La Amistad de Delahk



En un pequeño barrio lleno de ruidos de risas y juegos, vivían dos niños llamados Andrés y Lisa. A pesar de su alegría, había algo que los hizo sentir tristes: muchos de sus compañeros los despreciaban por ser distintos. Un día, mientras jugaban en el parque, conocieron a un chico llamado Delahk, que tenía una forma de ser diferente de la de ellos.

Delahk era muy especial. Él veía el mundo de una manera única y, aunque a veces no entendía lo que los demás decían, tenía un corazón enorme y siempre estaba dispuesto a ayudar. Desde el primer momento, Andrés y Lisa sintieron una conexión con él.

Una tarde, mientras jugaban en la plaza, los tres decidieron hacer algo distinto. "¿Por qué no hacemos una fiesta de la amistad?"-, sugirió Lisa emocionada.

"Sí, pero no una fiesta cualquiera. Haremos una donde todos aprendan lo que es ser un verdadero amigo"-, añadió Andrés.

Delahk sonrió. "¡Me encanta!"- dijo, moviendo las manos con entusiasmo. Pero antes de que pudieran comenzar a planear, las risas de algunos compañeros se escucharon cerca.

"Mirá, ahí vienen los raros"-, se burló un niño, señalando a Andrés, Lisa y Delahk.

"¡No! No somos raros. Somos amigos"-, respondió Andrés.

"¡Sí! Y eso es especial"-, añadió Lisa, pero las burlas seguían. Sin embargo, Delahk, con su dulzura, decidió actuar.

"Vamos a demostrarles lo que es la amistad"-, dijo con determinación.

Los tres amigos se pusieron a trabajar para organizar la fiesta. Prepararon juegos divertidos, decoración colorida y, por supuesto, integraron a todos. Cada tarde, Delahk les enseñaba a ser pacientes, a escuchar y a compartir.

El gran día llegó, y el parque se llenó de risas. Todos los niños fueron invitados. Al principio, algunos miraban de lejos, pero Andrés, Lisa y Delahk fueron al encuentro.

"¡Hola! ¿Qué tal? Los invitamos a nuestra fiesta de la amistad"-, dijeron. A ellos no les gustaba ser excluidos, así que decidieron dar el primer paso.

Delahk, con su forma sencilla de ser, comenzó a organizar un juego. "¡Juguemos a pasar la pelota! Así todos podemos participar"-. Algunos niños se unieron, y pronto todos estaban riendo, saltando y disfrutando del momento.

Uno de los niños que antes se había reído, se acercó. "Perdón, chicos. No quise ser malo. ¿Puedo jugar?"- pidió con vergüenza.

"¡Claro! Todos son bienvenidos"-, respondió Lisa mientras le pasaban la pelota.

La fiesta continuó, y a medida que los juegos avanzaban, todos notaron que la forma de Delahk de involucrar a los demás era especial. Él mostraba que la verdadera amistad no se trata de ser igual, sino de aceptarse y apoyarse mutuamente.

Cuando llegó el momento de los discursos, Delahk se acercó al micrófono. "Hoy hemos jugado, reído y compartido. La amistad significa estar ahí para los demás, sin importar las diferencias"- dijo. Andrés y Lisa sonrieron con orgullo.

Al final del día, el parque estaba lleno de risas y abrazos. Todos se despidieron con promesas de volver a jugar juntos. Delahk, como siempre, encontró las palabras perfectas para todos. "Siempre seamos amigos. ¡La amistad es una aventura!"- exclamó, mientras todos lo ovacionaban.

Andrés y Lisa aprendieron una valiosa lección ese día: la amistad verdadera florece cuando se acepta la diversidad y se comparte la alegría. Con Delahk a su lado, ya no había más desprecio, solo unión y felicidad. Ahora, no solo eran amigos ellos tres, sino que habían demostrado, a través de su amor y aceptación, a todos los demás lo que significa ser un verdadero amigo.

FIN.

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