El parque, un lugar para cuidar



Una mañana brillante en el barrio de Las Flores, Margarita e Isabella decidieron ir al parque de niños a jugar. Al llegar, se encontraron con un espectáculo que las sorprendió. Sebastian, un chico de su escuela, estaba tirando el cesto de basura del parque al suelo y sonriente, como si estuviera haciendo algo gracioso.

"Mirá, Isabella, ¿qué hace Sebastián?" - dijo Margarita, con los ojos bien abiertos.

"No sé, pero no parece algo muy bueno..." - contestó Isabella, frunciendo el ceño.

Las dos amigas se miraron, y, después de un breve silencio, decidieron que era hora de hablar con él. Se acercaron con cuidado.

"¡Sebastián!" - gritaron al unísono.

"¿Por qué tirás el cesto de basura?" - inquirió Margarita.

Sebastián, sorprendido, se detuvo y dejó de reír.

"Es solo una broma" - respondió, encogiéndose de hombros. "Nadie le da importancia a la basura. Todos saben que en un rato ya lo recogen".

Isabella se cruzó de brazos.

"Pero si todos pensaran así, el parque estaría lleno de basura. El cesto sirve para que los desechos no contaminen el lugar donde jugamos".

Sebastián miró el cesto tirado. En su interior, la frase de Isabella resonó como un eco. Sin quererlo, había causado un pequeño desastre.

"Pero... yo pensaba que no pasaba nada" - dijo, un poco avergonzado.

Margarita se acercó un paso más, con una sonrisa amable.

"A veces, hacer una broma puede afectar a otros. Imaginá cómo se sentirían los niños pequeños que vienen a jugar aquí si ven todo sucio".

"Sí, y también piensa en las mascotas que siempre corren por el parque. Ellas también quieren un lugar limpio y lindo" - agregó Isabella.

Sebastián comenzó a reflexionar. No había pensado en eso antes.

"Tenés razón. No quiero que el parque se sienta feo. Voy a ayudar a recogerlo" - dijo, decidido. Se arrodilló y comenzó a levantar el cesto de basura. Margarita e Isabella lo siguieron, colaborando juntos.

Mientras recogían, las tres comenzaron a charlar sobre cómo podían hacer del parque un lugar más bonito.

"¿Y si hacemos un cartel pidiéndole a la gente que no tire basura?" - sugirió Margarita emocionada.

"Sí, y podíamos organizar una jornada de limpieza. Así invitamos a otros chicos y todo será más rápido" - aportó Isabella.

Sebastián asintió, con una gran sonrisa en su rostro.

"¡Eso me encanta!" - exclamó. "Podemos hacer un equipo para cuidar del parque por un mes y ver quién lo mantiene más limpio".

Las chicas se rieron.

"Podríamos tener stickers de premio para los que más recojan" - dijo Isabella.

"Y además organizar un día de juegos al final de cada mes para celebrar el esfuerzo" - agregó Margarita.

Así fue como, en una simple mañana, Sebastián se transformó de un bromista que no pensaba en las consecuencias, a un líder decidido a cuidar el parque. Con el tiempo, lograron hacer una hermosa campaña donde invitaron a todos los niños del barrio a cuidar el parque.

Los fines de semana, se juntaban, jugaban y, sobre todo, recolectaban basura. Cada uno llevaba su cesto y al finalizar, compartían juegos y meriendas. El parque se convirtió en un lugar más limpio, lleno de risas y cariño.

De esta manera, Sebastián y sus nuevas amigas aprendieron que cada acción cuenta y que cuidar del lugar donde juegan es un gran trabajo en equipo. Así, no solo conservaron un espacio limpio, sino que también cultivaron una amistad perdurable entre ellos y motivaron a otros a hacer lo mismo. El parque, que antes era solo lugar de juegos, ahora también era un símbolo de unión entre todos los niños del barrio.

Y así, en ese parque de niños, todos aprendieron que la verdadera alegría está en cuidar juntos y disfrutar de la naturaleza que los rodea.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!