El Medio de la Manada



En una pequeña casa en un barrio tranquilo, vivía una familia con tres hijos: Luna, la mayor, Benja, el del medio, y Timo, el más pequeño. Aunque se querían, Benja a menudo se sentía olvidado entre su hermana y su hermano. Un día, mientras todos estaban jugando en el jardín, Benja se sintió un poco triste.

-Día gris, ¿no? -dijo Luna mientras miraba al cielo.

-Es un día normal -contestó Timo, haciendo malabares con una pelota.

-A veces quisiera ser la mayor, como vos, Luna. -susurró Benja, sin que sus hermanos lo escucharan.

Esa noche, mientras cenaban, Luna estaba llena de historias sobre su día en la secundaria.

- Y entonces, el profesor dijo que no puedo llevar la mascota a clase. ¡Como si no supiera que tengo la mejor iguana del mundo! -exclamó.

-Wow, eso suena genial. -dijo Timo con los ojos brillantes.

Benja, por otro lado, se sentía invisible.

- Yo... yo también fui a la plaza... -intentó decir, pero no lo escucharon.

Más tarde, Benja salió al patio. La luna brillaba en el cielo. Se sentó en un escalón y suspiró. Entonces, su abuelo apareció de la nada, con una sonrisa.

-Hola, mi pequeño tricolor. ¿Qué pasa? -preguntó el abuelo, sentándose a su lado.

- Los demás no me escuchan. Siempre están ocupados con sus cosas. -se quejó Benja, mirándolo a los ojos.

- Ah, entiendo. Ser el del medio puede ser complicado. -dijo el abuelo pensativo.

- ¡Sí! Es como estar en una montaña rusa, pero sin el subibaja. -Benja explotó de frustración.

- A veces, ser el del medio significa ser el que une todo. -respondió el abuelo, hombro a hombro con él. -¿Alguna vez pensaste que puedes ayudar a tus hermanos en sus aventuras?

-Hmm... No lo había pensado. -Benja se quedó pensativo.

- ¿Y qué tal si les haces una propuesta? -sugirió el abuelo.

Esa misma semana, Benja decidió afrontar su situación. En el desayuno, se atrevió a hablar.

- chicos, ¿quieren jugar juntos este fin de semana? -preguntó con un poco de nervios.

- Claro, ¿a qué? -dijo Luna, sonriendo.

- A construir una cabaña en el jardín. Cada uno puede aportar algo. Puede ser... una gran aventura. -propuso Benja, con esperanzas.

- ¡Sí! -gritó Timo, emocionado. - Yo llevaré mis bloques de madera.

Luna sonrió y lo miró con orgullo.

- Yo puedo traer mis herramientas. ¡Va a ser épico! -dijo.

Cuando llegó el fin de semana, trabajaron juntos, cada uno con su rol. Benja se sintió valioso al ver cómo todos colaboraban.

- ¿Ves, Benja? Estás haciendo un gran trabajo. -dijo Luna mientras arreglaba un tronco.

- ¡Sí! ¡Tenés una gran idea! -añadió Timo, aplaudiendo.

A medida que la cabaña tomaba forma, los tres empezaron a compartir risas y anécdotas, olvidando sus viejos sentimientos de rivalidad.

- ¿Puedo ser el jefe de la cabaña? -preguntó Timo, haciéndose el importante.

- Por supuesto, siempre y cuando prometas que no me hagas agarrar la escoba. -bromeó Benja, sintiendo que su rol era importante.

Finalmente, terminaron la cabaña, y al sentarse todos adentro, comenzaron a hacer planes para lo que podían hacer en el verano.

- Soñemos en grande. -dijo Luna, mirando a sus hermanos. - Esta es nuestra cabaña y nuestros recuerdos.

- Yo siempre supe que ser el del medio tenía sus ventajas. -sonrió Benja.

- ¡Sí! -exclamó Timo, abrazando a su hermano. - Eres el mejor del medio que se puede tener.

Y así, entre risas y proyectos, Benja comprendió que no importaba ser el hermano del medio, porque siempre podía brillar en su propia manera. Su relación con sus hermanos se fortaleció y al final, ser el del medio no era tan malo como parecía, sino parte de una gran aventura familiar.

La luna brillaba sobre ellos y juntos rieron hasta que la noche se convirtió en mañana.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!