en busca de amigos. ¿Quieres jugar conmigo?" - preguntó el pequeño alienígena.

Rocky, sorprendido pero emocionado, movió su cola.

"¡Claro, Zuzu! ¿Qué te gustaría hacer?" - respondió.

Zuzu sonrió y sugirió un juego de escondidas, el cual Rocky aceptó con gusto. Ambos comenzaron a correr y a esconderse. La novedad de jugar con un marciano llenó a Rocky de alegría, pero pronto se dio cuenta de que, aunque Zuzu era divertido, tenía algunas diferencias. Por ejemplo, ¡Zuzu podía volar!

Pasaron la tarde jugando hasta que Zuzu se sentó en una roca y miró hacia el cielo.

"A veces siento que no encajo aquí, Rocky. En Marte todo es tan diferente. No tengo amigos como tú. A veces me siento solo" - dijo Zuzu con un suspiro.

Rocky, que siempre había tenido a su lado a sus amigos del pueblo, entendió lo que se sentía la criatura de otro planeta. Decidió ayudar a Zuzu.

"No te preocupes, amigo, yo te ayudaré a hacer nuevos amigos aquí. ¡Vamos a buscar a mis amigos!" - exclamó Rocky.

Empezaron a recorrer el pueblo junto a Zuzu. Se acercaron a un grupo de niños que jugaban a la pelota.

"¡Hola! Somos Rocky y Zuzu. ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Zuzu tímidamente.

Los niños se quedaron mirando a Zuzu, y uno de ellos dijo:

"¡Es un marciano! Eso es espectacular. Claro que sí, vení a jugar con nosotros. ¡Es más divertido con un marciano!" - respondió un niño.

¡Y así fue! Pronto, Zuzu se unió al juego. Aunque al principio era un poco torpe con la pelota, los niños fueron pacientes, y juntos aprendieron que la amistad no tiene límites, ni siquiera en el espacio. Zuzu se sintió aceptado y querido por primera vez, y eso lo hizo muy feliz.

Más tarde, Rocky y Zuzu organizaron un gran picnic en el parque, donde invitaron a todos los nuevos amigos. Zuzu trajo deliciosas galletas marcianas hechas de un polvo que traía en su nave. Nadie había probado algo así antes.

"¡Esto está riquísimo!" - gritó una niña mientras reía. "¿Cómo lo hiciste?"

"Le puse un poco de magia de Marte" - dijo Zuzu, y todos se quedaron maravillados.

Ese día, no sólo Zuzu encontró amigos, sino que también todos aprendieron sobre la diversidad y la importancia de aceptar a los demás, independientemente de su apariencia o de donde vengan.

Al caer la tarde, Rocky y Zuzu miraban el atardecer desde la loma del parque.

"Gracias, Rocky. Hoy he aprendido que la verdadera amistad no entiende de planetas ni de diferencias" - dijo Zuzu, con una sonrisa.

"Y yo he aprendido que siempre hay espacio en el corazón para un nuevo amigo" - respondió Rocky, moviendo la cola con alegría.

A partir de ese día, Zuzu se convirtió en parte del pueblo. Junto a Rocky, enseñó a todos acerca de Marte y su hogar, y prometió que un día los llevaría a visitar su planeta. Todos aplaudieron la idea, emocionados por la posibilidad.

Y así, Rocky y Zuzu continuarían viviendo aventuras juntos, demostrando que la amistad puede cruzar incluso los límites de la galaxia. Y lo más importante, que la aceptación y el amor son los lazos más poderosos en la vida.

Fin.

FIN.

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