El Primer Día de Tomás



Era un día radiante en el barrio de Villa Esperanza. El sol brillaba, y los pájaros cantaban. Tomás, un niño de 6 años, se despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo. Hoy era su primer día de primaria.

-Mamá, ¿y si no hago amigos? -preguntó con un hilo de voz, mientras se vestía con su uniforme nuevo.

-No te preocupes, amor. Todos están tan nerviosos como vos. ¡Sonríe! -le dijo su mamá, dándole un beso en la frente.

Cuando llegó a la escuela, Tomás vio un mar de niños de diferentes tamaños y colores. Su estómago hizo un pequeño vuelco. Se acercó a la entrada, donde una señora amable lo recibió.

-Buenos días, pequeño. ¿Es tu primer día? -preguntó la maestra Clara, con una sonrisa grande y acogedora.

-Sí... -respondió Tomás, jugando con la punta de su mochila.

-¡No te preocupes! También es el primer día para muchos. Ven, te mostraré tu aula.

Al entrar al aula, Tomás se encontró con muchos rostros nuevos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que había un niño que parecía tan nervioso como él. El nombre de ese niño era Lucas.

-Hola, soy Tomás. -dijo, acercándose.

-Hola, soy Lucas... ¿Tienes miedo? -preguntó Lucas, mirando el suelo.

-Sí, un poquito... -respondió Tomás con sinceridad. A partir de esa conversación, ambos niños se sintieron un poco mejor.

La maestra Clara los animó a presentarse al resto de la clase. Cuando fue el turno de Tomás, tragó saliva.

-Hola, soy Tomás. Me gusta jugar al fútbol y dibujar. -dijo, sintiendo que su corazón latía rápido.

-¡Qué genial! -dijo una niña de cabello rizado que se llamaba Ana. -Yo también dibujo. ¿Te gustaría mostrarme tus dibujos después?

-¡Sí! -respondió Tomás, sintiéndose más relajado.

El día continuó con juegos, canciones y un almuerzo compartido. Pero cuando la maestra Clara anunció un juego de adivinanzas, Tomás sintió que su confianza comenzaba a desvanecerse.

-Es un animal que dice —"miau" . -dijo la maestra, y todos comenzaron a gritar respuestas.

-Miau, miau... ¡gato! -gritó Ana con entusiasmo.

Tomás, que se había quedado en silencio, sintió que no sabía la respuesta. Miró a Lucas, quien le sonrió, como si le dijera que no se preocupara. Al final, todos aplaudieron a Ana, y Tomás se dio cuenta de que no tenía que ser el mejor en todo.

El día terminó, y cuando salió al patio, Lucas se le acercó.

-Oye, Tomás, ¿quieres jugar al fútbol? -preguntó Lucas con una sonrisa.

-Claro, ¡me encanta el fútbol! -respondió Tomás, sintiéndose más confiado. Jugaron un rato y se divirtieron, corriendo detrás del balón y riendo.

Con los días, Tomás y Lucas se hicieron grandes amigos. Descubrieron juntos que cada niño tenía algo especial. Tomás se dio cuenta de que su habilidad para dibujar y su gran imaginación podían ser parte de lo que los hacía únicos.

Una semana después, la maestra Clara propuso una exposición de talentos. Tomás sintió una mezcla de entusiasmo y miedo.

-No sé si puedo hacerlo. -le confesó a Lucas en el recreo.

-Vamos, Tomás. ¡Tus dibujos son increíbles! -le animó Lucas. -Yo puedo hablar de los dinosaurios y podemos hacerlo juntos.

Con el apoyo de su amigo, Tomás decidió presentar su arte. Aquella mañana brillante y nerviosa, Tomás se paró frente a sus compañeros y mostró sus dibujos de dinosaurios, mientras Lucas explicaba su faceta.

-¡Miren, este es un Tiranosaurio Rex con color verde! -dijo Tomás, sintiéndose más seguro a medida que hablaba.

Todos aplaudieron, y la maestra Clara se acercó a ellos.

-Buen trabajo, chicos. Han hecho una gran dupla. -les dijo, sonriendo.

El tiempo pasó, y Tomás se dio cuenta de que la primaria, aunque al principio parecía aterradora, estaba llena de oportunidades para hacer amigos y aprender cosas nuevas. El primer día se convirtió en un hermoso recuerdo, y cada desafío en la escuela enriqueció su vida. Se fue formando el niño curioso y valiente que siempre estuvo en él.

Al final de ese año escolar, Tomás había aprendido mucho, no solo de las materias, sino también sobre la amistad y la confianza.

-Y pensar que todo empezó con un —"hola"  -dijo un día a Lucas, mientras observaban el atardecer desde la ventana del aula.

-Así es -respondió Lucas. -Siempre hay algo mágico en decir —"hola" .

Y así, Tomás entendió que cada nuevo comienzo trae consigo la posibilidad de grandes y bellas historias.

Fin.

FIN.

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