El Patito Feo del Corral



Había una vez en un tranquilo corral, un grupo de patos que nadaban felices en el lago. Sin embargo, entre ellos había uno que era diferente. Su plumaje era de un color gris y un tanto desigual, mientras que sus hermanos eran de un brillante amarillo. Este patito se llamaba Pato, y cada vez que intentaba unirse a los juegos de sus hermanitos, todos le decían la misma frase:

"¡No te queremos jugar, Pato! Eres diferente y no puedes nadar bien."

Pato se sentía triste y marginado, pero a pesar de eso, nunca dejó de intentarlo. Todos los días se acercaba al lago, y observaba cómo sus hermanos se zambullían y chapoteaban.

Un día, mientras Pato nadaba solito en una esquina del lago, una anciana tortuga llamada Doña Tortuga se le acercó y le dijo:

"¿Por qué estás tan triste, pequeño?"

Pato soltó un suspiro y respondió:

"No soy como los demás, no me quieren porque soy diferente."

Doña Tortuga sonrió y le dijo:

"Mi querido Pato, ser diferente es lo que te hace especial. La belleza está en la diversidad."

Con esas palabras, Pato se sintió un poco mejor y decidió que ya no se dejaría afectar por lo que dijeran los demás. Comenzó a concentrarse en nadar mejor y entrenarse por sí mismo, buscando mejorar sus habilidades.

Pasaron los días y Pato creció más fuerte. Un día, en plena práctica, un grupo de patos se acercó al lago:

"¡Ven a jugar con nosotros, Pato!"

Pero Pato, que había aprendido a valorarse, respondió:

"No, gracias, ahora prefiero practicar un poco más."

Los nuevos patos se sorprendieron por su autoconfianza.

Unos días después, el corral se preparaba para una gran competencia de natación entre los patos. Pato decidió inscribirse, a pesar de que se sentía un poco nervioso. "Tal vez pueda mostrarles lo que he aprendido", pensó.

El día de la competencia llegó. Todos los patos estaban nerviosos y entusiasmados. Cuando sonó la bocina de inicio, los patos salieron disparados al agua. Al principio, Pato quedó atrás, pero no se rindió. Nadaba con todas sus fuerzas mientras recordaba las palabras de Doña Tortuga.

De repente, un pato amarillo, que había sido muy burlón, se resbaló y cayó en el agua, luchando por salir. Pato, sin pensarlo, se zambulló y nadó rápidamente hacia él.

"¡Agárrate a mi pata!" - gritó Pato mientras ayudaba al pato a salir.

Una vez en la orilla, el pato amarillo le dijo, con la cara llena de sorpresa:

"Gracias, Pato. No creí que fueras tan valiente y ágil."

Pato sonrió, contento de haber ayudado y de que su acto valiente fuera apreciado. Después de esa carrera, muchos otros patos comenzaron a acercarse a él, mostrándole respeto y admiración.

Al final de la competencia, aunque no ganó, Pato había demostrado que la amistad, la valentía y la confianza en uno mismo eran mucho más importantes. Todos lo aplaudieron por su esfuerzo y valor. Desde ese día en adelante, ya no se sentía como el patito feo, sino como un patito fuerte y especial.

"Siempre recuerda, Pato, que lo importante no es ser igual, sino ser uno mismo" - le dijo Doña Tortuga cuando lo vio.

Y así, Pato encontró su lugar en el corral, rodeado de amigos que lo aceptaban y apreciaban por quien realmente era.

FIN.

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