El misterio del bosque encantado



Era un día hermoso en el pequeño pueblo de Villa Alegre. Los niños estaban entusiasmados porque se acercaba la celebración del Festival de la Primavera. Entre ellos estaba Martín, un niño valiente y curioso. Sin embargo, había algo que le preocupaba: el bosque encantado que se encontraba al borde del pueblo. Se decía que estaba lleno de secretos y criaturas fantásticas, pero también de sombras inquietantes.

Una tarde, mientras jugaba con sus amigos, Martín decidió que era hora de desentrañar el misterio del bosque.

"¡Vamos al bosque!" - exclamó.

Sus amigos se miraron nerviosos, pero la curiosidad pudo más que el miedo. Juntos, comenzaron a adentrarse en el bosque, riendo y animándose. Sin embargo, a medida que avanzaban, la luz del sol se fue desvaneciendo y las sombras comenzaron a alargarse.

"Estoy empezando a tener miedo" - susurró Sofía, una de sus amigas.

"No, no hay que desesperarse. Solo es un bosque" - contestó Martín, tratando de sonar valiente. Pero en su interior sentía un nudo de angustia.

Los árboles se alzaban imponentes y, de repente, escucharon un ruido extraño. Era como un susurro que parecía llamarlos.

"¿Escucharon eso?" - preguntó Lucas, temblando.

"Sí, pero debe ser solo el viento" - Martín intentó tranquilizarlos, aunque él también sentía un escalofrío.

A medida que se adentraban más, las indicaciones de lo que podían encontrar se hacían más claras. Un rayo de sol rompió entre las ramas, iluminando un sendero lleno de flores de colores.

"¡Miren! ¡Eso es hermoso!" - gritó Sofía, olvidando momentáneamente su miedo.

"¡Vamos a ver qué hay más adelante!" - dijo Martín, con más confianza. Sin embargo, cuando comenzaron a avanzar, el suelo comenzó a temblar ligeramente y una especie de sombra se deslizó entre los árboles.

"¡Corran!" - gritó Lucas, y todos comenzaron a correr, llenos de desesperación. Las risas se convirtieron en gritos, y la angustia los envolvía.

Pero al llegar a un claro, se detuvieron en seco. Allí, había un magnífico arco de flores vibrantes y una pequeña criatura con alas brillantes.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó la criatura con una voz musical.

Los niños se quedaron boquiabiertos.

"¡Yo soy Martín y ellos son mis amigos!" - dijo el chico, tratando de mostrar valentía.

"No tengan miedo, yo soy Fina, la guardiana del bosque. Vengo a traerles una sorpresa" - sonrió la criatura y, de repente, el ambiente cambió. La angustia fue reemplazada por felicidad y el suspenso se disipó.

"Sorpresa, ¿qué sorpresa?" - preguntaron los niños al unísono, sus ojos brillando con curiosidad.

"Hoy es el día mágico del Festival de la Primavera en el bosque. Cada niño que se atreva a entrar, tiene la oportunidad de descubrir un regalo especial" - Fina les explicó.

Martín y sus amigos se miraron entre sí, comprendiendo que el miedo que habían sentido se había ido.

"¿Podemos participar?" - preguntó Sofía, llena de alegría.

"Por supuesto, solo deben creer en la magia de la amistad y la valentía" - respondió Fina antes de guiarlos a través del bosque.

Juntos, disfrutaron de juegos y bailes en medio de flores resplandecientes. Cada uno de ellos descubrió su regalo: Martín encontró un colibrí de cristal que podía volar, Sofía una corona de flores que iluminaba su camino, y Lucas una brújula mágica que siempre lo llevaría a casa.

Al caer la noche, el cielo se llenó de estrellas y el bosque resplandeceu con luces de colores.

"¡Veo que el miedo nos hizo más fuertes!" - dijo Martín mientras todos reían y celebraban su valentía.

"Sí, la amistad es la magia más poderosa" - concluyó Sofía.

Cuando finalmente regresaron a casa, el festival del pueblo había comenzado. Ellos llevaban consigo no solo regalos mágicos, sino también un recuerdo inolvidable de su aventura.

Desde aquel día, nunca volvieron a temer al bosque, pues habían descubierto que, en realidad, estaba lleno de sorpresas increíbles y oportunidades de alegría cuando uno se atreve a enfrentar sus miedos.

FIN.

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