Gabby y el Gaticornio Perdido



Era un día lluvioso en el barrio de Gabby. Las nubes grises cubrían el cielo y la lluvia caía sin parar. Pero a pesar del clima, el ambiente estaba lleno de expectativa, porque hoy era el día en que Gabby y sus amigos recibirían una visita muy especial: un gaticornio bebé llamado Kico. Kico era un adorable ser mitad gato, mitad unicornio. Sus suaves patas y su hermoso cuerno dorado lo hacían ver aún más encantador.

Cuando Kico llegó, todos comenzaron a saltar de alegría.

"¡Miren qué lindo que es!" -dijo Sofía, mientras le acariciaba el suave pelaje.

"¡Es tan pequeño y linda su colita!" -agregó Leo, encantado por el pequeño gaticornio.

"¡Tenemos que cuidarlo hasta que encuentre a su familia!" -exclamó Gabby, asumiendo una actitud protectora.

Gabby y sus amigos decidieron que debían hacer que Kico se sintiera como en casa. Pero, ¡oh sorpresa! Cuando intentaron jugar con él, Kico se asustó y se escondió detrás de un sillón.

"No se asuste, Kico. Aquí estamos para cuidar de vos" -dijo Gabby suavemente.

Así que los amigos se pusieron a pensar en cómo hacer que Kico se sintiera seguro. Comenzaron a contar historias y jugar a juegos tranquilos mientras la lluvia golpeaba las ventanas.

"¿Qué tal si le cantamos algo?" -propuso Sofía. Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a cantar una dulce melodía. Poco a poco, Kico salió de su escondite y se acercó con curiosidad, moviendo su colita.

"¡Eso es, Kico!" -gritó Leo con entusiasmo.

Con unos minutos de música, ya estaba junto a ellos, disfrutando del ambiente.

Sin embargo, en medio de la diversión, un fuerte trueno resonó por toda la casa. Kico se asustó nuevamente y corrió hacia la cocina. Gabby y sus amigos lo siguieron, preocupados.

"¡Kico, no tengas miedo! ¡Estamos aquí contigo!" -gritó Gabby mientras lo buscaban.

"Tal vez necesitemos hacer una fortaleza" -sugirió Leo, y todos de inmediato comenzaron a recolectar almohadas, mantas y cajas. Pronto, habían construido un acogedor refugio en el suelo de la sala.

"¡Entra, Kico!" -llamó Sofía.

Kico, intrigado, se asomó de forma cautelosa y decidió aventurarse a su nuevo hogar improvisado. Mientras se acomodaba dentro de la fortaleza, Gabby se dio cuenta de que necesitaban algo más.

"¿Qué tal si hacemos algunos dibujos para que Kico no se sienta solo?" -sugirió. Todos empezaron a dibujar diferentes escenas con Kico en el centro.

Kico observó los dibujos y pronto empezó a ronronear, sintiéndose mucho más relajado.

Sin embargo, la lluvia seguía cayendo con fuerza y los amigos comenzaron a preguntarse si Kico podría volver a casa. Gabby, sintiendo la necesidad de resolver eso, decidió pensar en voz alta.

"Si Kico tiene una familia, tal vez haya alguna manera de encontrarla. ¡Podríamos buscar en el parque donde fue encontrado!" -dijo.

"¡Pero Gabby, está lloviendo!" -se lamentó Sofía.

"Podríamos ir con paraguas y botas, ¡así no nos mojamos!" -insistió Gabby.

Finalmente, decidieron que la aventura valía la pena. Después de prepararse con paraguas y botas, se dispusieron a salir, llevando a Kico bien abrigado entre sus brazos. Cada paso en el charco producía un chapoteo alegre, llenando de risas el viaje hacia el parque. Al llegar, comenzaron a buscar pistas.

"¿Dónde lo vieron primero?" -preguntó Leo, mirando alrededor.

Mientras investigaban, encontraron unas huellas pequeñas en el barro.

"¡Miren! Son como las patas de Kico!" -gritó Sofía emocionada.

"¡Sigámoslas!" -respondió Gabby, aunando fuerzas con sus amigos. Las huellas condujeron a un hermoso árbol grande, donde se escondía una bandada de aves.

"Quizás las aves sepan algo de su familia" -sugirió Leo.

Se acercaron cuidadosamente a las aves que cantaban melodías suaves. Gabby se atrevió a preguntar:

"Hola, amiguitos. ¿Han visto a la familia de este gaticornio?"

Las aves, en base a sus trinos, parecieron indicar que sí. Una de ellas voló sobre sus cabezas, e hizo un círculo en un campo cercano.

"¡Ahí!" -gritó Gabby, mirando a sus amigos.

Siguiendo a las aves, llegaron a un pequeño claro lleno de flores. Y, para su sorpresa, allí estaban las criaturas mágicas: otros gaticornio, padres e hijos, que esperaban con ansias el regreso de Kico. Al verlos, Kico salió corriendo para unirse a su familia, revoloteando por el aire.

"¡Lo encontramos! ¡Está en casa!" -gritaron todos en alegría.

Los padres de Kico agradecieron a Gabby y sus amigos por cuidar tan bien de su pequeño. Habían estado buscándolo desde que se había perdido. En ese momento, Gabby se dio cuenta de lo importante que es cuidar de los demás y cómo esos pequeños actos pueden tener un gran impacto.

De vuelta en casa, la lluvia ya había cesado, y el sol comenzaba a brillar nuevamente. Gabby y sus amigos se sintieron satisfechos y llenos de amor por lo que habían hecho.

"Gente, ¡hoy aprendimos que ayudar a otros es lo mejor!" -concluyó Gabby.

Y así, terminaron un día lluvioso con una historia llena de amistad, amor y aventura, con la siguiente promesa de seguir cuidando de aquellos que lo necesiten.

FIN.

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