El venado de la zanga



En un bosque lleno de vida, donde los árboles eran altos y verdes, vivía un venado llamado Lito. Lito era un venado curioso, siempre deseando explorar más allá de las colinas que rodeaban su hogar. Sin embargo, había una regla que todos los animales del bosque conocían: ‘No te acerques a la zanga’.

La zanga era un lugar misterioso, rodeado de una niebla espesa y con sonidos extraños que asustaban a los más valientes. Pero eso no detuvo a Lito. Un día, mientras estaba con sus amigos, el conejo Pipo y la tortuga Tita, decidió que era hora de ir a investigar.

- “¿Vamos a la zanga? ” - preguntó Lito emocionado.

- “¡Estás loco! Ahí hay historias de un monstruo que vive en la niebla” - respondió Pipo un poco asustado.

- “Pero yo quiero saber si es verdad. Tal vez no hay ningún monstruo” - insistió Lito.

- “Yo prefiero quedarme con mi lechuga” - dijo Tita con su voz pausada.

Lito decidió que iría solo. Se despidió de sus amigos y se dirigió hacia la zanga. Al acercarse, el viento comenzó a soplar y la niebla parecía envolver su cuerpo. Pero Lito, lleno de valentía y curiosidad, continuó adelante.

De repente, un ruido estruendoso retumbó en el aire.

- “¡Hola! ¿Hay alguien ahí? ” - gritó Lito, intentando no dejarse llevar por el miedo.

A lo lejos, un enorme árbol viejo se movió y de entre sus ramas apareció un... ¡dragón pequeño! Lito se sorprendió tanto que casi se cae de un susto.

- “¿Un dragón? ” - exclamó Lito, mientras el pequeño dragón lo miraba con ojos grandes y amables.

- “¡Hola! Soy Bico. No soy un monstruo, soy solo un dragón! ¿Por qué tienes miedo? ” - preguntó el dragón, que parecía más curioso que amenazante.

- “He oído historias de un monstruo que vive aquí, pero no sabía que eras tú” - respondió Lito.

- “Las historias se exageran. Vengo a la zanga porque aquí tengo amigos con quienes jugar” - dijo Bico con una gran sonrisa.

Lito, sorprendido por la dulzura del dragón, decidió que no podía juzgar a alguien solo por lo que decía la gente. Empezaron a charlar y a jugar, y Lito se sintió tan feliz. No había monstruo, solo un dragón que también había tenido miedo de salir por las historias que contaban los demás.

Entonces, Lito tuvo una idea. ¿Por qué no llevar a sus amigos a conocer a Bico? Juntos podrían demostrarle al resto del bosque que no hay que tener miedo a lo desconocido.

- “¡Voy a traer a mis amigos! Ellos deben conocerte” - dijo Lito emocionado.

Lito corrió hacia el bosque, donde encontró a Pipo y Tita.

- “¡Chicos! ¡No van a creer a quién conocí! Es un dragón amable llamado Bico” - anunció Lito.

- “¿Un dragón? ¿Estás seguro de que no es un monstruo? ” - preguntó Pipo, aún escéptico.

- “No, es adorable y quiere tener amigos” - insistió Lito.

Poco convencidos pero intrigados, Pipo y Tita decidieron acompañar a Lito de regreso a la zanga. Cuando llegaron, Bico salió de detrás del árbol y los saludó con un gesto.

- “Hola, nuevos amigos. Soy Bico” - dijo el dragón.

- “¡Wow! ¡Es tan lindo! ” - dijo Tita, acercándose.

- “No parece un monstruo, pero me muero de miedo...” - murmuró Pipo, intentando comportarse.

Con el tiempo, los tres amigos se fueron acercando a Bico, y descubrieron que podía volar y hacer trucos divertidos. Se risas y juegos pronto llenaron la zanga, y los miedos se disiparon.

- “No deberíamos haber tenido miedo. Solo porque nos cuentan historias feas, no significa que sea la verdad” - concluyó Tita sensatamente.

- “Es verdad. Aprendí que a veces lo desconocido puede traer nuevas amistades” - dijo Lito emocionado.

- “Y yo aprendí que siempre hay que dar una oportunidad” - añadió Pipo, ya mucho más relajado.

A partir de ese día, Bico se convirtió en parte del grupo, y juntos exploraron el bosque. Cada vez que un nuevo animal tenía miedo de la zanga, Lito y sus amigos llevaban sus historias sobre el dragón valiente que solo quería amigos.

Así, la zanga dejó de ser un lugar temido para convertirse en un rincón lleno de risas, alegría y nuevas amistades. Y Lito, el venado curioso, aprendió que siempre vale la pena conocer lo desconocido antes de sacar conclusiones.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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