Hernán y el Bosque Mágico



Hernán era un chico muy travieso y divertido, quien disfrutaba de hacer reír a todos a su alrededor. Un día, mientras jugaba en el patio de su casa, decidió que era un buen momento para aventurarse en el bosque que estaba justo detrás de su barrio. La curiosidad lo llevó a internarse, prometiendo volver pronto.

"Voy a ser como un explorador de verdad y descubrir tesoros escondidos" - dijo Hernán mientras se adentraba en el bosque.

Al principio todo estaba bien. Hernán saltó entre los árboles y coleccionó hojas de diferentes colores. Sin embargo, mientras se divertía, no se dio cuenta del tiempo que pasaba y pronto se dio cuenta de que estaba perdido.

"Oh, no… ¡Esto no estaba en el plan!" - exclamó, asustándose un poco.

Intentando permanecer tranquilo, Hernán se sentó bajo un árbol grande y comenzó a pensar cómo regresar a casa. De repente, un señor muy anciano apareció frente a él, con una larga barba y un sombrero muy extraño.

"¿Qué haces aquí, joven explorador?" - preguntó el anciano, sonriendo.

"Me he perdido... Quería descubrir cosas, pero ahora no sé cómo volver a casa" - respondió Hernán con una lágrima en el ojo.

El anciano lo miró dulcemente y dijo:

"No te preocupes, todos nos perdemos de vez en cuando. Lo importante es aprender a encontrar nuestro camino. ¿Ves ese arroyo en la distancia? Si caminas hacia él, podrás escuchar el sonido de la ciudad y así orientarte mejor".

Hernán, llena de esperanza, decidió seguir el consejo del anciano. Mientras caminaba, se encontró con diferentes seres del bosque. Primero, una ardilla juguetona lo siguió,

"¿Por qué estás triste, amigo?" - preguntó.

"Me he perdido, pero voy a encontrar el camino de vuelta" - dijo Hernán con una sonrisa renovada.

"Yo te ayudaré, podemos jugar mientras buscamos, ¡así será más divertido!" - ofreció la ardilla.

Mientras Hernán y su nueva amiga exploraban, comenzaron a encontrar pistas que lo guiaban: un camino de flores, una roca con forma curiosa, y hasta un arco iris que apareció después de una breve llovizna. Hernán comenzó a sentir que, aunque estaba perdido, había mucha magia a su alrededor. No era solo un bosque, era un lugar lleno de aventuras.

Finalmente, Hernán escuchó un murmullo claro, como si el arroyo le estuviera hablando. Corrió hacia el sonido, y en el camino se encontró con un grupo de pájaros que cantaban.

"¡Hola, chicos! ¿Alguien sabe cómo llegar a la ciudad?" - preguntó entusiasmado.

"Sí, solo sigue el canto y verás la luz del sol que se filtra entre los árboles, eso te guiará" - dijeron los pájaros en coro, batiendo sus alas.

Hernán agradeció a sus amigos y siguió el canto de los pájaros. Después de un rato, pudo sentir el calor del sol y viceversa, el murmullo del arroyo se volvió más fuerte. Al llegar a la orilla, vio un camino que lo conducía de vuelta a su casa.

"¡Lo logré! ¡Estoy de vuelta!" - gritó mientras corría hacia su hogar.

Cuando finalmente regresó, su mamá lo estaba esperando angustiada.

"Hernán,¡estaba tan preocupada!" - dijo ella, aliviada y enojada al mismo tiempo.

"Lo siento, mamá. Aprendí que a veces es bueno explorar, pero siempre hay que tener cuidado y nunca alejarse demasiado" - contestó Hernán.

Esa noche, mientras Hernán se acomodaba en su cama, recordó todas las criaturas que conoció y las aventuras que vivió en el bosque. Se prometió que nunca olvidaría lo que aprendió, y que cada aventura sería siempre una oportunidad para aprender algo nuevo.

Desde aquel día, Hernán se convirtió en un chico más sabio, que disfrutaba de las travesuras, pero siempre con cuidado. Además, compartió sus historias con sus amigos, enseñándoles lo valioso de cuidarse y disfrutar de la naturaleza de manera responsable.

FIN.

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