El sapo, la princesa y el lago encantado



En un hermoso bosque rodeado de gigantescos árboles que parecían tocar el cielo vivía un sapo llamado Tico. Era un sapo muy curioso, pero había un gran problema: su apariencia. Tico no era como los demás sapos, tenía la piel llena de manchas y su cuerpo era más grande de lo normal. Esto lo hacía sentirse muy triste, especialmente porque siempre veía a los otros sapos jugar y disfrutar del sol.

Un día, mientras Tico saltaba por el bosque, escuchó un llanto suave que provenía de un lago cristalino. Se acercó y vio a una hermosa princesa llamada Luna, quien lloraba desconsoladamente.

"¿Por qué lloras, princesa?" - preguntó Tico, intentando acercarse.

"Oh, sapito, me llamo Luna, y lloro porque estoy atrapada aquí. Necesito volver a mi castillo, pero no sé cómo. Mis padres están preocupados por mí y yo anhelo regresar con ellos" - respondió la princesa entre sollozos.

Tico, aunque era un sapo, tenía un gran corazón. Decidió ayudar a Luna. Después de pensarlo un momento, dijo:

"No será fácil, pero creo que puedo ayudarte a volver a tu castillo. Solo necesito que me des una oportunidad."

Luna, aunque dudosa, accedió. Tico le explicó que el lago tenía una magia especial y que solo podría cruzarlo con la ayuda de un encantador canto. Juntos comenzaron a investigar cómo podría ser el canto mágico.

Mientras exploraban el área alrededor del lago, Tico recordó que los sapos tienen un canto muy especial. Empezó a croar, creando melodías con sus viejas y rasposas notas. Luna lo miró con sorpresa.

"Pero Tico, no puedes cantar, eres solo un sapo. ¿Quién te haría caso?" - dijo la princesa.

"¡Pero tal vez necesitemos unir nuestras voces! Tú puedes cantar también, ¡y juntos seremos fuertes!" - exclamó Tico con determinación.

Luna sonrió, emocionada por la idea. Así que juntos, comenzaron a cantar. Al principio, su canto era un poco desorganizado, pero cada vez se sentían más cómodos. Tico se animaba y croaba más intensamente mientras Luna añadía su suave voz. Poco a poco, el lago empezó a brillar con luces de diferentes colores.

"¡Mira! Está sucediendo algo mágico, Tico!" - exclamó Luna.

De repente, del lago emergió un hermoso barquito hecho de hojas y flores que los invitaba a abordar.

"¡Suban, pequeños soñadores!" - dijo el barquito con una voz melodiosa. "Los llevaré a donde necesitan ir."

Luna y Tico se subieron a la embarcación y el barquito comenzó a navegar por el lago, llevando a la princesa hacia su castillo. Durante el trayecto, Tico y Luna se hicieron grandes amigos. Compartieron historias, risas y sueños, lo que ayudó a Luna a olvidar su tristeza y a Tico a sentirse especial por primera vez.

Al llegar al castillo, Luna se despidió de su nuevo amigo.

"Gracias, Tico. Nunca olvidaré lo que hiciste por mí. A partir de ahora, aprenderé a ver el corazón y no la apariencia de las personas. Este encuentro me ha cambiado para siempre."

"Y yo recordaré que hasta un sapo feo puede hacer cosas maravillosas y ayudar a los demás," - respondió Tico con una sonrisa.

La princesa subió al castillo y, desde entonces, siempre llevaba un pequeño espejo en el que podía recordar a su amigo Tico. Aprendió que la belleza de un ser se encuentra en su interior, en su bondad y su valentía.

Y así, aunque Tico regresó a su lago, siempre supo que había hecho algo especial y que a veces, la verdadera belleza reside en donde menos se espera.

FIN.

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