El príncipe Alex y el beso de la bondad



En un reino lejano, donde los ríos brillaban como espejos y los árboles susurraban secretos, vivía el príncipe Alex. Era un joven noble y querido por todos. Un día, la malvada María Eduarda, una bruja que siempre había envidiado la felicidad del príncipe, decidió lanzar un hechizo sobre él.

- ¡Con este conjuro, nadie podrá salvarme! - exclamó mientras agitaba su varita mágica.

Y, en un abrir y cerrar de ojos, el príncipe Alex se convirtió en un espléndido caballo de pelaje brillante. Al ver lo que había sucedido, María Eduarda se sintió satisfecha, pero en su corazón había una sombra de duda.

Mientras tanto, su hermana, Macarena, quien era conocida por su bondad y su espíritu generoso, al enterarse del hechizo, decidió ayudar al príncipe.

- ¡Debo hacer algo para liberar a Alex! - dijo Macarena.

- Pero, ¿cómo? - se preguntaba a sí misma, preocupándose por el destino de su amado hermano.

Macarena, después de investigar en viejos libros de magia, descubrió que un beso verdadero de amor podía romper el hechizo. Sin embargo, había un problema: María Eduarda estaba decidida a mantenerlo cautivo.

- ¡No lo dejaré ir tan fácilmente! - gritó María Eduarda, furiosa al escuchar los planes de su hermana.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Macarena comenzó a hablar con su hermana. Poco a poco, la bondad en ella comenzó a florecer.

- Eduarda, ¿no te gustaría ser feliz y hacer el bien? - le preguntó con dulzura Macarena, mientras ambas se sentaban juntas bajo un árbol.

- Estoy cansada de ser mala, Macarena - confesó Eduarda en un susurro, sintiendo una extraña calidez en su corazón. - Pero no sé cómo cambiar.

Esa conversación fue un punto de inflexión. Eduarda empezó a cuestionar sus acciones y se dio cuenta de que la felicidad no provenía de causar tristeza a los demás.

- Si me perdonas, te prometo que haré todo lo posible por corregir mis errores - dijo María Eduarda, mirando a su hermana a los ojos.

- Hay una manera de enmendarlo - sonrió Macarena, eligiendo sus palabras con cuidado. - Debes liberar al príncipe Alex.

Así, con una nueva determinación, María Eduarda utilizó su magia para romper el hechizo.

- ¡Príncipe Alex, regresa a tu forma original! - dijo mientras pronunciaba un nuevo hechizo, esta vez con amor y esperanza.

En un instante, el hermoso caballo se transformó nuevamente en el apuesto príncipe. Todos en el reino vitorearon de alegría, y el príncipe Alex miró a Macarena con gratitud.

- Gracias, Macarena, por tu valentía y tu bondad. - exclamó.

Eduarda, sintiendo una inmensa liberación, dijo: - Ahora entiendo lo que significa ser realmente libre, y no quiero ser más la persona que fui.

Agradecidas por el acto de bondad de su hermana, Macarena le dispuso a Eduarda dar una segunda oportunidad.

- Seremos un equipo, Eduarda. Juntas, haremos del reino un lugar mejor - prometió Macarena.

Y así, tanto María Eduarda como Macarena dedicaron sus días a ayudar a los demás, trabajando juntas para reparar los daños que habían causado. El príncipe Alex, por su parte, estaba feliz de tenerlas como aliadas y hermanas en esta nueva aventura.

- La mejor magia viene del amor y la comprensión - dijo educadamente el príncipe Alex. Y en ese instante, el reino se llenó de alegría y risas, mostrando que incluso las almas más perdidas pueden encontrar su camino.

FIN.

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