Justina y el Secreto del Mar



Era un día soleado en la ciudad costera de Marazul. Justina, una niña de diez años, siempre había sentido un vínculo especial con el agua. Le encantaba nadar, pero había algo que la atormentaba: tenía un gran temor a lo desconocido que se escondía en el océano. Justina soñaba con convertirse en una gran nadadora, pero la idea de lo que podría haber en las profundidades del mar la llenaba de miedo.

Un día, mientras paseaba por la playa, encontró una concha brillante que parecía tener un brillo mágico. Justina alzó la concha a la luz del sol y, de repente, escuchó una voz suave y melodiosa.

"Hola, Justina. He estado esperando que me encuentres. Soy Marina, una sirena del océano profundo."

Justina miró a su alrededor, asombrada.

"¿Una sirena? ¿De verdad? ¿Dónde estás?"

Marina, al ver la curiosidad en los ojos de Justina, decidió aparecerse ante ella. Con un destello de magia, una hermosa sirena de cabello azul y escamas relucientes emergió del agua.

"No tengas miedo, Justina. Estoy aquí para ayudarte. He notado que evitas nadar en las partes más profundas del mar y eso me entristece. ¿Por qué, si amas el agua?"

Justina suspiró, sintiendo que era el momento de compartir su secreto.

"Tengo miedo de lo que hay ahí abajo. Estoy segura de que hay criaturas aterradoras en el océano. No sé si puedo enfrentar eso."

Marina sonrió con ternura.

"El miedo a lo desconocido es normal. Pero, ¿sabías que muchos de los habitantes del mar son amigos? Ven, déjame mostrarte lo hermoso que es el océano."

Con un movimiento de su cola, Marina hizo que Justina flote hacia el agua. Justina sintió el frío y, por un momento, pensó en salir. Pero la mirada alentadora de Marina la calmó.

"Confía en mí, Justina. Solo toma una respiración profunda."

Con el corazón latiendo con fuerza, Justina tomó aire y se sumergió. De repente, el mundo bajo el agua cobró vida. Había peces de colores que danzaban alrededor, corales vibrantes, y hasta se pudo ver un tiburón amistoso que pasaba nadando.

"Mirá, esos son los peces payaso, ¡son muy divertidos!" exclamó Marina, señalando a un grupo que jugaba entre los corales.

Justina sonrió, el miedo comenzaba a desvanecerse. Pero, de repente, escucharon un grito lejano.

"¡Ayuda!"

Justina miró a Marina, alarmada.

"¿Qué fue eso?"

"Un delfín puede estar en problemas, debemos ayudarlo. "

Sin pensarlo dos veces, Justina nadó tras Marina hacia el sonido. A medida que se acercaban, vieron a un delfín atrapado en un trozo de red de pesca. Justina sintió un escalofrío de miedo, pero también una chispa de valentía.

"Debemos liberarlo. Pero, ¿cómo?" Justina preguntó, sintiendo que su corazón latía fuerte.

Marina le indicó una piedra afilada que había cerca.

"Usá esa piedra, Justina. Yo te ayudo a sujetar la red."

Justina, con un poco de duda pero con mucha determinación, nadó hacia el delfín. Con la ayuda de Marina, comenzaron a cortar la red. Justina temía que el delfín pudiera lastimarse, pero miraba la situación y sabía que no podían desistir ahora. Algunas burbujas salieron de la boca del delfín, como si agradecieran su ayuda.

"¡Lo estamos logrando! ¡Todo depende de nosotras!" gritó Justina con entusiasmo. Y tras unos minutos que parecieron una eternidad, finalmente la red se despejó.

El delfín, ahora libre, saltó de alegría.

"¡Gracias, gracias!" les dijo con su voz melodiosa. "Nunca creí que encontraría amigos tan valientes."

Justina se sintió emocionada y escuchó un eco resonante en su corazón. Se dio cuenta de que había superado su miedo, y el océano no era un lugar aterrador, sino un hogar lleno de criaturas amistosas y aventuras.

Marina la miró con orgullo.

"Ves, Justina, enfrentaste tu miedo y ayudaste a alguien en necesidad. Desde hoy, el océano es tu amigo."

Justina sonrió de oreja a oreja.

"¡Gracias, Marina! ¡Quiero venir a nadar contigo todos los días!"

Así, Justina descubrió que, a veces, enfrentar lo desconocido te da las oportunidades más hermosas. Se despidió de Marina, prometiendo regresar. Desde ese día, Justina no solo nadaba con gusto, sino que también se convirtió en una embajadora del mar, protegiéndolo y ayudando a los animales marinos cada vez que podía.

Y así, aprendió que el valor y la amistad pueden encontrarse en los lugares más inesperados, incluso en los profundos secretos del océano.

FIN.

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