Jesús y el Viaje de los Valores



Érase una vez, en un pequeño y colorido pueblo llamado Villaventura, donde cada día la alegría llenaba las calles. En este lugar vivía un joven llamado Jesús, conocido por su gran bondad y deseos de ayudar a los demás.

Un día, mientras Jesús paseaba por el parque, escuchó un llanto proveniente de unos arbustos. Al acercarse, encontró a una niña llamada Sofía, que había perdido su globito de helio, su mejor amigo.

"¿Por qué lloras, Sofía?" - preguntó Jesús, preocupado.

"¡Mi globito! Se voló y no puedo alcanzarlo" - sollozó Sofía, señalando el globo que se había elevado alto en el cielo.

Jesús sonrió y dijo: "No te preocupes, vamos a buscarlo juntos. La amistad siempre encuentra el camino."

Ambos comenzaron a correr por el parque, mirando hacia arriba. Pero el globito volador se alejaba más y más. De repente, vieron a un grupo de niños jugando a la pelota, que se asustaron al ver el globo alto en la nube.

"¡Miren, un globito!" - gritó uno de ellos, mientras corrían a unirse a la búsqueda.

Así, el grupo de niños se unió a Jesús y Sofía, lanzando ideas sobre cómo atrapar el globito.

"Podemos hacer un cohete con cajas de cartón" - sugirió uno de ellos.

"O usar una red para atraparlo" - comentó otro.

Después de varias propuestas, Jesús dijo: "Chicos, creo que necesitamos algo más importante que herramientas. Necesitamos ser creativos y trabajar en equipo, porque juntos podemos lograrlo. ¡Vamos a hacer un gran cometa!"

Los niños se entusiasmaron con la idea. Trabajaron en equipo recolectando materiales: papeles de colores, cañas, y cuerdas. En poco tiempo, habían construido un hermoso cometa.

"¡Es genial! Pero, ¿cómo lo haremos volar tan alto como el globito?" - preguntó Sofía, aún con esperanzas.

Jesús miró hacia el cielo y respondió: "Con mucha fe y un deseo sincero, ¡podremos lograrlo!"

El día de la gran prueba llegó. Todos los niños estaban en el parque, ansiosos. Jesús tomó el hilo y lo sostuvo firmemente, mientras los demás gritaban por ánimo.

Cuando el cometa ganó altura, no solo traía consigo las risas y los sueños de los niños, también los valores más importantes: la amistad, la creatividad y el trabajo en equipo.

Pero cuando el cometa subió, de repente, sí, se hizo más ligero y, ¡oh sorpresa! El globito de Sofía, en su desenfrenada danza, parecía acercarse por sí solo.

"¡Miren! ¡El globito!" - gritó uno de los niños, emocionado.

Todos miraron al cielo, donde el globito danzaba justo al lado del cometa, como si estuvieran realizando una coreografía especial.

"¡Podemos acercarnos más!" - dijo Jesús, mientras corría hacia el vallado del parque con el cometa en la mano.

Y así fue como, gracias a su trabajo en equipo, las risas, la creatividad y la fe de los niños, no solo pudieron recuperar el globito de Sofía, sino que también aprendieron que juntos eran capaces de lograr grandes cosas.

Cuando al fin aterrizaron el cometa, todos estallaron en aplausos.

"Gracias, Jesús. ¡Eres un verdadero salvador de globos!" - rió Sofía, abrazando su globito con felicidad.

Desde aquel día, los niños de Villaventura aprendieron a valorar no solo los objetos perdidos, sino la importancia de ayudarse entre ellos y compartir momentos. Jesús había demostrado que los verdaderos tesoros eran la amistad y la unión dentro de un grupo.

Y así, mientras el sol se ponía en Villaventura, los niños decidieron seguir creando nuevas aventuras juntos, sabiendo que lo podían lograr siempre que estuvieran unidos.

Fin.

FIN.

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