La Amistad de Estela y Nico



En un colorido barrio de la ciudad, donde los árboles susurraban entre sí y las flores bailaban al son del viento, vivía Estela, una pequeña niña llena de energía. A Estela le encantaba correr por el parque, hacer nuevos amigos y jugar al aire libre. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y un brillo en sus ojos. Sin embargo, había algo que a Estela le parecía un verdadero misterio: su nuevo vecino, Nico.

Nico era todo lo opuesto a Estela. Le gustaba quedarse en casa, envolverse en su mundo de libros y cuentos. Era muy tranquilo, a veces hasta algo callado, y prefería observar el mundo desde su ventana en lugar de salir a jugar. Estela, curiosa como siempre, decidió un día hacer algo al respecto.

"¡Hola! Soy Estela y vivo justo enfrente. ¿No querés venir a jugar conmigo?" - le dijo emocionada, mientras ya planeaba un divertido juego de escondidas.

Nico, que estaba tranquilo en su sillón con un libro de aventuras, la miró por encima de sus gafas.

"Hola, Estela. Gracias, pero no sé si me gustaría jugar. Prefiero leer un buen libro" - respondió con una voz suave.

Estela no se dio por vencida. Todos los días, la veía asomarse a la ventana con un libro entre manos y pensó que había que encontrar una manera de acercarse a él. Así que, un día, decidió invitarlo a su grupo de amigos. Un fin de semana, organizó una tarde de juegos en el parque y dejó una nota en su puerta.

Días después, mientras los niños jugaban y reían, Nico salió de su casa. Al principio dudó, pero la curiosidad lo llevó a participar. Estela lo recibió con un gran abrazo.

"¡Bienvenido, Nico! Vamos a jugar al equipo contra equipo. Es muy divertido."

Nico empezó tímidamente, eligiendo un lugar tranquilo para observar. Pero a medida que el tiempo pasaba, algo sorprendente sucedió: mientras Estela corría, gritaba y reía, Nico empezó a sentir que podía unirse a la diversión.

"¿Me dejas jugar en el equipo de tu lado?" - se animó a preguntar.

Estela sonrió de oreja a oreja.

"¡Por supuesto! Todos somos bienvenidos aquí. ¡Nadie se queda afuera!"

Al principio, Nico fue torpe, pero Estela y los demás lo alentaron. En ese momento, descubrió que se divertía mucho más de lo que había imaginado. Corrió, saltó y hasta se rió a carcajadas. Esa tarde, los dos chicos se dieron cuenta de que sus diferencias podían complementarse.

"¡Mirá, Nico, estás jugando como un campeon!" - exclamó Estela emocionada.

Entonces, Nico tuvo una idea. Al día siguiente, invitó a Estela a su casa para compartir algo de su mundo.

"¿Te gustaría que te leyera un cuento?" - le ofreció Nico con algo de timidez.

"¿Un cuento? ¡Eso suena genial!" - respondió Estela, con un brillo de curiosidad en los ojos.

Cuando llegó el día, Nico empezó a contarle emocionantes leyendas de piratas y valientes exploradores. Estela, fascinada, se quedó escuchando cada palabra. Se dio cuenta de que, aunque eran diferentes, podían aprender uno del otro y disfrutar juntos.

Con el paso del tiempo, Estela comenzó a invitar a otros niños a leer y escuchar las historias de Nico, mientras su amigo, a su vez, se unía a los juegos en el parque en los días soleados. Juntos, encontraron un equilibrio perfecto entre sus mundos oponiéndose, en donde la energía de jugar y la tranquilidad de contar cuentos coexistían en armonía.

Un día, mientras jugaban juntos, Estela miró a Nico y le dijo:

"¿Sabes qué? Creo que lo divertido de ser diferentes es que podemos compartir tantas cosas. A veces, yo necesito un descanso y ¡vos me lo proporcionás!"

"Y yo disfruto de la aventura que traés, esto es genial" - respondió Nico, sonriendo.

La amistad entre Estela y Nico se volvió un ejemplo para todos en su barrio. Aprendieron que, aunque a veces pueden parecer que los polos opuestos no tienen nada en común, podían ser el complemento perfecto en la vida. Así, Estela y Nico demostraron que los opuestos, lejos de separarlos, los unieron. Y juntos crearon un mundo lleno de risas, historias y grandes aventuras.

Y así, dos pequeños que parecían tan diferentes se convirtieron en los mejores amigos, entendiendo que la verdadera magia de la amistad se encuentra en la diversidad.

FIN.

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