Josimar y la Aventura de la Calle Espejo



En San Juan de Lurigancho, un alegre vecindario lleno de vida y color, vivía un niño llamado Josimar. Era un chico curioso que siempre soñaba con vivir aventuras emocionantes. A menudo se preguntaba qué habría más allá de las calles que conocía.

Un día, mientras paseaba por su barrio, vio un destello brillante en una esquina. "¿Qué será eso?"- se preguntó. Con su corazón latiendo fuerte de emoción, se acercó a investigar. Cuando llegó, se encontró con un viejo espejo en la vereda, cubierto de polvo. Al limpiarlo un poco, empezó a ver imágenes extrañas.

"¡Increíble!"- exclamó. "Parece que hay un mundo diferente del otro lado de este espejo."-

Con el espíritu aventurero a flor de piel, Josimar decidió tocar el espejo. Al instante, se sintió suelto y ligero, y en un abrir y cerrar de ojos, se vio transportado a un lugar mágico. Este nuevo mundo era vibrante y lleno de criaturas asombrosas: árboles que bailaban al ritmo del viento, mariposas que iluminaban el paisaje y un arcoíris que nunca se desvanecía.

Josimar se encontró con una pequeña hada llamada Lila, que tenía alas de colores brillantes. "Hola, Josimar! Bienvenido al Reino de los Espejos. ¿Quieres ayudarme a encontrar la Flor de la Amistad?"- dijo Lila con una sonrisa amistosa.

"¡Sí! Claro que sí!"- respondió Josimar con entusiasmo.

Juntos, viajaron a través de ríos que soltaban risas y montañas que susurraban secretos. En cada paso que daban, conocían a nuevos amigos: un perro sabio llamado Tobi y una tortuga rápida llamada Tina.

"¡Vamos! La Flor de la Amistad está en la cima de la montaña más alta, pero solo podemos llegar si estamos unidos!"- dijo Tobi.

"Sí! La amistad es importante!"- agregó Tina, moviendo su cabeza con determinación.

A medida que se acercaban a la cima, se enfrentaron a varios desafíos. Una vez, tuvieron que cruzar un puente que se movía como una serpiente, otra vez, pasaron por un laberinto de flores fragantes que los confundía. Pero cada vez que se sentían perdidos, recordaban que trabajaban juntos y que su amistad era más fuerte que cualquier obstáculo.

Finalmente, llegaron a la cima y encontraron a la Flor de la Amistad, que brillaba como el sol. Lila sonrió y dijo: "¡Lo logramos! Esta flor tiene el poder de unir a todos aquellos que la cuidan."-

Josimar recogió la flor con cuidado. "Deberíamos llevarla de vuelta a casa, para que todos puedan disfrutar de su magia."- propuso.

Sin embargo, en ese instante, un fuerte eco resonó en el aire. Un dragón de color verde claro apareció, encarando a Josimar y sus amigos. "¿Qué hacen aquí? Esa flor pertenece a mí, el Guardián de la Montaña"- gruñó el dragón, desplegando sus enormes alas.

Josimar sintió un escalofrío, pero no se dejó vencer. "La Flor de la Amistad es para todos. Si la compartimos, podremos vivir todos juntos en paz."- explicó con valentía.

El dragón, sorprendido por la respuesta de Josimar, pareció reflexionar por un momento. "¿Y qué pasaría si no comparto la flor?"- preguntó.

"Si no lo haces, estarás solo. La verdadera magia de esta flor es que une a las personas y crea un lazo especial entre todos."- respondió Lila con dulzura.

Después de un momento de silencio, el dragón sonrió. "Quizás tengan razón. Nunca he tenido amigos. Tal vez sea tiempo de cambiar eso."- Y así, el dragón se unió a ellos, compartiendo la maravillosa flor con todos los habitantes del Reino de los Espejos.

Cuando Josimar y sus amigos regresaron a su vecindario, el espejo brilló una vez más y los devolvió a casa. La aventura que vivieron les dejó una lección muy importante: la amistad y el trabajo en equipo permiten superar cualquier desafío.

Desde ese día, el viejo espejo se convirtió en el punto de encuentro de Josimar y sus amigos, recordándoles las lecciones aprendidas en el Reino de los Espejos y la magia de la amistad que nunca deben olvidar.

FIN.

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