El Viaje de Arturo y Bianca



En un rincón del vasto océano, navegaba un pequeño barco de madera llamado 'La Esperanza'. A bordo estaban dos niños: Arturo, un valiente de diez años, y su hermana Bianca, de ocho, con una curiosidad insaciable por descubrir el mundo.

Arturo y Bianca vivían en una isla donde sus padres trabajaban en un gran barco pesquero. Cansados de esperar su regreso, decidieron emprender un viaje para encontrarlos. Al caer la tarde, se subieron a 'La Esperanza' con una brújula, un mapa antiguo que habían encontrado en el desván y un par de galletitas que les había dejado su abuela.

Mientras navegaban, Bianca miraba al horizonte y preguntó: "¿Crees que los encontraremos pronto, Arturo?"-

"Seguro que sí, Bianca. ¡El mapa dice que solo tenemos que seguir el sol!"- respondió Arturo, tratando de sonar más confiado de lo que realmente estaba.

Los días pasaban y el océano les ofrecía sorpresas. Un día, mientras pescaban para el almuerzo, una bandada de pájaros voló en círculo.

"Mirá, Arturo, ¡parece que nos guían hacia algo!"- exclamó Bianca, emocionada.

"¿Crees que estén indicándonos el camino hacia nuestros padres?"-.

"¡Sí! Sigámoslos!"- propuso Bianca.

Siguieron a los pájaros, y al caer la tarde, encontraron un pequeño archipiélago lleno de árboles frutales. Al desembarcar, descubrieron unas extrañas huellas en la arena.

"¿De quién serán estas huellas?"- se preguntó Arturo.

"Podrían ser de otros niños que estén buscando a sus padres también..."- contestó Bianca, un poco asustada.

Decidieron seguir las huellas y, para su sorpresa, llegaron a una cueva. Desde adentro, escuchaban risas y voces. Con valentía, Arturo llevó a Bianca hacia la entrada. Allí, encontraron a un grupo de niños que estaban construyendo un fuerte de arena.

"¡Hola!"- gritó Bianca, "¿Pueden ayudarme a encontrar a mis papás?"-

"Claro, vení a jugar primero. No conocemos a tus papás, pero nunca está de más hacer nuevas amistades"- dijo una niña de cabello rizado.

Arturo y Bianca se unieron a ellos. Pasaron horas jugando y construyendo, pero siempre con la esperanza de regresar a su búsqueda. Eventualmente, los otros niños les ofrecieron un mapa que habían encontrado, el cual prometía llevarlos a rutas secretas.

"Esto puede ser útil"- comentó Arturo, "Pero debemos ser muy cuidadosos. No podemos perdernos."

"¡Sí, pero vamos a jugar un poco más! ¡Es divertido!"- sugirió Bianca, y los otros niños aceptaron.

Al caer la noche, al volver a 'La Esperanza', se dieron cuenta de lo importante que era la amistad y cómo jugar podía ser una forma de sobrellevar la tristeza.

Sin embargo, los días comenzaron a pasar, y aunque matearon y jugaron, Arturo y Bianca sabían que tenían que seguir buscando a sus padres. Un día, mientras revisaban el nuevo mapa, se dieron cuenta de que una de las rutas pasaba cerca de un faro conocido en su isla.

"Arturo, ¡esto podría ser una señal!"- exclamó Bianca entusiasmada.

"Sí, es nuestra mejor opción. Debemos avanzar. Esta vez, tomaremos el rumbo hacia el faro,"- dijo Arturo con determinación.

Con el sol brillando, levantaron ancla y navegaron con confianza. Su travesía estuvo llena de mares tranquilos y tempestuosos, pero nunca perdieron la fe. Al llegar finalmente al faro, se sintieron aliviados. Allí, la luz les guiaba, y al llegar a la playa, pudieron ver a un grupo de personas. Entre ellas, dos figuras que conocían muy bien.

"¡Mamá! ¡Papá!"- gritaron al unísono, corriendo hacia sus padres.

"Los estábamos buscando... ¡No sabíamos que ustedes estaban tan lejos!"- dijo su madre entre lágrimas de alegría.

"Nosotros también, nunca dejamos de buscarlos. El faro siempre fue su guía"- agregó su padre.

Esa noche, bajo el brillo de las estrellas, Arturo, Bianca y sus padres contaron historias de aventuras. Aprendieron que, aunque podían separarse, siempre había maneras de volver a reunirse. En su travesía, no solo habían buscado a sus padres, sino también hicieron amigos y comprendieron el valor de la amistad, la aventura y la familia.

Desde ese día, 'La Esperanza' no solo fue un barco, sino también un símbolo de amor y esperanza que siempre los guiaría en su vida.

FIN.

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