El Valor de Ser Uno Mismo



Había una vez en el pequeño pueblo de Coloresvivo, un niño llamado Lucho, que siempre hacía lo que los demás querían. Lucho quería ser querido por todos, así que se vestía como sus amigos, hablaba como ellos y jugaba a lo que ellos decidían. Sin embargo, cada vez que hacía algo diferente, como querer jugar a ser un astronauta o pintar con los colores del arcoíris, sus amigos se burlaban de él.

Un día, mientras jugaban en el parque, uno de los chicos, Maxi, le dijo:"Lucho, no seas raro, quedate con lo que hacemos siempre".

Lucho sintió un nudo en el estómago. "Pero, ¿y si a mí me gusta ser diferente?" - respondió.

"A nadie le importa eso, sólo diviértete con nosotros." - dijo otra amiga, Clara.

A pesar de los comentarios, Lucho se fue a casa pensando en que quizás sería mejor dejar de ser diferente, porque él creía que a nadie le gustaba. Durante días se sintió triste, sintiendo que nunca encajaba, pero no se atrevía a mostrar su verdadero yo.

Una tarde, Lucho encontró un viejo libro en el desván de su abuela. Era un libro de cuentos sobre héroes y aventuras. A medida que leía las historias de esos personajes extraordinarios, se dio cuenta de que cada uno de ellos había luchado por ser auténtico y había encontrado su camino, incluso cuando otros no lo entendían. Un cuento especialmente lo impactó, donde un dragón pintoresco era rechazado por no volar como los demás, hasta que se dio cuenta que su color era lo que lo hacía único y especial.

Inspirado por esta historia, Lucho decidió hacer algo arriesgado. En el siguiente juego en el parque, decidió vestirse como un astronauta con un traje hecho de cartón y papel de colores.

Cuando llegó al parque, sus amigos se rieron de él. "Mirá al astronauta, ¿creías que podías volar?" - se burló Maxi.

Pero en lugar de sentirse mal, Lucho sonrió y dijo:"¡Sí, puedo volar con mi imaginación!"

Decidió ignorar las risas y comenzó a correr por el parque, haciendo ruidos de cohete y señalando al cielo como si estuviera en una misión espacial. Otros niños que lo habían observado comenzaron a reírse, pero pronto algunos se unieron a él.

"¡Yo quiero ser un astronauta también!" - gritó Clara, y se hizo una mini cápsula con cartones.

Poco a poco, más niños empezaron a participar. La risa se convirtió en alegría y su juego se volvió cada vez más emocionante. Lucho se sintió lleno de energía y se dio cuenta de que había creado algo increíble solo por ser él mismo.

Al final del día, Lucho estaba exhausto pero feliz. No solo había disfrutado del juego, sino que también había encontrado amigos que valoraban su idea.

"No puedo creer que dudé de mí mismo" - se dijo a sí mismo. "Si nadie te odia es porque no eres nadie. Pero yo ahora sé que ser distinto es lo que me hace especial".

Desde ese día, Lucho nunca más dejó que las opiniones de los demás afectaran su manera de ser. Aprendió que aunque algunas personas no lo entendieran o se rieran de él, siempre habría quienes lo quisieran por quien realmente era. Con el tiempo, más amigos empezaron a expresarse y a ser creativos, y Coloresvivo se volvió un lugar aún más vibrante y lleno de ideas.

Y así, Lucho descubrió que ser auténtico es ser valiente, y en su corazón llevaba la lección de que siempre es mejor ser uno mismo, sin importar lo que digan los demás.

FIN.

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