El Susurro de la Oscuridad



En un pequeño pueblo llamado Lumilandia, donde las estrellas brillaban en la noche más oscura, vivía una niña llamada Valentina. A Valentina le encantaba la noche, porque cada vez que el sol se ocultaba, ella podía observar las estrellas desde su ventana. Pero un día, algo extraño comenzó a suceder. Las luces del pueblo comenzaron a apagarse una a una.

Valentina, preocupada, decidió investigar.

"Mamá, ¿por qué se están apagando las luces del pueblo?" - preguntó una noche.

"No lo sé, mi amor. Tal vez sea solo una broma de la oscuridad. No te preocupes, las luces volverán." - respondió su madre sin preocupación.

Sin embargo, la curiosidad de Valentina la llevó a su amigo Lucas, un niño aventurero que siempre estaba dispuesto a explorar.

"Lucas, ¡tenés que venir! Algo raro está pasando y no puedo quedarme de brazos cruzados." - dijo Valentina emocionada.

"¡Vamos a investigar!" - respondió Lucas con una sonrisa.

Los dos amigos se pusieron en marcha. Armados con una linterna y un mapa, decidieron buscar la fuente de la oscuridad. Al caer la noche, se adentraron en el bosque, donde la brisa susurraba entre los árboles.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó Valentina, mientras su linterna parpadeaba.

"Es solo el viento, no hay nada de qué preocuparse." - contestó Lucas, tratando de parecer valiente.

Mientras caminaban, encontraron un lugar donde la oscuridad era más densa. De repente, una sombra se materializó frente a ellos. Era un pequeño gato negro llamado Noche, que se veía triste.

"¿Por qué estás tan triste, pequeño amigo?" - preguntó Valentina.

"Soy el guardián de la oscuridad y la tristeza está envolviendo mi hogar porque nadie cree que la oscuridad tiene su belleza." - susurró Noche.

Valentina y Lucas se miraron, sorprendidos.

"Pero la oscuridad solo trae miedo, Noche." - dijo Lucas.

"Eso piensan muchos, pero yo puedo mostrarles que la oscuridad también puede ser un lugar mágico, donde los sueños y las estrellas brillan más intensamente. Así como el día necesita de la noche, también la oscuridad necesita ser apreciada." - explicó Noche.

"¿Te gustaría ayudarnos a devolver la luz al pueblo?" - preguntó Valentina.

"Estoy listo para mostrarles su belleza, junto a ustedes." - dijo Noche.

Los tres se unieron y, juntos, comenzaron a pensar en maneras de unir a la gente para que apreciaran la oscuridad. Valentina tuvo una idea brillante.

"¡Hagamos una noche de estrellas! Invitemos a todos a salir, a mirar hacia arriba y a disfrutar de la noche."

"¡Seguro que volveremos a encender la luz del pueblo!" - añadió Lucas.

Valentina, Lucas, y Noche empezaron a preparar todo. Hicieron carteles, decoraron el bosque y llevaron mantas para que todos se sentaran cómodamente. Cuando llegó la fecha, los habitantes de Lumilandia comenzaron a llegar con curiosidad.

"¿Qué pasa aquí?" - preguntó una señora.

"¡Nosotros les mostramos la belleza de la oscuridad!" - exclamó Valentina, emocionada.

Cuando la noche cayó, todos se sentaron bajo las estrellas. Noche relató historias mágicas de constelaciones y Valentina y Lucas compartieron sus planes.

"¿Quién diría que la oscuridad tiene su propia belleza?" - murmuró un niño, mientras miraba hacia arriba.

"¡Miren esa estrella fugaz!" - gritó otro.

La gente comenzó a reír, a aplaudir y a disfrutar de la noche. Valentina podía ver cómo sus rostros se llenaban de alegría mientras la oscuridad, en lugar de asustarlos, los inspiraba a compartir y soñar.

"Gracias, Noche, por ayudarnos a conocer la magia de la oscuridad." - dijo Lucas.

"Gracias a ustedes por recordarme que aunque la oscuridad a veces asuste, siempre puede traer luz y belleza." - respondió Noche, con una sonrisa.

Desde aquel día, Lumilandia se llenó de eventos nocturnos donde cada uno podía disfrutar del cielo estrellado, de historias y risas. La oscuridad, que alguna vez había sido miedo, se convirtió en un lugar de esperanza y alegría. Valentina y Lucas aprendieron que, aunque haya sombras, siempre hay luz si se está dispuesto a mirar.

FIN.

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