La Amistad de Serpentina y Rati



En un hermoso bosque en primavera, donde las flores brillaban y los árboles susurraban al viento, vivía Rati, un pequeño ratón con un gran corazón. Aunque era muy simpático, Rati tenía un problema: era tan pequeño que nunca lograba hacer amigos. Todos los animales del bosque parecían jugar y reír, pero Rati siempre se quedaba a un lado, sintiéndose solito.

Un día, mientras Rati se asomaba tímidamente entre las hierbas, vio algo curioso: una serpiente sonriente se deslizaba entre los arbustos. Su nombre era Serpentina y era conocida en el bosque por su amabilidad. A pesar de su apariencia, todos los animalitos defendían que era la serpiente más amigable de toda la región.

"¡Hola, pequeño ratón! ¿Por qué estás tan triste?", preguntó Serpentina con una voz suave y dulce.

"Hola...", respondió Rati, mirándola con cautela. "Es que soy muy chiquito y nadie quiere jugar conmigo. Siempre los animales más grandes me hacen a un lado."

Serpentina sonrió comprensivamente. "A veces, los amigos son difíciles de encontrar, pero eso no significa que no haya alguien que te quiera. ¡Yo puedo ayudarte! Vamos a buscar a los otros animales y jugar juntos."

Rati sintió una chispa de esperanza en su corazón. "¿De verdad? ¿Puedes ayudarme a hacer amigos?"

"¡Claro que sí! Vamos a demostrarles a todos que la amistad no tiene que ver con el tamaño."

Así, Rati y Serpentina comenzaron su aventura por el bosque. Se encontraron con un grupo de conejitos que jugaban a saltar la cuerda. Serpentina se acercó a ellos.

"¡Hola, pequeños conejitos! ¿Quieren jugar con Rati? Él es un ratón muy divertido."

Los conejitos miraron a Rati y se rieron. "Es tan chiquito, un ratón no puede jugar a saltar la cuerda."

Rati se sintió triste. "Es cierto, no puedo saltar como ustedes…"

Pero Serpentina tuvo una idea. "¿Qué les parece si le damos una oportunidad? Rati, ¿puedes pasar por debajo de la cuerda mientras ellos saltan?"

Rati, sintiéndose valiente, asintió. "¡Sí! ¡Voy a intentarlo!"

Cuando los conejitos comenzaron a saltar, Rati se deslizó justo por debajo de la cuerda. Los conejitos se sorprendieron y empezaron a animarlo. "¡Eso es, Rati! ¡Sigue!"

Rati sonrió al ver que les estaba gustando su forma de jugar. "¡Miren cómo me deslizo!"

Después de un rato, los conejitos se dieron cuenta de lo divertido que era jugar con Rati y le dijeron:

"¡Eres genial, Rati! ¿Quieres jugar con nosotros siempre?"

Rati, lleno de alegría respondió: "¡Sí, claro! Me encantaría."

Serpentina sonrió al ver cómo Rati había encontrado nuevos amigos. Pero aún había más por descubrir. Se acercaron a un lago donde las ranas croaban y hacían saltos en el agua. Rati observó desde lejos sin atreverse a acercarse.

"¿Puedo jugar con ellas? No sé nadar…", murmuró.

Serpentina le dijo: "¡No te preocupes! Podemos hacer saltos en la orilla, ¡te ayudaré a que las ranas te noten!"

Entonces Serpentina se deslizó hacia las ranas. "¡Hola, saltarinas! ¿Pueden darle una oportunidad a Rati? Está deseando jugar con ustedes."

Las ranas se miraron y, curiosas, miraron a Rati.

"¡Es tan pequeño! Pero… ¿qué tal si hacemos un concurso de saltos a la orilla? Rati puede intentar un salto desde aquí."

Rati, sintiéndose cada vez más valiente, dijo: "¡Está bien! Voy a intentar saltar, ¡aunque sea pequeñito!"

Y así lo hizo: Rati corrió y saltó, haciendo un pequeño brinco. Las ranas rieron y aplaudieron. "¡Bravo, Rati! Lo hiciste muy bien. ¡Eres increíble!"

Rati, sintiéndose parte del juego, sonrió de oreja a oreja. Ya no era el ratón tímido de antes, ahora era un ratón feliz.

A medida que el sol se iba poniendo, Rati se dio cuenta de algo importante. No importaba su tamaño; lo que realmente contaba era su corazón y el deseo de jugar y hacer amigos.

"¡Gracias, Serpentina!", dijo Rati, mirando a su nueva amiga. "No lo hubiera logrado sin tu ayuda."

Serpentina sonrió con humildad. "Recuerda, Rati, que la inclusión y la amistad son para todos, sin importar el tamaño."

Desde aquel día, Rati no volvió a sentirse solo en el bosque. Cada animal, grande o pequeño, aprendió que todos tienen algo especial para ofrecer, y la amistad puede brillar en cualquier lugar del mundo.

Y así, en aquel colorido bosque, Rati y Serpentina vivieron muchas más aventuras juntos, siempre recordando que la amistad está en las pequeñas cosas y que, con un poco de ayuda, ¡todos pueden encontrar su lugar!

¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!