El valiente Bauti y el micrófono mágico



En un tranquilo barrio de Buenos Aires, donde los días transcurrían llenos de risas y juegos, vivía un niño llamado Bauti. Tenía una sonrisa brillante, pero había algo que lo atormentaba: cada vez que escuchaba a alguien hablar por un micrófono, se llenaba de miedo.

Un día, el colegio anunció que iba a realizar un concurso de talentos. Todos los niños estaban emocionados por la posibilidad de mostrar lo que podían hacer. Sus compañeros hablaban de cantar, bailar, contar chistes y hacer magia, pero a Bauti solo le venía a la mente el sonido de un micrófono.

"No puedo hacer eso, tienen que usar micrófonos. ¡Voy a tener miedo!" - le dijo a su mejor amiga, Sofi, mientras jugaban en el parque.

"Pero Bauti, quizás podés enfrentarlo. ¿No querés intentarlo?" - le respondió Sofi animada.

"No sé... ¿y si me quedo sin voz?" - se quejó Bauti, recordando todas las veces que había sentido el pánico.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Bauti escuchó a su papá hablando por el micrófono en la reunión de vecinos. Las palabras lo hicieron sentir intranquilo, pero también curioso. Cuando se acercó a la puerta, escuchó la risa de sus vecinos y la emoción en las voces de todos. Se quedó ahí, parado, escuchando cómo las palabras de su papá hacían reír y hablar a todos. Y de repente, tuvo una idea...

Al día siguiente, Bauti decidió que no dejaría que el miedo ganara esta vez. Se acercó a Sofi y dijo:

"Voy a participar en el concurso, pero quiero hacer algo diferente..."

"¡Contame!" - exclamó Sofi, llena de entusiasmo.

"Voy a hacer un cuento en vez de cantar o bailar. Algo que a todos les guste y que pueda contarlo sin usar el micrófono al principio. Luego, si me siento seguro, usaré el micrófono al final."

"¡Eso suena genial! La parte de contar el cuento puede ser igual de divertida. ¡Te acompaño a practicar!"

Los días pasaron y Bauti fue preparando su relato. Cada día lo contaba en voz alta, pero solo a Sofi, porque ella siempre lo alentaba y lo hacía sentir que todo iba a estar bien. A medida que se acercaba el día del concurso, el corazón de Bauti latía con fuerza, pero él decidió que estaba listo.

El gran día llegó y todo el colegio estaba reunido en el gimnasio. Los niños presentaron sus talentos uno por uno y Bauti sintió la emoción crecer. Cuando finalmente fue su turno, miró a Sofi y respiró hondo.

"¡Dale Bauti, vos podés!" - le gritó su amiga, mientras lo animaba desde su asiento.

Subió al escenario y, al principio, le temblaban un poco las manos. Sin embargo, recordó cómo su papá había hablado y las risas que había causado. Se armó de valor y comenzó a contar su cuento, usando su voz clara y con gestos animados. Todos los niños lo escuchaban atentamente y se reían en las partes divertidas.

Cuando terminó la historia, Bauti estaba tan emocionado que decidió desafiar su miedo.

"Y ahora, con su permiso, usaré este micrófono para decir que todos ustedes son mágicos por escucharme. ¡Gracias por dejarme contarles mi historia!"

"¡Bien hecho, Bauti!" - gritó Sofi, mientras aplaudía como si no hubiera un mañana.

El gimnasio estalló en aplausos. En ese momento, Bauti sintió que su miedo se desvanecía, y aunque aún le daba un poco de nervios hablar con un micrófono, supo que podía enfrentarlo.

"Fui valiente, gracias a Sofi y a todos ustedes" - dijo mirando a sus compañeros.

Desde aquel día, Bauti comprendió que todos tienen miedos, pero lo importante es intentarlo, apoyarse en los amigos y saber que no estamos solos. Muchas veces, lo que parece aterrador puede transformarse en algo maravilloso.

Al salir del escenario, Sofi corrió hacia él y lo abrazó.

"¡Sos un campeón! Este fue el mejor cuento que escuché jamás.

"Gracias a vos, Sofi. Nunca hubiera podido hacerlo sin tu apoyo" - respondió Bauti, sintiéndose más fuerte que nunca.

Y así, con el micrófono a su lado y una gran sonrisa, Bauti encontró la magia dentro de él mismo.

FIN.

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