El Reino del Mago Conductista



En un lejano reino llamado Verbosia, habitaban criaturas de todo tipo: los pequeños Sonrisos, las alegres Rimas, y las curiosas Palabritas. Todos soñaban con convertirse en grandes habladores, pero había un sabio mago que era conocido por su magia especial: el Mago Skinner.

El Mago Skinner vivía en un castillo de palabras brillantes, y su varita mágica recompensaba a quienes aprendían nuevas formas de comunicarse. Cada vez que un habitante de Verbosia pronunciaba una palabra nueva, el mago hacía un gesto y generaba una lluvia de estrellas que caía sobre ellos como un premio.

Una mañana, una Palabrita llamada Lili se sentó junto al lago a soñar.

"Quiero ser la mejor habladora del reino", dijo Lili con voz decidida.

El viento sopló suavemente, como si le respondiera. A Lili le intrigaba la idea de aprender cada día una palabra nueva, pero no sabía por dónde empezar. Llamó a su amigo, el Rima llamado Tino.

"¡Tino!", gritó Lili, "quiero ir a ver al Mago Skinner. Él me ayudará a aprender nuevas palabras y a ganar recompensas".

"¡Sí! Vamos, creo que él tiene muchas sorpresas para nosotros!", contestó Tino emocionado.

Así que juntos, Lili y Tino partieron hacia el castillo del Mago Skinner. Cuando llegaron, vieron a otros habitantes formando una fila, ansiosos por recibir la magia del Mago. Skinner estaba allí, lustrando su varita, listo para ayudar.

"¡Bienvenidos, amigos!", dijo el Mago con una sonrisa. "Por cada palabra nueva que aprendan, les daré una estrella. Recuerden, todos pueden aprender, solo hay que intentarlo".

Lili se acercó al Mago y preguntó:

"Mago Skinner, ¿puedes ayudarme a aprender?".

"Claro, Lili. Simplemente escucha atentamente y cuando entiendas una nueva palabra, háblala en voz alta". Así, la Palabrita prometió esforzarse al máximo cada día.

Los días pasaron, y Lili comenzó a aprender palabras como —"mariposa" , —"brillante"  y —"amistad" . Cada vez que decía una de ellas, el Mago agitaba su varita y un último de luces brillantes llovía sobre ella.

Sin embargo, un día Lili se sintió muy triste, porque mientras todos sus amigos recibían estrellas, ella solo había acumulado algunas.

"¿Por qué no puedo aprender tan rápido como ellos?", se preguntó.

Al ver su tristeza, el Mago Skinner se acercó.

"Lili, cada uno tiene su propio ritmo. Lo importante es que sigas intentándolo y no te desanimes".

Los consejos del Mago la animaron, y Lili decidió esforzarse aún más. Comenzó a observar el mundo a su alrededor con nuevos ojos, escuchando cómo hablaban los demás y tratando de captar palabras que no conocía.

Una tarde, mientras jugaba cerca del lago, vio a unas mariposas danzando en el aire.

"¡Mariposas!", gritó emocionada.

"¡He aprendido una palabra nueva!".

Al volver al castillo, corrió hacia el Mago.

"Mago Skinner, ¡he aprendido la palabra 'mariposa'!".

"¡Excelente Lili!", respondió el Mago mientras agitaba su varita y millones de estrellas brillantes cayeron a su alrededor.

Hacia el final del año, Lili había aprendido un montón de palabras y había acumulado muchas estrellas brillantes. Pero lo que más aprendió fue a no rendirse y a disfrutar de cada pequeño logro en su camino.

"Gracias, Mago Skinner, por enseñarme que cada palabra cuenta y que todos somos diferentes".

El Mago sonrió, comprendiendo que había ayudado a Lili a explorar no solo el lenguaje, sino también a descubrirse a sí misma.

"Recuerda Lili, la magia está también en cómo usas estas palabras para comunicarte y conectar con los demás".

Y así, en el Reino de Verbosia, Lili siguió aprendiendo, hablando, compartiendo. Y con cada nueva palabra, se volvía más luminosa, dejando una estela de alegría a su paso. Todos en el reino, inspirados por su valentía, también comenzaron a aprender con gusto, creando un mundo lleno de comunicación y amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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