El profesor que prefería a un bailarín



Era una soleada mañana en la escuela primaria "Los Sueños". Los alumnos estaban muy emocionados porque esa semana había un concurso de talentos. La maestra Laura, conocida por su forma de inspirar a los chicos, había prometido que el ganador recibiría un premio especial.

La maestra, siempre con una sonrisa, decía: "Recuerden, chicos, lo importante es que se diviertan y muestren lo que saben hacer. Cada uno de ustedes es especial a su manera."

Entre todos los alumnos, había uno que se llamaba Tomás, un chico que siempre había amado bailar. Desde que tenía cinco años, movía los pies al ritmo de la música en cualquier momento que podía. Pero había un problema: en su clase, todos sentían que el talento de cantar y actuar era más valorado que el de bailar.

Tomás, un poco desanimado, se acercó a su amigo Leo y le dijo: "No sé si voy a participar. Todos prefieren las canciones y las obras de teatro. A nadie le importa bailar."

"Pero a vos te encanta, Tomy. Deberías mostrar lo que sabés hacer. El profesor Silva también es bailarín, por ahí le encanta lo que hagas", le sugirió Leo.

Tomás pensó que podría ser una buena idea y decidió presentarse al concurso. En casa, practicó cada paso que sabía, sintiendo la música recorriendo su cuerpo. Sin embargo, él tenía una pequeña preocupación: el profesor Silva, quien era muy estricto y prefería el canto, nunca parecía estar interesado en el baile.

El día del concurso, el aula estaba llena de niños ansiosos por mostrar sus talentos. La maestra Laura fue la presentadora y comenzó a llamar a los chicos uno por uno. "Ahora, ¡es el turno de Valentina con su canción!" Todos aplaudieron mientras Valentina cantaba una melodía hermosa.

Cuando llegó el turno de Tomás, su corazón latía con fuerza. Subió al escenario y, después de una profunda respiración, comenzó a bailar. Su cuerpo se movía al son de una canción alegre, y poco a poco, los demás comenzaron a aplaudir al ritmo de sus pasos.

"¡Vamos, Tomás!" gritó Leo desde la primera fila. Tomás sonrió y siguió bailando. A medida que avanzaba, notó que el profesor Silva estaba mirando, y su expresión cambió.

Cuando terminó su presentación, el aula estalló en aplausos. Tomás se sintió lleno de alegría. Finalmente, el profesor Silva se acercó y le dijo: "Ese fue un baile impresionante, Tomás. Tenés un gran talento. ¿Sabías que yo también estudié baile en mi juventud?"

"¿De verdad, profesor?" preguntó Tomás sorprendido. El profesor asintió con una sonrisa.

"Sí, y aunque me gusta cantar, el baile tiene su propia magia. Creo que deberíamos tener un club de baile en la escuela. La danza es una forma de expresión igual de válida que cualquier otra."

Tomás no podía creer lo que estaba escuchando. "¡Eso sería genial!" respondió emocionado.

Después del concurso, la maestra Laura y el profesor Silva decidieron organizar un club de danza los viernes, donde todos los alumnos podrían aprender a bailar y compartir sus estilos. A partir de ese día, Tomás se sintió más motivado que nunca. No solo había mostrado su talento, sino que también había inspirado a otros a bailar.

En una de las primeras reuniones del club, mientras todos bailaban y reían, Tomás se sintió muy feliz de haber seguido su pasión. "¿Vieron? ¡Bailar es divertido!" dijo mientras giraba. Valentina le respondió: "Es verdad, Tomy. Me encantaría aprender algunos pasos de baile de vos."

Con el tiempo, el club de danza se convirtió en uno de los más populares de la escuela. Niños de diferentes edades y con distintos talentos se unieron para bailar, y el profesor Silva se convirtió en su gran admirador y guía.

Así, Tomás no solo aprendió que seguir sus sueños era importante, sino que también descubrió que cada talento tenía su lugar en el mundo. Y, sobre todo, que la verdadera felicidad estaba en compartir lo que amaba con los demás.

Desde entonces, en la escuela "Los Sueños", todos sabían que, a pesar de las diferencias, cada uno tenía algo especial que ofrecer. Y así como Tomás se sintió apoyado, también incentivó a otros a ser ellos mismos y a brillar con su luz única.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!