El Valor de la Amistad



Era un soleado día en la Escuela Primaria Rincón Alegre. En el patio, un grupo de cinco amigos: Sofía, Lucas, Mateo, Valentina y Tomás, se reía y jugaba a la pelota. Pero un poco más alejado, sentado solo en una piedra, estaba Julián, un nuevo compañero de clase que había llegado hacía poco. Con su mochila a cuestas y una sonrisa tímida, observaba a los otros niños con tristeza.

Julián deseaba unirse al grupo, pero cada vez que intentaba acercarse, se sentía como si no lo quisieran.

"¿Por qué no me invitan a jugar?" - susurró para sí mismo.

Un día, mientras Julián se decidía si acercarse o no, Sofía tiró la pelota demasiado lejos. Fue a parar justo junto a Julián. Al verlo, Sofía tuvo una idea.

"¡Hola! ¿Podés pasarnos la pelota?" - le dijo sonriendo.

Julián, sorprendido por la invitación, se levantó rápidamente y buscó la pelota.

"Sí, claro!" - respondió mientras se la pasaba.

El grupo, al ver que Julián era simpático, decidió invitarlo a jugar con ellos.

"¿Te gustaría jugar un partido con nosotros?" - preguntó Lucas, intentando hacerlo sentir bienvenido.

"¿De verdad?" - preguntó Julián, sus ojos brillando de emoción.

"¡Por supuesto!" - exclamó Mateo.

Julián se unió al juego y, poco a poco, comenzó a reír y a disfrutar con sus nuevos amigos. Pero en medio de la diversión, Valentina, que era muy competitiva, empezó a sentirse incómoda.

"No sé por qué lo invitaron, es nuevo y no puede jugar. Nos va a hacer perder el partido" - murmuró.

Sofía, escuchando esto, se dio cuenta de que Valentina no estaba contenta.

"Pero todos merecemos una oportunidad, Valen. Todos fuimos nuevos en algún momento" - contestó.

Valentina frunció el ceño, pero no dijo nada. Julián, sin darse cuenta de la tensión, continuó jugando con alegría. El partido terminó y el grupo, cansado pero feliz, decidió descansar a la sombra de un árbol.

"¡Julián! Hiciste un gol increíble" - comentó Tomás, dándole una palmadita en la espalda.

La risa llenó el aire, pero Valentina seguía pensativa. Esa noche, repasó en su mente cómo había actuado. Al día siguiente, decidió hablar con Sofía.

"Creo que me comporté mal ayer. No le di la oportunidad a Julián" - dijo Valentina bajando la mirada.

"Lo importante es que lo reconoces. A veces, los nuevos llegan con mucho para ofrecer, solo necesitamos darles una oportunidad" - le respondió Sofía.

Valentina pensó en lo que dijo su amiga y decidió cambiar su actitud.

Al día siguiente, esperaron a que llegara Julián.

"¡Hola, Julián! ¿Te gustaría jugar de nuevo? Esta vez seremos un súper equipo" - le dijo Valentina, mostrándole una gran sonrisa.

Julián, sorprendido por la invitación de Valentina, asintió con emoción.

"¡Sí, me encantaría!" - respondió, su expresión llena de alegría.

Así, el grupo comenzó a jugar juntos, y Valentina se sorprendió de lo divertido que era. Cada día que pasaba, Julián se integraba más y más, y el grupo se volvía cada vez más unido. Al final, todos aprendieron que el verdadero valor de la amistad es compartir y dar la bienvenida a los demás, sin importar cuán nuevos sean.

La tristeza de Julián se convirtió en alegría, y el grupo encontró en él un maravilloso amigo. Al finalizar el año escolar, ellos aprendieron que la verdadera riqueza está en la diversidad y en el amor que compartimos con nuestros amigos. Así, hacen un pacto: siempre invitar a quienes necesiten un lugar en su círculo. Y así fue como Julián se sintió parte de algo especial, y todos juntos descubrieron el poder de la amistad, que se construye compartiendo momentos y sonrisas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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