El Valentón de la Granja



Había una vez un gallo llamado Lolo que vivía en una granja. Lolo era un gallo muy travieso y le encantaba molestar a todos los animales, pero especialmente al conejo llamado Benji. Benji era un conejito tímido y muy amable, y cada vez que Lolo le hacía alguna travesura, él solo se retiraba a un rincón, tratando de ignorarlo.

Un día, mientras Benji estaba comiendo zanahorias en su rinconcito, Lolo voló de un árbol y comenzó a picotearle la cabeza.

- ¡Eh, Lolo! ¡Deja tranquilo a Benji! - gritó la oveja, que estaba viendo la escena.

- ¿Y por qué lo haría? ¡Es tan divertido! - respondió Lolo riéndose.

Los otros animales se sentían mal por Benji, pero sabían que si intentaban ayudarlo, Lolo los picotearía. Así que se quedaron callados, mirando la situación con tristeza.

Un día, después de una broma especialmente pesada, Benji decidió que ya no podía soportar más. Se armó de valor y se acercó a Lolo.

- Lolo, sé que te gusta jugar, pero tu forma de hacerlo me hace sentir muy mal. - dijo Benji con voz temblorosa.

Lolo se detuvo un momento, sorprendido por la valentía de Benji.

- ¿Oh? ¿Y a mí qué me importa cómo te sientes? - respondió Lolo, aunque ahora había un tono de duda en su voz.

- Quizás podrías jugar de una manera que no lastime a los demás. - sugirió Benji, intentando sonreír.

Los otros animales miraban con atención, intrigados por la respuesta de Benji. Lolo pensó por un momento y luego se burló otra vez.

- ¡Eso suena aburrido! - exclamó, pero en su interior comenzó a preguntarse si podría divertirse de otra manera.

Esa noche, mientras todos dormían, Lolo no pudo dejar de pensar en lo que había dicho Benji. Quizás había formas de jugar sin hacer sentir mal a los demás.

A la mañana siguiente, decidió intentar un nuevo enfoque. Cuando llegó la hora del desayuno, se acercó a todos los animales.

- ¡Hola a todos! - saludó Lolo, esta vez con una voz más suave. - Quiero hacer algo divertido. ¿Qué tal si hacemos una carrera?

Los animales lo miraron con dudas.

- ¿Una carrera? - preguntó la vaca. - ¿Y no nos lastimarás?

- Prometo que no. - dijo Lolo, levantando una pluma en señal de sinceridad. - Solo quiero pasar un buen rato con ustedes.

Benji, aunque aún un poco asustado, decidió darle una oportunidad.

- Está bien, pero solo si prometes ser justo. - dijo el conejito.

- Lo prometo. - respondió Lolo, sintiendo que estaba haciendo lo correcto.

Así que, los animales comenzaron a correr, riéndose y disfrutando de la competencia. Lolo se esforzaba por ser un buen competidor y decidió no hacer trampa. El conejo, sorprendido, se dio cuenta de que Lolo estaba cambiando. Al final, la carrera terminó con Benji ganando, y aunque Lolo no fue el primero, se sintió feliz por compartir un momento alegre con los demás.

- ¡Felicidades, Benji! - gritó Lolo, mientras todos lo aplaudían.

- Gracias, Lolo. Estoy muy contento de que ahora podamos jugar juntos. - contestó Benji, cada vez más confiado.

Desde ese día, Lolo entendió que no necesitaba molestar a los otros animales para divertirse. Comenzó a ser amigo de Benji y a unirse a sus aventuras en la granja. Los otros animales también se sintieron más cómodos y comenzaron a jugar con ellos.

Y así, gracias a la valentía de un pequeño conejito, todos en la granja aprendieron que jugar con respeto y amistad era mucho más divertido que hacer travesuras a expensas de los demás. Lolo se convirtió en un gran compañero y Benji en un amigo valiente.

Desde entonces, la granja fue un lugar lleno de risas y buenos momentos, y la amistad prevalecía sobre la travesura.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!