El Plan Secreto de la Maestra Diamantina



Era una tarde soleada en la escuela, y el grupo de 3°D de la maestra Diamantina estaba más inquieto que de costumbre. Con el reloj marcando la hora del recreo, todos los alumnos estaban ansiosos por salir al patio y jugar. Entre ellos, Anarella, una alumna muy aplicada, se preparaba para disfrutar de un merecido descanso.

"¡Vamos, chicas!" - gritó Martina, una de sus mejores amigas. "¡El recreo ya empezó!"

"Sí, pero acordémonos de lo que dijo la maestra. No podemos hacer mucho ruido en el patio" - recordó Anarella, mientras intentaba contener su alegría.

"Es solo un rato, después nos comportamos. ¡Vamos a jugar a la pelota!" - contestó Valentina, emocionada.

El resto del grupo empezó a correr hacia la cancha, pero Anarella se quedó un momento para ver qué pasaba con la maestra Diamantina. Ella siempre los guiaba de una manera especial, y esta vez no era la excepción.

"Chicos, tengo una sorpresa para ustedes" - anunció la maestra, que asomó la cabeza por la puerta del aula con una sonrisa.

"¡Sorpresa!" - gritó todo el grupo, volviendo a su calma de inmediato.

"He preparado una búsqueda del tesoro para el recreo de hoy. Tendrán que trabajar en equipos para resolver pistas y encontrar el premio final" - explicó la maestra con una chispa de complicidad en sus ojos.

Los alumnos comenzaron a murmurar entre ellos, cada vez más emocionados.

"Me encanta la idea, maestra!" - gritó Joaquín.

"¿Qué equipo formamos?" - preguntó Valentina.

La maestra Diamantina organizó a los alumnos en equipos. Anarella no podía contener su alegría.

"Voy a ser la líder de mi equipo, ¡nos va a ir genial!" - exclamó.

La maestra les proporcionó la primera pista, y rápidamente la búsqueda comenzó. Sin embargo, no todos se llevaban bien. El grupo estaba dividido, y algunos alumnos no querían colaborar. Era evidente que tenían que aprender a trabajar juntos.

Una de las pistas los llevó al árbol del patio.

"¡Miren!" - gritó Joaquín "¡Está aquí!"

En su entusiasmo, Joaquín tiró del papel con la siguiente pista. Sin embargo, al hacerlo, se rompió.

"Uh, no, ¡ahora no sabremos qué hacer!" - se lamentó Anarella.

En lugar de desanimarse, Anarella decidió tomar la iniciativa.

"Chicos, quizás podamos inventar nuestra propia aventura. Si todos colaboramos y compartimos ideas, podemos encontrar el tesoro juntos" - sugirió.

Sus compañeros la miraron con sorpresa.

"No sé..." - dudó Valentina "¿y si no es lo mismo?"

"Lo importante es que nos divirtamos, ¿no?" - señaló Anarella, animando a su equipo. "Podemos usar nuestra imaginación para crear nuevas pistas. ¡Vamos a intentarlo!"

Así que comenzaron a pensar juntos. Cada uno aportó algo: Joaquín sugirió una pista que les llevara al lugar donde solían jugar a la mancha, mientras que Valentina trajo la idea de buscar en el rincón de los juegos. Al final, decidieron que el tesoro sería algo que ellos mismos harían.

"¡Podemos hacer pulseras de amistad!" - dijo Valentina emocionada. "Así recordaremos siempre esta aventura juntos."

Con ese nuevo objetivo, el grupo se puso a trabajar en un rincón del patio, donde todos colaboraron con entusiasmo. La búsqueda del tesoro se convirtió en una fiesta de creatividad.

Cuando la maestra Diamantina regresó, encontró a los chicos riendo y armando pulseras de colores brillantes.

"Pero, ¿qué pasó con el tesoro?" - preguntó la maestra, divertida. "No lo encontraron?"

"Lo encontramos, pero decidimos hacerlo nosotros mismos, maestra" - respondió Anarella, orgullosa.

"Me encanta que hayan aprendido a trabajar en equipo y a disfrutar del tiempo juntos. Eso es más valioso que cualquier tesoro!" - exclamó la maestra. "¡Sigan creando!"

Y así, en lugar de una búsqueda del tesoro convencional, 3°D pasó el recreo forjando amistades y creando algo especial. Al final del día, cada uno se llevó a casa no solo su pulsera, sino también una lección sobre la importancia de colaborar, compartir y disfrutar de la compañía de los demás.

Nunca olvidarán esa tarde en la que, además de ser un grupo inquieto, aprendieron a ser un equipo.

FIN.

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